11. Almuerzo.

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Me encuentro acostada boca arriba en la cama de la habitación. Hace un rato, me levanté a cepillarme los dientes y volví a acostarme.

No quiero salir de esta habitación nunca más. Me voy a quedar aquí por siempre porque, caí en cuenta de que me besé con los dos hermanos el mismo día.

¿Quién eres tu y que hiciste con la Ada que conozco?

Siento mi rostro enrojecerse y coloco ambas manos sobre este. ¿Qué hice como para que mi vida tuviera que cambiar súbitamente a esta situación tan bizarra?

Además... Me siento algo patética por lo que ocurrió anoche con Arakiel, porque, si lo ves desde cierta perspectiva... Indirectamente le estaba pidiendo que me follara.

¡ESTO NO PUEDE ESTAR PASANDO!

No le estaba pidiendo eso, simplemente le estaba dando el permiso de hacerlo ya que, aunque no se los diría porque serían capaces de no soltarme nunca por simple orgullo, así podrían dejarme ir más rápido. El punto es que se aburran de mi y me dejen ir lo antes posible.

Pero, ambos me dijeron que no harían nada hasta que de verdad quiera y al momento pueda disfrutarlo.

¿En que cabeza cabe?

¿Cómo podría disfrutar el tener sexo con alguno de los dos? Es algo sumamente irreal. Me raptaron, amenazaron y ahora vivo aquí en contra de mi voluntad.

Si, están muy locos.

Suspiro casada ya que mis pensamientos lo único que han hecho durante todo este tiempo es hostigarme.

El estúpido toque— el cual ya aborrezco— en la puerta hace que frunza el ceño y me incorpore.

—¿Ada?— escucho la voz de Alba al otro lado de la puerta. Ya vino una vez a traerme el desayuno, ¿Ahora qué?— ¿Estas bien?

No he querido hablar mucho con ella ya que me siento algo incómoda después de haberla visto irse con Arakiel a quien sabe donde a hacer quien sabe qué. Ella me había confesado que se había enamorado de los dos, pero no me dijo si lo sigue estando. El hecho de haberme besado con Arakiel y Luzbel sabiendo que todavía pueden gustarles, me hace sentir bastante mal.

—Si, estoy bien.— me limito a decir.

—Es hora del almuerzo.— informa. ¿Y a mi que me importar? Se supone que siempre me trae las tres comidas a la habitación.

—Puedes pasar.— permito.

Al abrir la puerta, veo a Alba primeramente, pero, esta no está sola; un tipo fornido y con bigote está detrás de ella. Frunzo el ceño al verlo y luego miro al Alba.

—Perdón, solo sigo ordenes.— se disculpa bajando la cabeza y me extraño aún más.— Vamos, Oliver.

El tipo que parece un luchador se acerca a mi y al instante el miedo en mi comienza a crecer. Me bajo rápidamente de la cama y este me acorrala contra la pared rápidamente.

¡¿Qué diablos quieren hacerme?!

Intento golpearlo para que se aleje, pero con un rápido movimiento, me encuentro colgando del hombro de aquel dinosaurio.

Comienzo a patalear y a golpearlo con fuerza por la espalda, pero este no se inmuta. Comienza a caminar fuera de la habitación mientras yo grito una y otra vez que me suelte.

Caminamos hasta llegar al... ¿Comedor?

Arakiel, Luzbel y la chica rubia que vi el primer día que llegué a aquí, estaban sentados en la mesa. Al llegar en su totalidad, el dinosaurio me coloca delicadamente en el suelo.

¿Tan solo valgo... Mil dólares?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora