Muy valiente

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Todo podría haber sido perfecto, pero a pesar de saber lo que querían los dos ninguno daría un paso, Rosario dio ese paso, pero era demasiado insegura para pensar que Raul querría más que sexo. Y Raul, el era igual de inseguro, malinterpretó todo ese cursi mensaje en la canción, todo segundo en el que la mujer cantó, cada segundo el pensó que Rosi lo amaba, que era su declaración, pero su inseguridad lo dejó con montones de pensamientos que no debían estar ahí.

-¿Quieres..? -. Raul trago en seco mientras miraba fijo a Rosario, pudo ver que se le apago ese brillo tan fuerte que tenía en los ojos.

-Claro, vamos adentro.

Por parte era verdad, ella no tenia tan asegurado que sentía algo, al menos no como Raul lo tenía asegurado, normalmente era el sexo lo que la hacía sentir querida, "Ya no quiero tener sexo con nadie más que no sea el" eso dijo, pero no, las cosas cambiaron, no se sentía tan amada, se sentía mas querida por los abrazos, por los besos, pero en ese momento sintió lo que sintió al principio, su mente se lleno de pensamientos como los de Raul, sintió que el hombre la quería solo para tener sexo, y si eso tenía que hacer para ser suya lo iba a hacer.

Ambos caminaron a la casa, entraron y la mujer se sentó en la cama y comenzó a quitarse la camisa, quitando los botones de los agujeros, podría seguir, pero incluso ese rarito se daba cuenta que Rosario tenía las manos temblorosas, era claro que ella no quería hacerlo, que solo se estaba obligando a hacer esto por el, se agacho en frente de la mujer y le abotonó la camisa, miró a Rosario y beso su mentón dulcemente mientras abotonaba el último botón.

-Creí que tu querías hacerlo -. Ella deseaba a más no poder, deseaba que su cara dejara de sonrojarse, aun que no era tan mala su situación a comparación de Raul.

-¡No digo que no! Pero se que no queres, así que.. ¿que tal si hacemos algo más? Cualquier cosa -. Su cara se puso literalmente roja mientras bajaba la mirada al suelo.

Rosario quedo en silencio y luego una risa salio entre sus labios, sus manos tocaron el mentón pinchoso de Raul y lo beso tal como el lo hizo, volvió a sentir esa audacia, lentamente se acerco más, y dio un beso más arriba, dio besos hasta que llegó al bendito lugar que odiaba besar, odiaba dar besos en los labios de cualquiera, pero su corazón latía con fuerza y la emoción corría por sus venas al pensarlo, pero jamás sería capaz de hacerlo, a menos que..

-¿Me dejas darte un beso?.

-Somos amigos -. La voz de Raul salía entre cortada mientras temblaba, su mirada estaba pegada a los ojos de Rosario.

-Ya hicimos cosas que no hacen los amigos, solo uno, dime si esta bien para ti.

-Yo... si, si por favor -. Dijo en voz baja mientras movía sus manos nerviosamente por no saber en donde ponerlas, incluso esa vez no se besaron en los labios, Raul jamás beso a nadie en los labios.

Rosario choco sus labios contra los del hombre, un beso mágico y hermoso para ambos, la chica era una experta en este tipo de cosas, Raul estaba teniendo su primer beso, pero aun así ambos estaban en el mismo nivel, ambos se besaron con total torpeza, nerviosos tomaron la mano del otro mientras hacían el enorme esfuerzo de no salir corriendo por la vergüenza, tanta adrenalina en sus venas.

Se separaron luego de unos segundos, se miraron a los ojos y soltaron risas, Rosi no lo pudo evitar y le dio un rápido beso de imprevisto, Raul quedo sorprendido, aun apenado decidió tomarlo como un juego y le devolvió el beso, y así estuvieron, una y otra vez dándose cortos besos dulces.

Cada día esos sentimientos eran más fuertes, decirle a Cris lo muchísimo que le gustaba Rosario no era opción para Raul. La mujer ni siquiera podía admitir lo que sentía luego de lo que paso ese día, se sentía apenada y irritada ante todo pensamiento de la respuesta que dio Raul.

Aun que estar besándose con el durante horas no fue algo desagradable, Rosario recordaba muy bien que tuvo que pasarse agua por los labios, ambos quedaron adoloridos de tanto besarse, pero claro que lo repetirían sin dudar.

A pesar de todo se sentía derrotada, como si hubiera sido ignorada, sabía bien que Raul no la escucho, su canción era muy específica, ella no podía creer ni un poco en la idea de que a ese hombre simplemente no la entendió, era claro que entendió, y lo hizo bien seguramente, pero no quiso dar una respuesta.

Ella ya sabía bien lo que tenía que hacer, Rosario siempre sintió que no valía nada, no valía lo suficiente como para exigir ser algo más que amigos con derechos, si es que realmente lo que tenían tenía algún tipo de etiqueta.

Estaba recostada en la cama y tiro su cabello para atrás, se sentó contra la cabeza y dio un suspiro, incluso con la poca importancia y amor que se tenía a sí misma no quería dejar esto en la nada, quería y debía ser fuerte con Raul. Se levanto de la cama y con valor corriendo en su venas, camino hacia la casa del hombre.

Se le salían los nervios por la boca, sintiendo muchas ganas de vómitar por el revoltijo de emociones en su interior, temblaba de manera leve mientras caminaba, decirle eso era tonto para ella, pues jamás había pedido algo así a ninguna persona, siempre había sido sexo y esa eran sus limitaciones.

Llego delante de la puerta, tenía náuseas mientras pensaba en cómo debía hacer para calmarse, su cuerpo tembló aun más, pero no toco la puerta se quedó ahí dando vueltas, pensando si debía o no entrar al lugar, trago en seco y infló sus mejillas tratando de tener todo el aire posible, solo un toque en la puerta y luego se alejo, respiro nuevamente y pensó en sí hacerlo de verdad.

RarosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora