¿Qué estaba pasando?
Hasta hace un momento, Arakiel y yo estábamos teniendo una estúpida lucha para ver quien embarraba de helado a quién.
Pero, todo termino con él... Besándome.
Estoy estupefacta, tengo los labios apretados y los ojos muy abiertos. ¿Por qué no se aleja? ¡Quiero que se aleje!
Coloco mi mano libre en su hombro con la intención de empujarlo pero...
—Ratita,— me interrumpe para luego sonreír— me basta con una simple llamada para que mis hombres asesinen a tu madre.
Aquellas palabras llegan a mi mente y no... No quiero que vuelva a decirme eso. Ya no quiero que me amenacen por no querer hacer lo que dicen.
No quiero que le hagan daño a mi madre.
Arakiel se separa de mi con el ceño fruncido, sin quitar la mano de detrás de mi cuello.
—¿No piensas mover tu estúpida boca?— cuestiona con tono severo.
Trago duro— P-perdón, es que...
—¿Es que qué?— me interrumpe al instante.
—No tengo idea de lo que tengo que hacer.— confieso rápidamente sin mirarlo a los ojos.
Y es completamente cierto. En mis diecinueve años— porque si, tengo diecinueve— nunca he tenido algo parecido a una relación con un chico porque es algo que nunca había llamado mi atención. Siempre me concentré en estudiar y tenía planeado comenzar la universidad en lo que terminé el colegio, pero mi padre no me lo permitió. Argumentó que solo iba a ser un gasto innecesario de dinero y que si lo desobedecía, pagaría por ello, y no es como si tuviera ganas de que me "reprendiera a su manera", así que, para no quedarme sin hacer nada, decidí buscar un trabajo para ayudarnos y así lo hice. Encontré trabajo de obrera en un McDonald's— es decir, limpiando el lugar—. Sin embargo, tuve un problema con una chica que estaba enamorada del gerente del lugar, pero este tenía los ojos puestos sobre mi, pero yo nunca le presté atención porque, además de que era muy mayor, me veía con morbo y eso me asqueaba.
La chica me culpó de haber robado dinero en el lugar y me echaron debido a eso, después de haber estado casi tres años trabajando ahí, comenzando como limpiadora de pisos a pasar a ser cajera.
El punto es que si, llegué a dar picos cuando era más joven como esos niños que ya quieren parecer grandes, pero nunca quise ir más lejos que eso. Sentía que podía hacer el ridículo si lo intentaba y esta no es la excepción.
Y claro, agregando que no quiero esto en lo absoluto.
Arakiel abre los ojos con clara sorpresa plasmada en su rostro.
—¿No sabes... Besar?— dice con una sonrisita incrédula.
—Si lo dices así, hasta se escucha vergonzoso.— siento mis mejillas calentarse por la vergüenza.
Esperé una burla de su parte o que me dijera que se lo esperaba de mi, pero nunca que dijera:
—Yo te enseñaré.
Abro los ojos y lamo mis labios nerviosa. No estoy nada de acuerdo con besar a un tipo que me raptó y que hizo lo que hizo esta mañana en aquella habitación. Pero, estoy segura de que si me niego, volverá a amenazarme y es claro que no quiero eso.
Después de todo, me compraron con un propósito.
—Solo sigue mis movimientos.
Dice antes de unir nuevamente mis labios con los suyos, cierro los ojos con algo de fuerza y me dejo guiar por el tipo frente a mi. Comienza a mover sus labios lentamente sobre los míos. Estos son estúpidamente suaves y el sabor a helado está ahí, el chocolate y la fresa combinándose— porque el de él era de chocolate—. Mis movimientos son torpes e inseguros, pero, poco a poco, puedo entender al ritmo al que va. La intensidad de aquella unión se intensifica y escucho algo caer suelo, para después sentir su mano en mi mejilla para profundizar el beso aún más.
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¿Tan solo valgo... Mil dólares?
SonstigesY creí que el vender personas solo ocurría en ficción, novelas o fanfics escritos por niñas de trece años. Soy Ada Ralis, y fui vendida a unos hermanos que son totalmente capaces de destruir mi estabilidad mental, emocional y quizas... Físicamente. ...