Capítulo 6

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Septiembre 4


El paisaje a mí alrededor se vuelve borroso, es como si todo pasara en cámara rápida sintiéndome volar por el aire. El sombrero es algo que tuve que aprender a sujetarlo para que no lo perdiera como cada vez que salía con Dream a galopar. Es una de las sensaciones más fantásticas que puedo vivir, es la adrenalina pura en la naturaleza a mi parecer.

«Una forma de escape.»

Esta mañana no es como las otras, hay algo en el aire que la hace diferente. Es como si la atmosfera fuera diferente a mí alrededor. Tal vez sea porque debo de regresar a casa para hablar con niñas con una adolescencia tardía al escuchar como Rosa habla de ellas. Incluso María se lleva bien con ellas, y eso ya es decir mucho al saber cómo es.

Todo me irrita, incluso yo misma siento eso por mí. Incluso ver un maldito vaso de jugo irrito mi mañana. Hasta qué punto he llegado para que una simple cosa u objeto tenga este poder sobre mis emociones. Para ser justa con las personas, me aparte porque si alguno se pone en mi camino lo más fácil sería echarlo sin ninguna razón. Tan solo ver su existencia sería suficiente razón para que se larguen.

Aunque la madruga fue un borrón en mi memoria de recuerdos, alcohol y Lana. Tuve que salir de la casa grande para no encontrarla al momento de que apareciera para recibir mis órdenes. Sentía algo ocurriendo dentro de mí que no tiene nombre, y no quería descubrirlo. Soy una mujer que aprecia a las demás mujeres por lo que ver a Lana me hace sentir cosas, pero no sé cómo actuar en consecuencia con ello.

Mi primera vez estando al mando de algo más grande, y mi forma de darlas fue por medio de una hoja impresa para que supieran que tenían que hacer además, aunque siendo sincera la mayoría tenía ya una rutina en escenarios como estos. Por lo que mi presencia no era necesaria, bueno desde mi punto de vista.

Dream disminuye la velocidad al empezar al llegar al borde del bosque que nos llevara de vuelta a casa. Si yo me siento eufórica por la adrenalina, no puedo pensar cómo se sentirá mi caballo. Con suavidad lo acaricio por siempre ser el mejor caballo que pude tener. El sonido de las aves es hermoso, mientras trato de divisar algún nido cerca de las ramas de los arboles más bajas, pero no veo nada.

¿Nací para ser esto? Algo que me atormenta es no llegar a ser suficiente para lo que se supone debo de estar preparada, que pasaría si nunca lo seré. Creo que es una de las preguntas que más me he hecho a lo largo de mi corta vida. Cambio de trayecto para adentrarme al bosque he irme por la orilla evitando los fuertes rayos del sol que no hacen más que quemar mi piel. La sombra que confiere los grandes árboles refresca mi piel junto con el viento que mueve sus ramas.

Diviso a lo lejos a grupos de personas con materiales para arreglar tal vez algunos corrales o reforzar las caballerizas. Aunque después de la tormenta que se desato por la noche supongo que hubo más de alguna cosa fuera de lugar. Aunque mi padre juro que todas las construcciones seguirían intactas después de que el arquitecto lo dijo, todo puede pasar en este lugar.

Con el rostro viendo hacia arriba, pocos rayos de sol que se cuelan entre los huecos de las ramas, tal y como un vil ladrón con tal de tocar mi piel. Suspiro al sentir como el sombrero me abandona. Las veces que me ha pasado tan solo deseo maldecir al aire y seguir, y aunque tenga el dinero suficiente para comprar un sombrero para cada día, no puedo llenar todo el terreno de ellos tirados.

Sin contar si llego o no a tiempo, me bajo del caballo para verlo pastar cerca de unos árboles pequeños de frutos rojos. Me alejo unos metros escuchando como ramas son quebradas como si algunas personas estuvieran corriendo alrededor. Al tomarlo de nuevo y darme la vuelta, juro al diablo que me la pagaran. Quien en su sano juicio se le ocurre hacer algo tan ridículo como esto. La cosa que exploto sobre mi pecho tan solo termino de rebalsar el vaso de mi poca paciencia. Busco al culpable para verla a unos metros de mí.

Dejame AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora