Si, estoy loca.
En la soledad de aquella habitación en la que me quedo— en realidad, no tan sola, porque Júpiter se encuentra conmigo, acostado plácidamente en la cama— me arrepiento uno y otra vez de lo que le hice a Arakiel en la piscina.
Lo provoqué y luego me fui sin más.
Lo que no tuve presente es que, posteriormente, Arakiel podría ser capaz de tomar represalias contra mi y eso no es algo bueno considerando mi situación actual.
—Soy una completa idiota, Júpiter.— me quejo mientras me tiro a su lado, él solo respira rápidamente con la lengua afuera— Si fueras una persona, estoy segura de que me dirías algo como: tu misma eres responsable de tus actos y déjame decirte que fueron actos hechos con poca racionalidad o, para que suene menos técnico, "eres una pendeja".
Al estar tan cerca de él, logra pasar su lengua por mi nariz, sacándome una risita por la acción.
Debería pensar dos veces antes de hacer cualquier cosa, nunca sabré que esperar de estás personas que fueron capaces de comprarme y tenerme como una "esclava sexual",— gracias al señor, siguen sin obligarme a nada tan terrible, a excepción de que Arakiel me hizo estar completamente desnuda ante él— para que yo fuera su simple juguete.
¿Justo ayer no te había dado tanto asco aquel beso en el auto hasta el punto de hacerte vomitar y desmayarte, pero hoy estuviste extremadamente cerca de él, olvidando que le habías dicho que te daba asco?
¿Qué ocurre contigo, Ada?
¿Cuál es tu maldito problema?
El toque en mi puerta llama mi atención y hace que mis nervios se acrecienten al instante. Ahora si que odio cuando ese estúpido toque se hace presente. Milagrosamente, la voz que se escucha al otro lado de la puerta es la de Alba. Corro rápidamente hacia esta y antes de que pueda pronunciar algo, la jalo del brazo y la hago entrar a la habitación.
Hace un poco de equilibrio para no hacer caer la comida que lleva en una bandeja.
—¿A-Ada?— dice algo nerviosa por mi comportamiento— ¿Sucede algo?
—Estoy asustada, Alba. Cometí una estupidez y ahora estoy cagada de miedo.— suelto con rapidez.
—¿Q-qué hiciste?
—Es algo vergonzoso,— rasco mi nuca— pero, en resumidas cuentas, provoqué a Arakiel y ahora tengo miedo de que pueda hacer en mi contra.
Frunce el ceño—¿Lo hiciste enojar?
—No de ese tipo de provocar,— aclaro— lo provoqué.— hago énfasis en esa palabra mientras choco las palmas de mi manos.
De inmediato, forma una "O" con su boca y mira a otro lado.
—Ya, ya. Ya entiendo. ¿Pero, no me habías dicho que lo odiabas y que te daba asco, al igual que Luzbel?
—¡Y es así!— me siento en la cama y paso una mano por mi húmedo cabello debido a que me di una ducha hace poco— Pero... No lo sé.— digo en medio de un suspiro cansado.— Estábamos discutiendo estúpidamente por la atención de los perritos,— suelto un pequeña risita al recordarlo— luego me tiró a la piscina y el cayó conmigo, me reí de él y después... Bueno.— culmino sin querer contarle lo demás por vergüenza.
Alba me mira por un momento para luego colocar la bandeja en un escritorio que se encuentra en la habitación y se sienta a mi lado.
Nos quedamos en silencio por un momento, hasta que ella comienza a hablar.
—Yo también fui comprada.— confiesa con inesperada rapidez.
Mi rostro se estira en una mueca de sorpresa porque sus palabras, sinceramente, me tomaron desprevenida. No se que decir ante aquella confesión o como debería reaccionar y, cómo si ella leyera mis pensamientos, habla nuevamente.
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¿Tan solo valgo... Mil dólares?
DiversosY creí que el vender personas solo ocurría en ficción, novelas o fanfics escritos por niñas de trece años. Soy Ada Ralis, y fui vendida a unos hermanos que son totalmente capaces de destruir mi estabilidad mental, emocional y quizas... Físicamente. ...