"Venus."
Ese es el nombre de el enorme bar al que nos trajo Luzbel y donde es mi obligación trabajar de ahora en adelante. Un lugar bastante llamativo y con música fuerte proveniente de él.
Al entrar, nos encontramos con personas bailando, riéndose y tomado como locos. Hay mesas por aquí y por allá y este está constituido por dos pisos, el cual es limitado por los barandales. Está lleno de gente que van vestidas muy bien y las luces neón en azul, morado y rojo le da un toque bastante sensual al lugar.
Hay tres bartenders en la barra sirviendo las bebidas y hay chicas con vestidos muy cortos y ajustados atendiendo a los clientes. También hay varios chicos que solo tienen un lazo rojo y una pequeña chaqueta de cuero que tapa sus pectorales y parte de su espalda. Y, por supuesto, no pueden faltar las chicas con poca ropa haciendo pooldans mientras que los hombres que disfrutan de la vista, les tiran billetes para que su bailes sean más eróticos.
—¿Qué te parece?— Luzbel se acerca a mi oreja para poder hacerse escuchar entre todo el bullicio del lugar.
—Mmm... ¿Lindo?— digo sin saber que comentar realmente.
Luzbel comienza a reírse para luego tomar mi mano y dirigirnos a una puerta alejada de todo el alboroto. Entramos y ahí se encuentran varias chicas maquillándose, haciendo que sus labios se vean tan rojos como si estuvieran sangrando, o están arreglando sus vestidos para verse aún más sexys.
—Estos son los camerinos,— informa señalando todo el lugar— aquí te puedes arreglar, maquillar o hacer lo que quieras. Te daremos un casillero para que guardes tus cosas.
Asiento y no puedo evitar sentirme poca cosa al detallar los cuerpos de las chicas y al ver como les quedan tan bien aquéllos vestidos muy ajustados y cortos.
—¡Chicas!— exclama Luzbel repentinamente, estas se percatan de sus presencia y todas se acercan para saludarlo y darle besos en la mejillas, algunos bastante cerca de sus labios. Suelto una risa nasal incrédula— ¿Por qué no están trabajando aún?
—Estamos haciéndonos los toques finales.— responde una pelirroja ajustando descaradamente sus pechos.
—Ya, ya. Se ven ridículamente hermosas.— comenta con una sonrisa— Pueden irse ahora.
Sin rechistar o lejos de quejarse, las chicas se van y nos dejan a solas.
—¿Te las cogiste a todas?— cuestiono sin siquiera pensarlo.
—A tres de ellas.— woa, que sinceridad— Las otras dos están a punto de caer.
Hago una cara de sorpresa fingida. Aunque tengo que aceptar que su sinceridad en este asunto es bastante particular. Pero, viniendo de él, realmente no me sorprende.
—La luna debería sentirse envidiosa por la hermosa luz que irradian tus ojos.— expreso con una mano en el pecho y de una forma algo dramática.
Él abre los ojos con confusión al escuchar mi inesperado piropo y entreabre la boca un poco.
—¿Estás... Intentando seducirme?— cuestiona luego de volver en si y comenzar a acercarse a mi lentamente.
Coloco una mano en su pecho para deternerlo— Esa es una frase que podrías utilizar para que caigan más rápido, querido. El piropo no iba para ti.
Él bufa y hace un puchero desilusionado.
—Ya me había ilusionado. Eres mala.— cruza los brazos, enfurruñandose en su lugar.
Suelto otra risa nasal.
—No tienes moral como para decirme "eres mala".
—Touché.
Le doy un golpecito en el brazo y el finge sufrir un inmeso dolor. No puedo evitar reírme por su exagerado dramatismo.
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¿Tan solo valgo... Mil dólares?
De TodoY creí que el vender personas solo ocurría en ficción, novelas o fanfics escritos por niñas de trece años. Soy Ada Ralis, y fui vendida a unos hermanos que son totalmente capaces de destruir mi estabilidad mental, emocional y quizas... Físicamente. ...