Capítulo 4

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2014, Diciembre 24


«Odio.»

Blanco. Un color tan puro e inocente a mi parecer, que ahora adorna cada maldito centímetro del lugar. El sonido de los villancicos que cantan los empleados fuera de la hacienda hace que me duela la cabeza. ¿Qué tan ordinarios tiene que ser? Hacer galletas en familia, o tan siquiera pensar en escribirle a Santa. ¿Hay gente idiota que aún lo hace? ¿Niños ingenuos con esa creencia aun? Fechas como esta debería de estar de fiesta en fiesta, disfrutando mí vida.

«Tienes 14 años.»

La edad es tan irrelevante cuando poseo algo que abre puertas y consigue lo que deseo. Pero mi última salida me dejo un poco expuesta por lo que aunque no deseaba venir, fui obligada, por no decir que mi padre me amenazo si hacia algo para arruinar la cena navideña de Liana. Salgo de mi habitación para "cenar" en familia. Desde que tengo uso de razón nunca ha habido estas cenas.

Todo eran fiestas a las que mi padre asistía por compromisos, era dejarme con alguna niñera o sola cuando prometía que no haría nada. Navidades aburridas, que el toque de vida se lo daba ese rico vino con el que halle compañía hace un año. La forma en que adormecía mi mente, si bebía lo suficiente dejaba de pensar en mi madre.

La cena es la típica costumbre familiar, misma imagen que proyectamos en fotos de revistas. Somos casi como robots al momento de posar, tan solo dos gestos podemos hacer. Sonreímos tanto que la gente llega a creer ese gesto, es tan solo una máscara. Un movimiento a lo lejos llama mi atención para ver tan solo un gorro gris perdiéndose en una esquina.

Al llegar al comedor me trago los chistes sarcásticos que tratan de escapar. Todo es tan, un largo suspiro hace que me recomponga para poner mi mascara. Le sonrió a mi abuela cuando me mira, el aspecto de ella es lleno de vida y alegría por fin tener a su hijo y nieta junto a ella. Dos besos en la mejilla son suficientes para un saludo mientras escucho sus halagos sobre mi vestimenta.

― Eres tan hermosa y mi nieta favorita.

― Claro que lo soy ―veo a mi padre con un vaso de ron viendo a Liana al otro lado ― Espero ser tu única nieta.

― Lo eres, pero estoy abierta a tener más nietos.

Le sonrió tragándome las ganas de decir que eso nunca pasara. Suficiente tengo con hacer lo que Liana desea como para tener un pequeño humano robando el poco tiempo que mi padre me da. Liana aparece sonriéndonos con una bandeja en manos. Veo un enorme pavo que me hace preguntarme, ¿Quiénes se comerán todo eso?

Tomamos asiento mientras mi padre se encarga de adular la cena de mi madrastra. La zalamería están exagerada que si pudiera, vomitaría porque nunca lo vi de esa forma. Siempre es tan difícil de conseguir que demuestre algo, y verlo con Liana me hace dar cuenta que ahora tal vez es feliz. ¿Antes no lo era? Muchas preguntas surgen pero para no echar a perder mi noche, quedan de lado.

La cena es rica es algo que no negare. Pero escuchar en cada momento a mi padre decir "Había olvidado una cena hecha con amor" "Te quedo delicioso amor mío" "Creo que se porque me case contigo" "Eres lo mejor que pudo pasar" Me mordí la lengua al escuchar eso último porque no sé si lo hacía adrede o era lo suficiente estúpido como para decir eso sabiendo todo lo que he pasado.

― Deja eso Odette ―viéndolo con reto tome un sorbo del vino degustándolo ― Eres una niña, no debes de tomar.

― Es navidad padre, creo que una sola copa no me hará daño ―le hago un mohín sabiendo que será suficiente para salirme con la suya.

Dejame AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora