Baile de amor

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Los temblores en su cuerpo habían cesado casi totalmente, caminaba en total tranquilidad acercándose hasta donde estaba su esposa, esa palabra le resonó en la cabeza durante todo el día, "esposa", sabía que su lengua sabría dulce al mencionarlo no podía estar más contento por el nuevo título que tenían el uno al otro.

Vio que Rosario se acercaba y hacía una reverencia burlona, una risa se escapó de su boca, tomo la mano llevándola a la pista de baile, la música tenue creaba un ambiente cálido que ambos disfrutaban, Raúl la tomo por la cintura pegando sus cuerpos y recostando su cabeza en el pecho de la mujer aun moviendo levemente sus cuerpos, sus manos jugaban tímidamente con la espalda desnuda de la mujer, suspirando con un sonrojo que dejaba confundida y enternecida a su esposa.

—¿Querés saber que canción elegí para hoy?.

—¿Cuál elegiste...?.

Se interrumpió a sí misma al oír una melodía que se le hacía demasiado conocida, a pesar de lo raro que era que ella se sonrojara mucho, sus mejillas se pusieron de un rojo ardiente al darse cuenta la canción que era, el tema que le canto a Raúl cuando se le declaró.

Esa canción cursi que hablaba de hielo y fuego, la cual Raúl no entendió, el día que fue su primer beso con alguien, su primer beso lejos de la lujuria y simplemente cariño inocente que la hizo sentir como si fuera una adolescente en su primer amor, para ella solo significo algo en su momento, pero no creía que a Raúl le importara tanto, no era capaz de creer que todavía la recordaba después de tantos años.

—¿Qué te pasa? —. Pregunto entre risas mientras se enderezaba, soltando sus manos de la espalda de su pareja, sus carcajadas se hicieron un poco más fuertes al notar que su ahora esposa usaba el velo para tapar su cara avergonzada —. Rosario me vas a matar de ternura.

—¿¡Cómo es que te acordás de esa canción!? ¡Qué vergüenza! —. Pego su cuerpo al de su pareja abrazándolo por la cintura.

—¿¡Vergüenza!? —. Inhalo y exhalo en un intento por parar sus risas —. ¿Cómo te puede dar Vergüenza? Es una canción tan hermosa, me siento apenado de no haberte cantado una, desearía tanto ser igual de talentoso que vos, mi rosedal —. Levanto el velo con lentitud, soltando un suspiro silencioso con algo de pena —. Lamento ser tan cursi, pero amo la canción.

—No podés amar tanto esa canción, es boba y super empalagosa, y dice cosas que... —. El simple echó de que su apodo cambiará de una rosa a un campo entero la dejaron hasta con las orejas del color de una.

—¿Cómo que tus pupilas no brillaban antes de conocerme?, ¿qué te asustaba la idea de que a pesar de amarme podría quemarte? Dijiste tantas cosas hermosas que solo quiero devolvértelo con más amor, ¡quiero ser cursi para vos hasta que te mueras! —. Estiro la mano de la mujer besándola —. Sé que suena cliché, pero mi corazón revienta de solo sentir tu presencia, solo oír tu nombre crea un temblor en mi cuerpo, haces que todos mis sentidos dejen de funcionar, solo vos podés hacer que me sienta como algo más que un tonto, me haces sentir especial, que realmente valgo.

Rosario abrió los ojos con sorpresa y bajo la mirada durante varios segundos, apenas pudiendo mirarlo a la cara por la pena que le daba, además de sus enormes nervios, Raúl jamás le habías dicho algo tan hermoso, estiro los brazos rodeando su cuello y dejando suaves besos en su mentón, Raúl soltó una risa mientras sus mejillas empezaban a calentarse por los besos, subió las manos hasta la espalda de la mujer acariciándola, podía ver la calma en el rostro del hombre mientras tarareaba la melodía dulce de su canción.

—Me gusta que seas cursi, te amo mucho por eso —. Su sonrisa se mantuvo cuando noto que Raúl tenía sus ojos cerrados esperando más besos, la mujer miro para todos los lados y le dio una fuerte nalgada.

RarosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora