Hombre tonto

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—Llegue chic.. —. Raul camino cabizbajo y con ganas de llorar, pero en cuanto llego ver esa escena casi lo hace reír.

Rosario miro a Raul con una sonrisa, tenía ojeras, pero se veía mucho más tranquila y hasta alegre, la chica le había puesto su abrigo negro a Cris, además de una falda.

—¿Qu..que le hiciste a.. a —. Raul estalló en risa y se sentó en la cama junto a los dos.

—Cris me ayudaba a doblar la ropa que tenia puesta ayer, dijo que le gustaba este así que se lo preste —. Rosario puso la mano en la cabeza del chico y la acaricio con dulzura.

—Si, supongo que esta ropa es bonita ¿me queda bien? —. El chico se paro frente a los dos, la ropa le quedaba grande y no era capaz de caminar en tacones.

Los dos adultos asintieron, eso hizo muy feliz a Cris, salió de la habitación diciendo que volvería en unos segundos.

Los amigos quedaron solos en la habitación, Raul miró a Rosario con una sonrisa, aun que no había duda de que en realidad había llorado todo el camino, sus anteojos lo tapaban, la mujer vio una diferencia en su mirada y se los quito a Raul, el hombre no presentó resistencia, tampoco emitió ni un sonido.

—¿Que paso con Miguel?

—Ya no se quien es, ya no le voy a hablar.. —. Cerró los ojos con fuerza mientras su labio temblaba en exceso.

—Raul...

Rosario abrazo al hombre quien solo trataba de no llorar, no podía, esa vez que lloro delante de Rosario se sintió como un tonto, los hombres no lloran, era algo bien metido en su cabeza, pero no lo podía evitar, solo quería llorar.

Por alguna razón su confianza con la chica era mucha, pero no soltó ni una sola lagrima, solo la abrazo cariñosamente, con ella se sentía libre, libre para ser un tonto cursi o ser un maricon, estaba bien, con Rosi todo estaba bien.

—¿Te sientes mejor? —. Rosario sonreía al ver que el chico mostraba toda esa vulnerabilidad delante de ella —. Eres muy fuerte, Raul, los dos somos fuertes ¿no? —. Se puso en el regazo del hombre y beso su nariz de forma dulce.

Raul bajo la mirada al suelo con sus mejillas algo rojas y soltó una risa nerviosa.
Si, Raul ya estaba en total entendimiento de lo que sentía, se sintió especial por recibir estas acciones por parte de la mujer más increíble.

Rosario dio dulces caricias en sus mejillas, se pincho un poco la mano por el mentón del hombre y luego bajo de su regazo, esos sentimientos crecían de manera veloz en ambos, no era algo que simplemente se pudiera evitar.

—¡Aquí! Son galletas —. Cris dejo las galletas delante de los chicos, parecían muy dulces, algo que a Raul no le gustaba mucho.

—Oh, yo no tengo.. —. Raul miro unos segundos a Cris, sabía que se quedaría sobre pensando, así que tomo una y casi vomita por el exceso de azúcar.

—Ten, también para ti, Rosario —. Paso una galleta a la mano de Rosario y vio como la comía sin problema.

Toda esta escena era adorable, los 3 comiendo como una familia, Raul y Rosario parecían los padres de Cris, todo era perfecto en la cabeza del hombre, adulto mayor.

Lo era, ya que al notar como Cris miraba a Rosi se atoro con la comida. Ahora lo recordaba, el se lo dijo y lo olvidó, Raul se sintió como un tonto, olvidó que a su hermanastro le gustaba Rosi, ambos compartían el sentimiento por la mujer, no quería dejar a Rosario solo como una amiga, pero si intentaba ser su novio Cris lo odiaría.

—Gracias por todo, Raul —. La chica abrazo al hombre con una gran sonrisa.

Ambos estaban afuera de la casa, Rosario se había quedado mucho tiempo ya, Raul se veía totalmente nervioso ante cualquier acercamiento con la mujer, pero aun así su corazón sentía un calor agradable al sentir el dulce abrazo.

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