Amigos

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Shirley se apuró a ir en cuanto recibió la llamada de Rosario, se preparó con una sonrisa esperando que tuvieran algo de tiempo para ellas, miro la puerta sintiéndose repentinamente nerviosa, esta se abrió en cuanto le dio un toque, al entrar al lugar vio a la dueña de la casa tirada en el suelo, fue corriendo asustada, pensó que a Rosario le había pasado algo malo hasta que noto que solo estaba tirada en la alfombra, suspiro tranquilizándose de a poco, se sentó a su lado mirándola esperando que le dieran la razón por la cual había sido llamada.

—Ya casi te estas por casar, pensé que iba a estar más emocionada —. Hablo con cofunción mientras le acariciaba la cabeza.

—Si lo estoy, pero ya me vinieron todos los problemas, y no tengo a Raúl para que se acueste en mis tetas, no digas nada, que se acueste me calma —. Contesto abrumada mientras se daba la cabeza contra la alfombra.

—¿Y dónde está tu grandioso prometido ahora? —. Pregunto con resentimiento mientras se levantaba para buscar un vaso de agua para su amiga.

—Está con Mario, quería ver como estaba por lo de Miguel.

—¿Y te dejo sola estando triste? Seguro va a ser un gran esposo —. Se acercó a Rosario ofreciéndole el vaso, vio como la mujer echaba un suspiro y se sentaba en la alfombra para luego tomar el vaso en manos y llevárselo a la boca.

—Él no sabía, le dije que iba a estar bien, pero Vladímir me ignoro a penas llego, Paul me saludo con un insulto y mi mamá no deja de hacerme preguntas sobre mi relación —. Bebió todo el líquido rápidamente hasta derramando un poco, echo un quejido con molestia y se volvió a recostar.

Shirley se recostó a su lado en el suelo mirando a la abrumada mujer, el deseo de una boda perfecta era una de las cosas que más deseaba, pero con tanto estrés le sería imposible hacer los preparativos de manera apropiada. Shirley se sentía mal por no saber como ayudar a su amiga, se quedó a su lado esperando a que hablara, pero sabía bien que no habría respuesta.

—¿Qué te pregunto tu madre?.

—¡No dejaba de preguntarme cuanto tiempo estuve con Raúl!, además dijo que tiene cara de vagabundo, voy a tener que cocinar mientras ella esté aquí —. Se tapó la cara con las manos temblando levemente.

—Oh, Rosi, tranquila, tal vez deberías explicarle que las cosas acá son un poco diferentes a lo que ella piensa —. Aconsejo con una sonrisa mientras jugaba con el cabello de su amiga.

—No hablemos de eso, no quiero pelear con ella, es mi mamá, no tengo otra... —. Se mantuvo en silencio sin quitarse las manos de la cara.

—¿No hablaste con Vladímir?, ya sabes, ¿intentaste de nuevo? —. Cambio el tema esperando ayudar a su amiga.

—No, su cara me decía que me odiaba, no quiero problemas —. Se dio la vuelta para mirarla.

—¿Y si haces que hable con Cris?, tienen casi la misma edad y Cris jamás hizo algo para que lo odie.

—Esa es... ¡Una muy buena idea!, ellos eran amiguitos de chiquitos, seguro puedo lograr algo si Cris lo ablanda —. Se sentó rápidamente con una sonrisa y abrazo a Shirley —. Sos una genia, ¡te amo! —. Se levantó del suelo con una sonrisa y se fue a buscar al chico.

Shirley se quedó sonrojada en el suelo, sonrió con los ojos brillantes y luego suspiro con tristeza al pensar más en esas palabras, se levantó y tomo sus cosas para irse, no pensaba quedarse a tener más de estos tipos de contactos que no significaban nada para su amiga, simplemente salió dejando que Rosario se encargará por su cuenta de al menos uno de sus tantos problemas.

Raúl se encontraba viendo a su amigo borracho a su lado, Mario mantenía su cabeza apoyaba sobre la mesa, se levantaba de vez en cuando solo para meter más alcohol en su garganta, Raúl rodó los ojos y le dio palmadas en la espalda.

—No te voy a creer nada si me decís que la muerte de Miguel te afecto —. Hablo Raúl tratando de sacarle la botella de entre las manos.

—Wacho, no seas Gil, también era mi amigo, pendejo —. Dijo mientras agarraba la botella con fuerza, tirando todo el líquido en su boca, movió la botella asegurándose que estuviera vacía, su cara se tiró en la mesa cerrando los ojos de manera inmediata.

—Dijiste que lo teníamos que dejar morir.

—Ya sé, pelotudo, pero era para no joderlo, me siento re del orto sabiendo que nunca lo ayude en una poronga —. Resoplo con ambas manos tapando su cara.

—Tranquilo, no se podía hacer para él, ahora podemos ayudar a Vladímir, ¿okay?.

—Pero se la quería encajar a ese negro petero ¿y si te la meto a vos? Así, como amigos, dale Laucha —. Dijo levantando un poco la cabeza.

—Me estoy por casar Mario, y sabes que soy heterosexual, solo cálmate ¿te llevo a fu casa?.

—Boludo, me vas a hacer bosta el auto, ni en pedo lo tocas —. Se paró de la silla mientras su cuerpo se tambaleaba por todo el alcohol en su sistema.

—No lo voy a chocar, dale vení —. Lo tomo del brazo para sacarlo, casi no tenía fuerza para poder ayudarlo, pero lo saco y ayudo a subir a la camioneta.

—Raúl te juro que si la rompes te cojo.

—Ya quisieras Mario, que pajero que te pones cuando estás borracho —. Encendió la camioneta soltando una risa, en el segundo que piso el acelerador se dio contra un poste de luz, Raúl sacó el pie y miró con una sonrisa nerviosa a su acompañante.

—¡La concha de tu renegrida puta madre Rata de mierda! —. Miro a Raúl con furia, pero suspiro y acostó la cabeza en el respaldo del asiento —. Agradece que estoy borracho conchudo del orto.

Raúl sacó el vehículo del lugar como pudo, tratando de no romper nada más, el viaje fue tranquilo fuera de los nervios de Raúl de conducir cuando ya estaba anocheciendo, lo hacía más difícil teniendo en cuenta que había roto una de las luces de la camioneta de su amigo.

Al llegar lo ayudó a bajar, casi cayéndose al suelo por tener casi todo el peso del hombre sobre él, lo empujó hasta la cama y lo tiro, se sentó en el suelo apoyando la cabeza contra el colchón mientras trataba de recuperar el aire, le ardían los pulmones y brazos por todo el esfuerzo.

—Mierda, ¿podrías dejar de tomar tanto? Tenés panza cervecera —. Dijo aun jadeando sin mirar a Mario.

—¿Ya rajas?.

—Si, me tengo que ir, tengo que ser buen esposo, espero Rosi este bien —. Se levantó del suelo estirándose, sonando su espalda de inmediato.

—Ni en pedo, Vladímir está peor que mi culo, creo que tengo una lista mental de todas las enfermedades mentales que tiene —. Hablo mientras acomodaba su almohada preparándose para por fin dormir.

—¿¡Que!?, sé que dijiste que estaba mal, pero tampoco tanto —. Raúl se acercó con preocupación, teniendo en respuesta una mirada sin más que eso —. ¡Pero dame más!.

—No te tenía así Raúl, pero obvio te re doy, para eso están los amigos —. Dijo luego de soltar bastantes risas.

—¡Mario!.

—Fua, para, sensible, se nota que estas en tus días, solo digo que prestes atención que Vladímir no se vaya al baño apenas terminen de comer, seguro la va re ignorar a tu mujer también —. Comentó con un bostezo saliendo de entre sus labios.

—Supongo que eso me sirve —. Agarro la frazada y con cuidado lo tapo —. Gracias Mario, y haceme el favor de no tomar tanto, podría darte cirrosis.

—Nada que ver, yo soy re cheto, no te creas —. Estiro sus brazos y le dio un fuerte abrazo a su amigo, dándole palmadas rudas en la espalda.

—Bueno, bueno, tranquilo —. Resopló adolorido —. Te veo otro día.

RarosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora