Recapitulemos.
Hasta hace unas horas, estaba con mi madre teniendo una... vida; y no me atrevería a decir una "vida normal" cuando mi padre, en ciertas ocasiones, nos hacía vivir un maldito infierno. El muy idiota, sin siquiera pensarlo racionalmente, me vendió— algo de lo que estoy muy segura de que no es para nada legal— a unos tipejos que conoció el mismo día, y solo pidió mil dólares por mi compra. ¡Bravo, papá! Eres increíble.
Esperen, esperen, aún no termino.
En la madrugada, esos tipos se metieron a mi casa, ataron a mi madre y a mi, me drogaron y me trajeron a un lugar desconocido.
¡Todo esto es una completa mierda!
Y, ahora, estoy frente a unos de los hombres que me raptó y que, de paso, me llamó "ratita".
Una situación bastante divertida, ¿No creen?
Nótese el sarcasmo.
Ustedes me ven narrando muy despreocupadamente, pero, en realidad estoy cagada del miedo. Tengo ganas de llorar y mi respiración se ha vuelto bastante pesada debido a los nervios que se adueñaron de mi desde que el tipo de pelo negro hizo presencia en la habitación.
—Por si no me conoces, ratita chillona, mi nombre es Arakiel.— dice de forma despreocupada. ¿Acaso es muy normal que hayan raptado una chica? Corrijo... comprado y raptado.
Lo miro sin responderle, él supira pesadamente.
—Mira, solo vine a aquí para decirte que dejaras tu maldito escándalo. No me gustan los ruidos molestos, y te puedo asegurar que tus ridículos gritos son unos de ellos.— sonríe de forma sarcástica al finalizar de hablar.
—Eres un...— aprieto mi puño con fuerza.
—¿Qué soy, eh?— cambia su sonrisa sarcástica a una burlona— Vamos, dime que soy.— reta aquel tipo que, a diferencia de Luzbel, sus ojos son completamente negros.
—Eres un maldito hijo de puta.— blasfemo con rabia pura plasmada en mi voz— ¡Aún no comprendo como pueden ser capaces de hacerme toda esta mierda! ¡¿Qué tienen dentro de sus putrefactos cerebros?!— gesticulo una mueca de desagrado— Son unos asquerosos depravados sin escrúpulos.
—Woa...— estira su rostro en una expresión de fingida sorpresa— ¿Eso debería lastimarme?— ladea un poco la cabeza— Que divertida eres.— da unos pasos hacia mi, los mismos que retrocedo—Tan solo eres una insignificante ratita que no para de chillar, eres muy molesta.— retrocedo hasta el punto que choco contra la fría pared; el tipejo que está enfrente de mi que, aparentemente, lleva por nombre Arakiel, me acorrala contra esta.
Tengo miedo, mucho miedo. No sé que diablos piensan hacerme, pero puedo darme una idea de las repugnantes intenciones que tienen conmigo. No por nada compran a una chica. Tan solo buscan satisfacción personal.
¿A esto me condenó mi papá? ¿A que unos tipos con problemas mentales... me violaran?
—Solo haz silencio y te trataré bien, ratita.— lleva su mano a mi mejilla y la acaricia un poco. Su toque solo me hace sentir un asco profundo y muchas náuseas.
Trago duro y cierro mis ojos con fuerza esperando a que me hiciera algo más, pero el calor del cuerpo ajeno desaparece y al abrir los ojos, me encuentro con que, aquel tipejo, se encuentra saliendo de la habitación.
—Adiós, ratita.— sonríe antes de irse por completo del lugar.
Parpadeo confundida pero a la vez, enormemente agradecida porque no me hizo nada. Sin embargo, no debo confiarme en lo más mínimo, porque no me compraron para mantenerme o algo parecido.
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¿Tan solo valgo... Mil dólares?
De TodoY creí que el vender personas solo ocurría en ficción, novelas o fanfics escritos por niñas de trece años. Soy Ada Ralis, y fui vendida a unos hermanos que son totalmente capaces de destruir mi estabilidad mental, emocional y quizas... Físicamente. ...