Ya en la noche, personas desconocidas comienzan a llegar a la mansión y a llenarse con el bullicio de estas. Luzbel contrató una maquillista para que me arregle ya que sabía que Alba estaría muy ocupada con los aperitivos y el atender a los invitados. Desde que pasó lo que pasó con Arakiel en aquella habitación y que Alba nos viera; no sé si es paranoia mía o estoy sobrepensando las cosas, pero he sentido que ella me ha estado evitando e ignorando el resto del día.
Diablos, esto no me gusta para nada.
—¿Te gusta?— cuestiona la maquillista viéndome a través del espejo. Si que hizo un buen trabajo, parezco actriz de telenovela sin exagerar.
Mi vestimenta consta de un vestido de cuello alto y mangas largas. La espalda va descubierta, con finas cadenas de forma horizontal sosteniendo cada extremo del escote. Es ajustado, y la parte de las caderas es parecido a la espalda, solo que son cuerdas gruesas que van cruzadas.
—Me encanta.— sincero con una sonrisa.
Le agredezco a la maquilladora y esta toma sus cosas para luego irse.
En realidad, tenía planeado el quedarme toda la noche en la habitación hasta el otro día que se terminara todo esto. No quería estar entre todas esas personas que tienen pinta de ser unos estirados de mierda. Sin embargo, técnicamente fui obligada a estar en la fiesta.
—Voy a quedarme toda la noche aquí, en la habitación. De todos modos, no conozco a nadie de ahí.— informé al rubio que había venido un momento para hablar conmigo, me encontraba echada en la cama, hablándole sin mirarlo.
—Ay, lindura. Eres tan divertida.— se acercó a la cama, subió con cuidado y lentamente me acorraló contra esta, posicionandose sobre mi, con las manos a los lados de mi cabeza. Mi corazón comenzó a bombardear sangre con rapidez.— No es pregunta...— susurró a la par que se acercó a mi rostro y rozó mis labios— Es obligación.— sonrío con picardía.
—¿Por qué?— alargué la última vocal, como si estuviera haciendo un berrinche.
—Porque si.— al igual que yo, alargó la última vocal en tono divertido para luego unir sus labios con los mios por un momento; sentí aquellas estúpidas cosquillas en mi estómago.
Cuando nos separamos, suspiré pesadamente, molesta conmigo misma e intentando disimular el alboroto en mi interior.
—¿Tengo otra opción?— cuestioné rendida.
—Obvio que no.— volvió a besarme con suavidad.
Me doy una pequeña cachetada al sentir mi rostro enrojecer al recordar esa idiotez. Esto no me está gustando nada, no entiendo que es lo que está ocurriendo en mi interior o el porque de los acelerados latidos de mi corazón cada que estoy con Luzbel o Arakiel.
¿Es posible que me estén... Gustando?
¿Ambos?
¡Decirlo así suena tan horrible! ¿Cómo si quiera me pueden gustar dos personas a la vez? Además, no es tanto que me gusten dos persona, el asunto está en que sean "ELLOS" esas personas.
Me niego a aceptar que mis sentimientos han cambiado por las personas que me separaron de mi madre.
Ellos me compraron como a un juguete, y es claro que no se arrepienten de ello.
Respiro profundo antes de salir de la habitación y dirigirme a el primer piso, donde se está desarrollando la fiesta. Al llegar al comienzo de las escaleras, observo a todos desde esa altura. Hay muchos que también están en el segundo piso en las mesas que colocaron; se me quedaron viendo con extrañeza.
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¿Tan solo valgo... Mil dólares?
De TodoY creí que el vender personas solo ocurría en ficción, novelas o fanfics escritos por niñas de trece años. Soy Ada Ralis, y fui vendida a unos hermanos que son totalmente capaces de destruir mi estabilidad mental, emocional y quizas... Físicamente. ...