Capítulo C: tormenta y calma.

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Ese mismo año las cosas no dejaban de empeorar, por alguna razón el trato de mi hermano hacia conmigo comenzó a cambiar, sus juegos eran diferentes y claramente peligrosos hacía mi persona, cómo si de alguna manera tratara de hacerme daño, yo sabía que él era listo, por lo que me quedaba claro que lo que estaba haciendo era intencionado.

El tiempo que pasaba con mi hermano comenzó a reducirse, mi hermano comenzaba a pasar mucho más tiempo con mi madre. Ella cómo sabrán no era alguien particularmente cariñosa, pero últimamente se mostraba cariñosa con mi hermano y esto era directamente proporcional al mal trato que él me daba.

Lo llegué a comentar con Luculia, pero ella sólo me pudo decir, que la gente en mala compañía toma caminos igual de turbios que los que los guían, supongo que se refiere a que mi hermano sólo estaba comportándose de la misma manera que mi madre lo hacía.

El tiempo pasó y un día, cómo cualquier otro mi hermano volvió a ser el mismo, me dijo que quería cocinar algo en la cocina y que si lo podía ayudar, particularmente la cocina era algo que se me daba bien, ya tenía tiempo pasando tiempo de calidad en la cocina al lado de Luculia, quién era muy hábil, por lo que al repentino ámbito de actitud y la búsqueda de apoyo de mi hermano, acepté en ayudarlo

Quería preparar Hot Cakes, algo sencillo pero muy rico, me puse a revolver los ingredientes en un bowl.

- ¿Por qué tienes que ser así Rosel?

Fueron las últimas palabras que escuché, antes de sentir lo que hasta el momento es lo más espantoso de mi vida, sentí una presión repentina en mi torso, algo frío comenzaba a escarbar dentro de mí, sentía con claridad el ardor del objeto haciendo un agujero sobre mi piel y otras estructuras a su paso. El dolor llegó de golpe, pero no me podía mover, moverme significaba sufrir más, pues el objeto aún seguía dentro, se me dificultaba respirar, y sentí algo extraño, por mi cuerpo recorría y bajaba algo muy tibio, pero mi cuerpo cada vez se sentía más frío.

- Si tú no existieras todo sería perfecto.

Sacó el cuchillo de golpe y yo caí al suelo, traté de voltearlo a ver y en su rostro se apreciaba una combinación de expresiones que naturalmente ni debería de existir, su sonrisa era enorme, pero sus cejas y ojos mostraban terror, pero su voz delataba rabia, después de un cruce de miradas, se abalanzó sobre mí, apuñalándome en diversas ocasiones, aunque la escena fue breve, no hay palabras para describir el miedo y sufrimiento que experimenté.

Se detuvo de manera súbita, tal vez porque ya me daba por muerto, pero la razón por la que no me movía era porque el dolor incrementaba, él se levantó, dió unos pasos hacia atrás y se quedó en silencio, al poco mi madre entró, y sin siquiera voltearme a ver, acarició la cabeza de Ángel.

- Ahora todo estará mejor.

Tan pronto cómo lo dijo salió caminando tranquilamente.

Oía como el sonido de los tacones disminuía cuanto más se alejaba, al igual que los torpes sonidos de caminata de mi hermano. Mi agonía persistía, mi cuerpo estaba aún más frío y temblar se volvía una tarea imposible de evitar a pesar de que me causaba un inexplicable dolor, cuándo ya estaba por dar todo por perdido, pude escuchar los gritos de Luculia, y aunque traté de decirle algo, la sangre no me permitía hablar, y bajo el terror, caí en la oscuridad.

Al recuperar la conciencia, me impactó un aglomerado de sentimientos, el dolor en mi cuerpo, no podía respirar de la manera adecuada y estaba rodeado de ruido que no conocía, habría tratado de salir de allí, pero estaba amarrado a la cama y el dolor no me permitía para nada hacer ninguna queja, ví a mi alrededor, y lo primero que encontré fue a Luculia, con claros signos de cansancio extremo, dormida en un sillón al lado de mi cama.

Él es diferente ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora