Capítulo 10 - Pérdida

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Capítulo X: Perdida

Una noche oscura y tormentosa, los demonios de hades estaban listos para sorprender a la familia Fil, mientras que Elara como Darius llegaban al castillo, los subordinados del rey celestial empezaron atacar sin duda alguna ante los padres de Athenas.

Los gritos llenaron el aire mientras los subordinados del rey estaban mandando a sus tropas más numerosas para atacarlos uno a uno a los papas de Athenas. En primer lugar, Darius Fil tenia al frente a un ejército lleno de combatientes de guardias del palacio que estaban listos para contratacarlo.

— Están muy listos para perder... — el padre de Athenas se prepara con una de sus espadas para atacar a los guardias del palacio

Ellos se abalanzan ante Darius Fil quien sin duda alguna esquivó uno que otro ataque, eran muchísimos guardias, los necesarios para mantener en dicha ocupación al padre de Athenas. En segundo lugar, está Elara Fil, que en principio decidió luchar sin herramientas de batalla, miró a su alrededor, cuando vió a su esposo que ya estaba luchando ante muchos guardias.

— Oigan, guardias, contrataquen a la señora Fil. — ¡No la dejen escapar! — gritó el primer subordinado de los demonios de hades.

— ¡Vamos! ¡A por ella! — le contestaban miles y miles de guardias que estaban dispuestos a derrotar a la madre de Athenas

— ¿Qué?, Ellos definitivamente sí que son más... — Dari, cariño mío, cuanto demoras en acabarlos a todos — dijo la madre de Athenas quién está nerviosa al ver la cantidad de guardias

— Ela, mi amor, esto se va a complicar bastante... — recuerda que le prometimos a nuestro hijo, que vamos a estar bien... — le comentó Darius a su esposa que están a metros de distancia

— Así es, Dari. Porque nosotros... — ¡Volveremos a nuestra casa con vida! — ¡Athenas, nuestro hijo se sentirá orgulloso de nosotros! — Los papas de Athenas gritaban a lo alto en el campo de batalla

Los guardias seguían atacando una y otra vez a los papas de Athenas, tanto la mamá como el papá se defendían muy bien entre sí, los ataques de los guardias cada vez son más consecutivos, parecía que estaban destinados a combatir durante un día o varios si fuese necesario. Sin embargo, los subordinados del rey celestial, estaban esperando a que alguno de ellos se debilitara, para entrar en calor.

— A ustedes les gusta observar batallar? — pregunta el primer subordinado

— A mí no, sinceramente... — contestó el tercer subordinado

— Pero no se ve emocionante?, me gusta ver batallas así, muy campales — dijo el segundo subordinado

— Que emocionante se ve, ver pelear, ¿están locos? — el primer subordinado le hacia la pregunta a cada uno de sus compañeros, mirándolos uno por uno

— Pero si es emocionante, ¿no crees?, ¿no crees?, ¿No crees? — volvía a recalcar el segundo subordinado, que se reía una y otra vez, porque gozaban la batalla entre los guardias y los papas de Athenas

— No es notorio, ¿lo que nos dice intrínsecamente? — Él quiere batallar y yo siéndoles sinceros, también quiero batallar, si queremos gozar de la mejor manera posible... — el cuarto subordinado venia caminando desde la entrada al palacio, justo por detrás del primer subordinado

— Lo siento, lo siento, me disculpo... — empezó a llorar, el segundo subordinado

— ¡Ey! — el primer subordinado le da un golpe en la cabeza al segundo subordinado

— ¿Qué te pasa?, ¿Por qué me pegas? — pregunta el segundo subordinado

— Te haces el bobo, o eres bobo, razona macho... — si te das cuenta, nosotros no queremos ver, queremos golpear, darnos a punta de golpes, eso es lo que hace emocionante una batalla... — dijo el primer subordinado que está muy emocionado por decir las anteriores palabras

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