Capítulo 5

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Presente

Septiembre 3


Un fuerte estruendo retumba por los cielos haciendo saltar a Jess a mi lado. Trato de ir lo más lento que deja la tormenta que se ha desatado a horas de entrada la noche. En tan solo segundos el clima cambio con el tronar de dedos. Ni siquiera tuve tiempo de guardar mi ropa, tan solo tome a Jess para traerla conmigo para regresar a la hacienda.

«Necesito mi celular.»

Golpeo el volante para acelerar mientras mi corazón retumba contra mi tórax, el cabello se me pega en la frente y la nuca por el calor que mi cuerpo siente por la carrera que tuve que hacer desde la bodega hacia la casa seguida de Lucas que me aviso que mi abuela tuvo un accidente, y pedían mi presencia en la hacienda. Miles de imágenes catapultan mi mente, y el maldito silencio solo se rompe por la cantidad de truenos que caen.

Una maldita semana me restregué en mi dolor lejos de todos, mientras Jess estaba perdida en la biblioteca, tuve el tiempo en contra de mí. Cada noche ella me perseguía en mi sueño, gritando porque la buscara. El maldito dolor solo hacía que me sintiera impotente, reviviendo como fue alejada de mí. Noches sin dormir refugiándome de nuevo en el alcohol, tomaba hasta adormecer todo en mí y era la única forma de poder dormir sin que ella me persiguiera.

«Pero no siempre funcionaba.»

Estaba tan cansada de aparentar estar bien frente a todos. Estar de vuelta en este lugar solo ha hecho que las pesadillas regresen, y es como si solo hubieran estado adormecidas esperando su momento para atormentarme. A veces deseaba que todo estuviera en silencio, pero el estarlo era suficiente para saber que me haría mierda con mis pensamientos.

«Concéntrate.»

Entro a la calle directo a la hacienda acelerando sabiendo que no me topare a nadie. Agarro tan fuerte la palanca de cambios que mis huesos crujen y sé que no es posible, pero desearía poder arrancarla y tirarla. Los minutos se vuelven hacer eternos, y la lluvia es como una melodía que trata de calmar el miedo ante lo que paso. Tan solo una frase "Tú abuela tuvo un accidente" fue suficiente para alejarme corriendo directo a la casa.

Me muevo inquieta en mi lugar mientras la hacienda empieza a hacerse visible mientras un suspiro suelta mi pasajera. Evado una carreta que no he visto sintiendo el corazón en la boca, derrapando el auto a unos metros de la entrada saliendo en un segundo, mismo segundo que es suficiente para sentir la cantidad de agua que cubre mi cuerpo. Las luces están encendidas para distinguir a Pablo dando órdenes.

Subo las gradas abriendo las puertas escuchando pisadas detrás de mí, ignoro las voces de todos corriendo a su habitación. Entro como si el diablo me persiguiera, y el verla sonriendo calma un poco el miedo pero no quita el temblor de mi cuerpo. Sonrió mientras mis ojos se cristalizan al verla con una férula en muñeca y un golpe en su rostro.

― Mi niña, pedí que no te dijeran hasta mañana.

¿No decirme nada? Sabe que siempre iré si algo le pasa. La doctora solo nos mira mientras sigue guardando sus cosas, ignoro la forma en que me observa al reconocerme. Hace mucho tiempo la vi, y el hacerlo de nuevo remueve cosas dentro de mí, que he querido olvidar. Tomo asiento al otro lado de la cama mientras presto atención a lo que ella le dice a mi abuela.

Tomo su mano buena notando algunas manchas en el dorso, y las líneas de su piel que ahora son más marcadas. Rosa entra a la habitación llevándose consigo a la doctora a su habitación que se preparó. ¿Quién será lo suficiente loco para conducir con este clima? Solo yo por lo visto.

Dejame AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora