14. La necesidad de...

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La luz del sol comenzó a molestar en mi rostro, así que me remuevo entre las sabanas para evitar el estúpido resplandor, pero, ya me había despertado, no puedo volver a dormír luego de haberlo hecho, siempre ha sido un ridículo problema que tengo. Como una ráfaga de viento, los recuerdos de lo que había ocurrido anoche, llegan a mi mente estrepitosamente. Me incorporo de forma violenta, mareandome un poco en el proceso, sin embargo, al ver alrededor, noto que estoy en la habitación en la que me estoy quedando.

Ayer... yo me había quedado dormida... en la habitación de Luzbel.

¿En qué momento llegué a aquí? ¿Acaso todo... fue un sueño?

El notar que no llevo nada de ropa, me basta para cerciorarme de que no fue un sueño; si fui a la habitación de Luzbel... desnuda.

Pero él... él no me hizo nada... ¿Acaso es posible que un hombre que predica una y otra vez que quiere follarme, no me haga nada al verme completamente desnuda y literalmente haberme tenido entre sus manos?

Maldita sea.

¿Cómo fue posible que hice todo eso?

Siento que fue aquella parte desesperada de mi, la cual espera con anhelo el ver a mi madre nuevamente la que me hizo actuar de aquella manera. Siento mi rostro calentarse y llevo mis manos a este.

Que desgracia.

De verdad que todo aquello que hice anoche fue una locura. Nunca creí llegar a hacer algo así. Pero lo que más me extraña es el comportamiento de Luzbel. Recuerdo que el primer día que estuve aquí, me dijo que debería acostumbrarme a esto y que me entregara rápidamente porque no tienen paciencia. No obstante, me serví en bandeja de plata y aún así él... no me tocó en lo absoluto, solo... me abrazó.

Esto es una completa locura.

Después de un rato, decido irme al jardín junto a los perritos y jugar un rato con ellos para despejar mi mente. Alba aparece por las puertas de entrada y coloca una bandeja con comida en una bonita mesa para comer al aire libre.

–Aquí está el desayuno, Ada.— dice con una sonrisa y luego se acerca a mi.

Me encontraba en el suelo mientras le rascaba la panza a Sol y sonrío un poco en respuesta. Ella se agacha y acaricia al energético Jupiter que corría a todos lados.

—¿Estas bien?— cuestiona repentinamente. Yo la observo un poco confundida por su pregunta y ladeo la cabeza— Es que ayer estabas... extraña. Y, como te dije anoche; si necesitas hablar con alguien, estaré dispuesta a escucharte.

Abro la boca y luego la cierro para sonreír abiertamente. Me acerco a ella y le doy una abrazo, ella corresponde y pasa sus manos por mi espalda, apretujandome entre sus brazos. Después de un momento, nos separamos y tomo sus manos.

—Eres la única razón por la que no me he vuelto loca en este lugar. De verdad, gracias.— sincero, apretando sus manos.

—Siempre que lo necesites, estaré ahí para ti. No lo dudes.

Aprieta mi mejilla como si fuera una niña pequeña y se levanta para luego dirigirse al interior de la mansión.

Por alguna razón, me siento culpable al involucrarme tanto con los hermanos, porque para Alba, es claro que son importantes. Por eso siento que no puedo hablarle de mis problemas, porque siento que de alguna manera la estaría traicionando. Alba es una persona muy buena y lo último que quiero es lastimarla.

Suspiro pesadamente antes de dirigirme a la mesa y sentarme en esta para comenzar a desayunar, ya que me había despertado bastante temprano.

Aún está en mi mente el hecho de que Luzbel me llevó a la habitación. ¿Se tomó la molestia de hacer eso? Es decir, simplemente me podría haber despertado y yo me hubiera ido a mi habitación por mi cuenta. En cambio, me cargó y me acostó en la cama y, fue lo suficientemente delicado como para no haberme despertado en ningún momento. Tomo una trago profundo del jugo de naranja que acompaña mi comida en un intento por desaparecer las extrañas y nada placenteras cosquillas en mi estómago.

¿Tan solo valgo... Mil dólares?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora