9. Doncella.

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Luzbel une nuestros labios en un beso.

Aunque, primeramente no reaccioné a este, apretando mis labios, sentí que no tuve más opción que corresponder. Sus labios se mueven delicadamente sobre los míos, como si tuviera miedo a lastimarme o algo parecido.

O simplemente estoy alucinando.

Podría disfrutarlo, podría dejarme llevar por la ridícula suavidad de los labios del rubio frente a mi; sin embargo, sentiría como si me estuviera traicionando a mi misma al disfrutar un beso proveniente de una de las personas que arruinó mi vida.

Me limito a solo seguir el ritmo del beso, teniendo presente que esta es mi realidad de ahora en adelante, a la cual me tengo que acoplar si o si... O por lo menos hasta que me acueste con ellos y me liberen de una vez por todas.

Ellos... Ja, decirlo en plural es tan irónico. Tengo que acostarme con dos chicos, lo cuales me raptaron y me obligan a vivir en su mansión, para así poder salir de aquel encierro y poder ver a mi madre nuevamente.

En medio del beso, el chico de ojos azules toma mis muñecas y me hace rodear su cuello con mis brazos, él lleva ambas manos a mi cintura acercándome más a su cuerpo, profundizando aún más la unión de nuestros labios.

Si dijera que Luzbel besa mal, lamentablemente estaría mintiendo porque, realmente, lo hace muy bien, y es claro que yo no soy ninguna experta. Y aunque detesto admitirlo, hay una perfecta sincronía en el movimiento de nuestros labios, provocando que todo a mi alrededor desaparezca y se vuelva sordo. ¿Por que se siente de esta manera?

La unión se vuelve más salvaje y desenfrenada, nuestras lenguas entrelazándose una y otra vez.

¿Qué está ocurriendo? Quiero tenerle asco, quiero alejarme y decirle que me causa repulsión, quiero decirle hasta el mal del que se va a morir... Pero, simplemente no puedo.

¿Por qué no puedo hacerlo?

Luzbel se separa un poco de mi, permitiendonos respirar un poco. Nuestras respiraciones están agitadas y nuestro labios rozan peligrosamente, tentando a otro beso.

—¿Te causó asco?— cuestiona con una sonrisa engreída mientras mira mis labios con descaro.

—Oh, si que lo hizo.— susurro acariciando sus rulos dorados. Supongo que parte de la culpa de lo que estoy haciendo va para el alcohol. Bebí mucho vino.

—Si tanto asco te dió... ¿Por qué no te separaste en medio del beso?

—Podrías matarme y quiero vivir por más tiempo.— intento justificar.

—¿Lo haces por supervivencia?— cuestiona levantando una ceja pero sin separarse ni un poco. Manteniendo aquella corta distancia.

—Algo así...— las palabras que salen de mi boca a continuación me sorprenden a mi misma— Y también es supervivencia el querer que lo hagas de nuevo.

Espera... ¿Qué mierda acabo de decir?

¿Qué es lo que acaba de salir de mi boca?

Si, tomé mucho vino.

A diferencia de mi rostro, que no muestra alguna emoción en específico, Luzbel tiene los ojos más abiertos de lo normal y las cejas levantadas, viéndose sorprendido por aquellas palabras que ni yo planeaba decir.

—Tu... ¿Quieres que te bese de nuevo?— dice en medio de una risa incrédula. Créeme, amigo, ni yo me estoy entendiendo ahora mismo.

No entiendo que diablos me ocurre.

—Puede ser,— suelto sin pensar— a lo mejor. Pero, si no quieres, yo perfectamente puedo ir...

Soy callada cuándo aquellos labios ajenos se estampan contra los míos con más deseo que la vez anterior. Correspondo al instante dejándome llevar por la sensaciones extrañas que están comenzando a aflorar en mi interior, sintiéndome aún más embriagada por el perfume masculino que inundan mis fosas nasales.

¿Tan solo valgo... Mil dólares?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora