Rosario tenía un auto, se lo había regalado su padre, por suerte solo lo había chocado 5 veces, así que funcionaba bastante bien, Raúl no tenía permitido tocarlo, por lo que Rosario se encargaba de llevarlos a la escuela a ambos.
Luego de dejarlos se fue directo a su trabajo, Rosario había conseguido trabajo en una farmacéutica, estuvo todo su día estresada, encargándose de clientes molestos, algunos que la conocían y pedían otro tipo de "ayuda", trataba de ignorar esos comportamientos como siempre, pero solo podía responder de manera agresiva.
O al menos mentalmente lo hacía, no era como si quisiera perder su trabajo, por más molesta y agresiva que se estuviera poniendo no podía mostrarlo, simplemente daba respuestas amistosas o chistes, jamás funcionaban, pero al menos lo intentaba, estaba algo floja con esto de trabajar.
—Rosario, vamos, solo será un rato, hasta podría pagarte —. Ofreció, uno de los hombres sacando algunos billetes de mil y restregándolo en la cara de la mujer.
La chica arrugó la nariz en respuesta, se mordió el labio, echo un suspiro, golpeaba sus dedos contra la mesa en un intento de calmarse además de pensar en Raúl.
—Te mordiste el labio, ¿aun así me dirás que no quieres?.
—Estoy muy ocupada hoy, y mañana, el año que viene y el resto de mi vida, vete por favor.
Echo un último suspiro y se volteó para acomodar las pastillas como hacía antes de que ese hombre llegara, se sintió algo intimidada al sentir que no solo no se iba, sino que ahora estaba con la mirada puesta en su espalda baja.
—¿Viniste a comprar algo?.
—Depende, ¿necesitas lubricante?.
Rosario hizo la mayor cara de asco que jamás pudo existir, le dio náuseas de solo escuchar tal abominación, pero se calmó, inhalo, y puso los codos en la mesa.
—¿Lo haces porque soy el putón del barrio?.
—Exacto, parece que no solo eres una chica bonita genio.
—¿Y piensas que alguien que cogió con medio mundo no tiene sida?.
Los ojos del hombre se abrieron con sorpresa y se alejó de ella, se volteó y salió casi infartado, eso fue suficiente para que Rosi se relajara lo mínimo.
Luego de ese acontecimiento se sentó a descansar dejando que uno de sus compañeros se encargara, agarro un cigarrillo y se lo puso en la boca dispuesta a fumar en paz, pero recibió una llamada inesperada, no era ni de Cris ni de Raúl, ambos estaban ocupados, y Rosi no hablaba con nadie más.
—¿Quién es? —. Pregunto mientras encendía el cigarrillo.
—¿Cómo que quien es?.
—Oh Miguel, ¿por qué me llamas? —. Abrió los ojos con sorpresa, no había hablado hace ya un rato con Miguel, y jamás la llamaba a ella.
—Quería que cuides a Vladímir.
—No puedo, tengo trabajo, luego tengo que ir a cuidar a Cris, y limpiar la casa, ya sabes esas cosas.
—Creí que eras menos, pero ahora te comportas más como una mujer digna —. Miguel soltó una risa y comenzó a toser por el esfuerzo que hicieron sus pulmones para esa acción.
—Cállate, Miguel, no tengo ganas de tus estupideces ahora, ¿por qué querés que lo cuide yo?.
—Porque quiero salir y si lo dejo solo los vecinos me van a molestar.
—Vladi, tiene nueve años, no esperes que piensen que lo que haces está bien —. Rosario quería evitar el tema, pero Miguel era otro nivel —. Eres tan estúpido.
—¿Yo soy estúpido?, a mí no me obligan a nada al menos.
—A mí no me gustaba alguien y le hizo daño a mi amiga por eso —. Respondió casi en un gruñido.
Miguel se quedó en total silencio, no esperaba que la mujer lo confrontara.
—Dijiste que no estabas enojada por eso.
—Y tú que éramos amigos, ¿necesitas algo más?.
—Que tengas un buen día —. Su voz tenía un tono de arrepentimiento.
Rosario le corto la llamada antes de oír alguna palabra o tener que responder a algo, no estaba teniendo el mejor día del mundo, estaba feliz de mudarse junto a las personas que más amaba, pero ahora estaba obligada a trabajar, soportar malos tratos y las preguntas de Raúl sobre "ese" tema.
Solo pasaron tres minutos desde la llamada de Miguel, la pobre movía sus piernas de manera frenética, sabía que ese hombre era capaz de dejar a Vladímir con cualquiera, sentía un gran coraje de solo ver como era Miguel con su hijo cuando ella deseaba tanto tener uno.
No pudo soportarlo más y lo llamo, no le importaba Miguel tanto como desearía, sabía que solo quería a alguien que cuidara a su hijo para poder salir a buscar una mujer.
—¿Por qué llam...?.
—¿Qué harás con Vladi?. —Pregunto preocupada.
—Si lo cuidas…
—No voy a hacer eso, no puedo.
—Entonces lo dejo solo, no hay más opciones —. Soltó Miguel en un suspiro aun sonando arrepentido.
—Lo llevaré a mi casa luego de que salga del trabajo, pero que sean solo unas horas y luego vienes por él.
—Me parece bien, ven a buscarlo cuando termines —. El tono de Miguel pasó de uno apenado a uno bastante alegre.
Luego de varias horas de trabajo desesperante por fin terminó, salió y fue directo a la casa de Miguel, llevándose al niño con ella, subió al niño en el asiento del conductor y empezó a manejar.
—Vladímir, ¡mira esos cachetes gorditos! —. Ella sonrió y tiro un poco de sus mejillas, su cara cambió al ver que Vladímir no decía ni hacia nada para evitarlo. —. ¿Vladi que pasa?.
—No me gusta estar gordito…
A pesar de que escuchar eso le dio una inmensa ternura a la mujer si se preocupó bastante.
—Tal vez podrías comer algo diferente, solo recuerda que eres pequeño, necesitas nutrientes.
—Solo como chatarra —. Dijo con una voz baja y rota.
—Eso es… Te daremos un poco de verduras y frutas cuando lleguemos, te gustaran, y ¿qué tal un baño?.
—Si, Por favor —. Hablo muy ilusionado mientras se apoyaba contra la parte trasera del asiento de Rosario.
—Así me gusta, nada de basura por hoy, pero tal vez tengas que dormir con Cris.
—Eso está bien, ¿Cris es bueno?.
—Seguro serán amiguitos.
Espero a que el semáforo se pusiera en rojo y beso la cabeza del niño, luego siguió andando, sabía bien que al padre de Vladímir no le importaba lo suficiente como para ir a buscarlo, o al menos no hasta mañana, solo esperaba que a Raúl y Cris no le molestaba la presencia del niño.
ESTÁS LEYENDO
Raros
RomanceRosario no era más que una puta, eso no evito que Raul comenzará a desarrollar sentimientos por ella. Rosario y Raul eran buenos amigos, se volvieron más unidos después que Miguel se alejara, pero desde esa borrachera Raul no pudo evitar ver a esa m...