Sexual

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Tw: Sexo explícito

Raúl sentía cierta molestia por su erección que rozaba su ropa interior, su lívido estaba muy alto en ese momento, cada segundo significaba una nueva fantasía sexual, rápidamente termino de lavarse la boca y salió con los nervios casi a flor de piel.

Vio a Rosario sentada en la punta de cama, sosteniendo el juguete que usaría para su hermoso, sin quitar esa sonrisa traviesa de su rostro, el hombre sintió sus mejillas calentarse ante la escena, se acercó a ella tímidamente mirándola mientras jugaba con sus manos.

—¿No vamos a seguir? Alguien parece que se puso muy tímido —. Acerco el dildo a la cara del hombre dando golpes con la punta en la mejilla de este, quien la miraba con vergüenza.

—Si vamos a seguir, pero no me hagas ponerme nervioso.

—No tendrías que estar nervioso, ya hicimos esto un montón de veces, ahora, encuerate Raúl —. Paso su dedo por encima de la entre pierna bajando el cierre de su pantalón.

Mantuvo su silencio luego de un pequeño jadeo a causa del toque, lentamente se quitó el saco respirando algo acelerado a pesar de estar más relajado por la confianza que transmitía su esposa, Rosario se sentía confundida al verlo tan tímido, en especial teniendo en cuenta que esta dinámica la llevaban probando hace años, a él le encantaba de sobre manera.

Ambas manos se pasaron a su cintura, dejando el juguete a un lado, luego de que se quitara la camisa, sus dedos juguetearon con el comienzo de su pantalón, con cuidado lo bajo completo junto a la ropa interior, teniéndolo por fin totalmente desnudo frente a ella, dejo suaves caricias con las yemas de sus dedos sobre todo su abdomen, agacho la cabeza dejando un beso en la cabeza de su pene haciendo que un fuerte jadeo de sorpresa y excitación saliera de los temblorosos labios del sumiso.

—No te corras tan rápido, "laucha" —. Levanto la mano pegando otra fuerte nalgada este soltó un gemido más fuerte y se sentó sobre el regazo de la mujer jadeando en su cuello.

—¡Si no querés que termine no hagas esas cosas!.

Rosario soltó una risa suave y acaricio su espalda con ambas manos, besaba su cuello dulcemente dejando algunas lamidas y mordidas suaves, bajo las manos hacia su trasero acariciándolo, luego subió la cabeza besando los labios de su esposo sin parar con sus movimientos.

—¿Estás bien? —. Pregunto la mujer al dar apretones suaves.

—¿Por qué no lo iba a estar?.

—Te ves nervioso...

—Solo que no lo hacemos hace tiempo, es una sobre carga de emociones, además también que actúas "así" —. Sus dedos bagaron por los brazos músculos de la mujer acariciando los pezones de esta contra el abdomen de su esposo.

—¿Más activa? —. Lado suavemente al sentir los vagos movimientos.

—Se te subió mucho de la nada eso de ser dominante —. Soltó una risa y acerco las manos de su esposa para que "acariciaran" su cuello.

—Seguro que es porque le reventé la cara a mi mamá, tengo la realidad alterada cuando hago esas cosas —. Sonrió dulcemente mientras sus manos rodeaban el cuello de Raúl como si de un collar se tratara, pasando sus pulgares y presionando la manzana de Adam con estos.

—¿¡Golpeaste a tu mamá!?, Rosario no podés hacer esas cosas, no está bien —. Jadeo de excitación al sentir como su pareja hacia algo más de presión en el agarre.

—Se lo merecía, no iba a dejar que alguien me cague mi día especial, ya no le voy a volver a hablar, ya no necesito aprobación de nadie —. Apretó un poco el agarre por un momento, Raúl se removió algo preocupado y esta la soltó —. Perdón, me enojo un poco —. Soltó una risa al notar que ese acto solo había excitado más a Raúl —. Pero parece que a alguien le gustan las mujeres fuertes...

—Ju... Juro que no tengo un fetiche con las mujeres musculosas, ¡solo se sintió bien! —. Tartamudeo totalmente avergonzado.

—Nadie te cree esa —. Dejo una pequeña mordida en su clavícula seguido de un chupetón, su esposo quedó relajado con ambos ojos cerrados, se sorprendió al sentir que era lanzado a la cama.

Raúl dio una sonrisa nerviosa en el buen sentido, Rosario abrió sus piernas y luego tomo la botella de lubricante a un lado de la cama, mojando sus dedos para meterlos.

—Juro que si le contás a alguien que me dejo hacer esto por vos, nos vamos a divorciar —. Jadeo Raúl mientras sentía el primer dedo entrar en su interior.

—No le voy a decir a nadie que dejas que tu amada esposa te la meta —. Soltó una risa baja dando toques y nalgadas juguetonas, saco el dedo un momento, el hombre echo un suspiro de paz hasta que sintió dos interrupciones en su interior haciendo movimientos de tijeras dentro de él.

—¡Mierda! —. Soltó entre jadeos, sus manos se dirigieron a su boca tapándola para no ser ruidoso.

—¿Qué pasa?, ¿duele mucho?, Podemos tomar un descanso o parar acá —. Apoyo la cabeza en su hombro parando los movimientos.

—N...no hace falta, estoy bien, vos seguí tranquila...

Otro dedo se unió a los que ya se habían adentrado, entrando y saliendo despacio mientras el cuello de Raúl se llenaba de constantes chupetones y mordidas, Rosario reía al ver a su esposo tan excitado y siendo tan ruidoso, sus piernas temblaban y mantenerlas flexionadas era imposible, sentía el hormigueo en cada parte sensible de su cuerpo, desde sus pezones a su entrada.

Soltó un suspiro tratando de calmarse en cuanto vio el juguete en manos de Rosario, quien lo llenaba del lubricante mientras tarareaba la canción que ambos amaban, el hombre sonrió con calma, se acercó y beso su mejilla para luego unir sus labios sintiendo que compartían la pasión y amor de solo tocarse, su esposa sonrió acariciando en medio del pecho del hombre, luego dio un suave empujón para que cayera en la cama nuevamente.

Escondió la cara entré en el pecho de la mujer al sentir la gran interrupción en su interior, la sensación era extraña y algo dolorosa luego de cierto tiempo, pero no quitaba el hecho de que estaba muy excitado, al punto que sentía que se correría en ese momento, se agarraba con fuerza a la espalda de la mujer entre largos jadeos y gemidos, echo la cabeza para atrás en la almohada al sentir que todos había entrado, podía sentir constantes caricias en su pecho y los besos en la clavícula.

—Déjame morderte el pecho mientras la metes ¿si? —. Pidió mientras sus caderas se movían levemente para sentir más el juguete.

—Siempre lo mismo con vos ¿no? —. Soltó una risa comenzando a mover el dildo lentamente, entraba y salía cuidadosamente escuchando los sonidos de su ruidoso esposo —. Te amo Raúl, mi esposo, mi mundo —. Dijo en un tono empalagoso abrazándolo con fuerza.

—Yo también te amo, Rosi —. Respondió casi ahogándose por los nervios.

Unieron sus labios en un beso suave totalmente endulzante, eso antes de que se volvieran demasiado pasionales, Raúl podía sentir como el juguete tocaba su punto g, golpeándolo con fuerza, jamás podría decirle a Rosario que "no le gusto tanto", sus gemidos llenaban la habitación y lágrimas de puro placer corrían por sus mejillas cada que sentía que el pene entraba y salía.

Sus manos se agarraban fuerte a sus hombros mientras sus labios y dientes jugaban con el pecho de su esposa de manera ruda, simples mordidas en el pezón eran dirigidas a la zona, además de algunos tirones, la cama rechinaba a pesar de ser una cara, Rosario no estaba siendo nada amable con el interior de su esposo, seguramente porque el lívido de ambos se estaba volviendo demasiado, más de lo que podían controlar, aun así les encantaba, eran dos personas incontrolables unidas, y eso era suficiente para cualquier situación.

RarosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora