Rosario

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—¿Nunca sentiste que Raul es una persona demasiado Extraña?.

Rosario se encontraba arriba del techo del auto de Miguel, ambos estaban recostado en el lugar mientras miraban el cielo. Miguel estaba descuidado en cada sentido posible, sus ojeras reflejaban ese enorme exceso de insomnio.

—Ya se, es raro pero no malo, así es el —. Respondió Miguel mientras tomaba a escondida los cigarrillos de Rosario.

—Creo que es muy raro, pero es lindo —. Tomo un cigarrillo y se lo llevo a la boca mientras miraba un ave, sus mejillas tenían un leve rubor.

—¿Lindo?

—No me refiero en apariencia, no digo que sea feo pero si esta descuidado, aun que no más que vos —. Una sonrisa se formó en su cara mientras le daba un golpe en el hombro.

—No tengo tiempo de nada desde que nació Vladimir, ese es un parásito —. El hombre fumo más fuerte mientras mantenía los brazos detrás de la cabeza.

—A vos si que Cristo te odia —. Soltó una risa chillona para luego tomar otra calada.

—Deja de querer escapar, te hice una pregunta Rosario.

El silencio se hizo largo y casi eterno para las personas, los ojos de Miguel miraban a Rosario con sorpresa, la conocía hace más tiempo que Raul, verla en un estado tímido y con la cara totalmente roja no era algo a lo que Miguel estuviera acostumbrado.

—Digo que fue muy dulce conmigo ¿sabes? Ayer me lo tire y fue pésimo —. Apesar de sus palabras burlonas Rosario evitaba tener contacto con Miguel, estaba demasiado avergonzada.

—¿Y entonces que tiene que ver?.

—¡Pero fue lindo! Fue la experiencia menos exitante de mi vida, pero por alguna razón recordarlo me pone caliente de manera rara —. Tapo su cara con ambas manos de manera estresada mientras hablaba a regañadientes.

—¿Te refieres a...?

—¡Te digo que no se! Pensé que Raul era otro tarado más del montón, ¡pero me preguntaba a cada rato si estaba bien o si me sentía cómoda! ¡El muy rarito me dijo que le diga si quería parar! El.. El me decía palabras dulces todo el tiempo, jamas me llamó de manera irrespetuosa o grosera..

—Guau... ¿te tiraste un virgen romántico? —. Una risa rasposa escapo de su boca mientras señalaba a la abrumada mujer a su lado —. No puedo creer que te tiraste al pito corto.

Rosario le dio un fuerte golpe en el estómago haciendo que se cayera del techo del auto, quedando tirado en el suelo y lloriqueando un poco, claro que los insultos no faltaron.

Rosario se sentó y puso la cabeza en las rodillas mientras miraba al horizonte, un pequeño dolor apretaba su pecho con fuerza.
Cada que tenia sexo lograba eso que deseaba, desde que su papá tenía Alzheimer creyó que jamás sería querida de nuevo, aprendió que los hombres eran capaces de quererte si tenías relaciones con ellos, y eso hizo, volvió a sentirse querida, hizo de todo para tener ese cariño, se dejo hacer de todo.

Pero esa noche con Raul todo fue diferente, no hizo nada que no quería con tal de obtener un beso, incluso al terminar Raul le dio las gracias y la mantuvo en sus brazos para dormir. Se sintió querida sin tener la necesidad de denigrarse a si misma, por primera vez había echo eso con alguien, con alguien que la hizo sentir que era una persona.

—Ya no quiero tener sexo con nadie más que no sea el.

Cada día que pasaba Raul solo pensaba en una cosa, su cerebro no soltaba la imagen de Rosario, por más que lo intentaba todo le recordaba a la mujer, creía que estaba enamorado, pero no había sentido en eso, Rosario solo le dio una estúpida caja de lápices.
Rosario ya había demostrado que tenía sentimientos por el, ahí se le prendió el foco, sus sentimientos surgieron por que Rosario se había enamorado de el, claro que era así, si Rosario hizo algo tan íntimo con el era obvio que estaba enamorada.

—Rosi, ¿como estas?.

Se dijo a si mismo en un intento por saber que decir en cuanto la viera. Era algo tonto para Raul llamarla por teléfono, pero ahora que sabía que las acciones de Rosi se debieron a su enamoramiento estaba nervioso, tenía que darle entender que estaba muy de acuerdo, pero no la encontró en su casa, ella no atendió, así que la busco en el bar, pero nada.

Horas y horas de tanto buscar y nada, estaba molesto y confundido, entonces un sonido lo saco de su molestia, Rosi estaba en una de las plazas entre unos hombres de aspecto amenazante, la chica se veía tan ebria que parecía no poder mantener los ojos abiertos. Rápidamente Raul se acerco a esas personas viendo que los hombres tenían abrazada a Rosi y ella apenas parecía consciente de eso, o de cualquier cosa, sus ojos se veían rojos y muertos.

—Rosi, ¿quienes son ellos? —. Su voz sonaba firme incluso si por dentro se sentía aterrorizado por ver esos 4 hombres claramente mucho más fuertes que el.

Los ojos de la chica dieron con los de Raul, parecía que sus ojos estaban resplandeciente nuevamente, dio un paso mientras se tambaleaba, casi cae al piso delante de Raul pero el la sostuvo, ver la escena era demasiado para el.

—¿Ellos te hicieron algo, Rosi? —. Sus manos acariciaron la espalda de la chica mientras la acercaba más.

Uno de los hombres se paro mientras miraba a Raul, su mirada era demasiado desafiante en este momento, los demás hombres se pararon mientras Rosario abrazaba a Raul con fuerza, el en cambio sentía que sus piernas temblaban, pero debía defenderla.

Raul estaba por dar un golpe antes de que los demás lo hicieran, pero uno de los hombres empujó a Rosario y tomo a Raul de los hombros, estaban listo para golpearlo por interrumpirlos.
Rosario miro la escena, su cara cambió totalmente al ver que un golpe fue directo a la cara de Raul.

La chica se paro y rápidamente dio un fuerte golpe en el estómago del hombre, los insultos enfermos y salvajes salieron de su boca mientras tomaba una roca grande y la golpeaba contra el estómago de aquel hombre. Raul creyó que sería el príncipe que salvaría a su princesa, pero en cambio se sintió como la princesa, pero no le molesto en absoluto ser la salvada.

—Vamos Raul —. Dijo Rosario mientras tomaba la mano de Raul.

El hombre estaba claramente en el suelo, su estómago estaba rojo, y ese rojo seguramente se volvería morado luego, apesar de esa debilidad interna, no parecía nada feliz que tocaran lo único que lo trajo felicidad.

Por alguna razón Raul no pudo evitar que su corazón se sintiera cálido al ver eso, el siempre se había defendido por su cuenta, fue la primera vez que alguien se preocupó de el. Caminaron juntos, Rosario arrastrando al hombre quien estaba aun impactado, y también se dio cuenta que su querida amiga no estaba ebria realmente, si no que ella tenía algo más.

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