Capítulo 20

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Todos se hacen a un lado cuando me miran, camino por los pasillos tratando de encontrarlos. Camino hacia el despacho pero ni siquiera se encuentran, entonces se dónde están. Al pasar por la sala ignoro los gritos de mi abuela por mi apariencia, le lanzo una mirada a Liana porque me siento traicionada por ella. Veo a Lorenzo custodiando la puerta, lo que contesta mi pregunta. Las voces al otro lado tan solo se incrementan mientras me acerco.

Se hacen a un lado, así que azoto la puerta cuando entro y todo queda en silencio. Lo primero que capto es al primer mentiroso que tiene el papel de protegerme, la puerta se cierra y tiro el folder en la mesa frente a él. Quiero ver una pisca de arrepentimiento, de sorpresa porque deseo que él no este confabulado en esta red de mentiras. Pero la furia solo se incrementa al no inmutarse al reparar en las fotos.

Es como si él que por fin lo supiera no le importara ahora, tan solo sigue observándome sin demostrarme nada. Nos miramos a los ojos, reparando que paso dar ahora. Siento mi cuerpo hervir, y deseo tanto explotar, destruyendo todo este lugar. Pero todo eso se ve opacado cuando la tristeza me toma por sorpresa, trato de parpadear evitando llorar frente a personas que no merecen verme de una manera tan vulnerable.

― Eres un mentiroso de...

― Cuida tus palabras, que sigo siendo tu padre.

― Y no sabes la vergüenza y asco que siento de tener la sangre de un hipócrita y mentiroso ―suelto hiriéndolo pero es algo que ni siquiera me importa ― ¿Sabes cuantas veces pregunte por ella? ¿Las veces que deseaba saber cómo estaba?

Deseo desaparecer tanto el escritorio que nos separa, hago puño mis manos evitando que el enojo me domine. El da la vuelta y me alejo con rapidez, no deseo su toque porque temo cometer una locura de la cual ni siquiera pediré perdón. Veo la súplica en su mirada, mas no en sus gestos. Sigue siendo el mismo hombre que desea que todo se haga como el desea.

― Todos me mintieron, sabes cuan basura se siente ser traicionada de esa forma ―veo por el rabillo del ojo a la otra hipócrita ― ¿Pero tú? Eres mi padre, mi sangre. Dime cuantas veces no te llenaste la boca diciendo que la confianza y la lealtad es lo más importante. Vienes a mi casa, ¿Y me mientes? Después de todo tal vez eres igual que mi madre...

― No te atrevas a compararme con una cobarde como lo es ella ―brama señalándome ― Crees que no se las consecuencias de mis actos, el saber que me odiarías por ocultarlo. Se lo que ella significa para ti, y no iba a permitir que pusieras un pie en España...

― ¡Ella pudo morir! Que acaso no lo entiendes ―grito empujándolo cuando me toca ― ¡Que debo de entender! ¡Que mierda debo de entender! Ese maldito me arrebato a Emma para siempre, a la mujer que más he amado y ahora vienes tú, ¡Tú! Vienes y me quitas la oportunidad de estar con mi mejor amiga...

― Taylor...

― ¡No me toque joder! Que no respondo por mis actos ―pongo suficiente distancia y aun siento que este lugar se hace cada vez más pequeño.

― Mi deber es protegerte, y eso hice...

― Solo me has lastimado con toda la cantidad de mentiras y secretos que me guardas. ¿Qué te diferencia de él?

― No me compares con una vil basura. Te conozco, y sé que quieres odiarme, pero es tu dolor el que habla ahora. Lamento todo lo que le pasó a Marley, pero no iba a permitir que llegaras a un lugar donde él puede llevarte para siempre de mi lado.

― ¿De tu lado? ―rió sin gracia limpiando mis mejillas ― Por favor, nunca te has esforzado lo suficiente para estar a mi lado, viví toda mi maldita vida en internados, al cuidado de institutrices con las visitas de mis abuelos. Sabes la basura que hicimos aquí la primera navidad, no era una puta familia. Éramos una imagen que te creaste en tu maniaca cabeza, Liana fue la única que pudo salvar el lazo de padre e hija.

Dejame AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora