Dejame Amarte

Capítulo 16

Estar aislada de todo y con cero comunicaciones hizo que buscará otra forma para distraerme. La lectura que Jess termino recomendándome no era para nada libros que me ayudaran, eran solo novelas románticas y algunas eróticas. Al verla se me olvidaba que estaba a unos días de que cumpliera 18 años, era una cría para mí.

« ¿Cómo es que leía eso? »

No tengo cara para decirle que no lea ese tipo de cosas, cuando yo a su edad ya había hecho más cosas de las que lee. Pero es mejor que lea a que las practique. La quiero pero mi única oportunidad era usar esa fiesta como la opción para regresar a la hacienda y poder buscar a Charlie. Es la única que puede ayudarme a conseguir un teléfono y es alguien que no sabe qué carajo pasa.

Cada domingo Pablo me presentaba los informes de las chicas universitarias, y me divertía algunas veces con los ensayos que escribían. Algunos eran relatos de las primeras veces que les toco que hacer algun procedimiento o ver uno, pero podía imaginarme la cara de cada una de ellas recordando eso mientras lo escribían. Creo que después del segundo ensayo, cada una lo tomo como un diario sobre sus avances.

Estaba demasiado atrasada con las lecturas, pero el tener el tiempo libre requerido, pude ponerme al día. Y hubo un cambio entre los primeros informes de Charlie, con los siguientes y aunque ahora los últimos empiezan a ser como los primeros, algo paso para que diera ese cambio. Leerla sembró una duda dentro de mí, y tan solo deseo buscarla y preguntarle que paso.

Ahora estaba en la espera de Pablo que había prometido presentarse hace una hora pero no hay ni su sombra. A finales de febrero se presentó a una hora nada prudente fuera del viñedo. La única forma por la que me di cuenta que era él fue que deambulaba por la casa y porque las ajetreo de afuera se escuchaban por todo el lugar. Al salir con el corazón en la garganta y un cuchillo en mis manos mire la escena que me paralizo unos cuantos segundos para reaccionar y salir corriendo gritándole a los idiotas de los guardaespaldas.

A quien carajo se le ocurre aparecerse después de la media noche vestido como un asaltante, solo a Pablo. Verle la cara llena de sudor por que supongo que corrió hasta aquí con una sudadera sin la intención de detenerse hasta entrar a la casa, cualquier guardaespaldas saltaría sobre él antes de que pusiera un pie dentro. Tan solo entro a la casa y dijo que tenía que descansar un poco, y cayó como tronco en alguna habitación.

Al día siguiente salto a primera hora porque deseaba comer, tan solo lo observe esperando que cocinara porque ni loca le cocinaría cuando si no fuera por su madre ni siquiera comería nada. Hizo un desastre para hacer unos huevos con panqueques y café. Pero he de admitir que los panqueques estaban buenos.

― Te enseñare a disparar ―soltó esa mañana moviendo sus cejas como si fuera la mejor idea del mundo.

― Se disparar ―informé viendo un poco de sorpresa en su rostro que se había borrado para ser reemplazada por una sonrisa.

― Entonces saldremos a practicar desde esta tarde.

Desde ese día logre salir de casa muy lejos dentro del bosque con seis guardaespaldas custodiándome. Sé cómo usar un arma, cosas que uno aprende al tener a Cruz de guardaespaldas, y luego apareció Anielle que tenía una fascinación con disparar. Ella y su manía de ir a campos de tiro cuando apenas nos conocimos.

Con el pasar de los días y las semanas, era mi única distracción y aunque no lo decía era como si me entrenaran para cuando llegara ese momento. Ni en mis sueños más locos me imagine practicando al dispararle a botellas sabiendo que tal vez algun día no serían solo botellas.

Cruz siempre nos acompañaba, era el único que es familiar para mí y los demás son unos desconocidos que no sé hasta donde estarían dispuestos a llegar. Sé que Pablo y Cruz no dudarían en cubrirme y salvarme, y los demás no lo sé. Cruz con o sin el permiso de mi padre, me enseño todo lo referente a cómo usar un arma cuando apenas tenía 17 años. Me enseñó a desarmarla y armarla de nuevo, como debo de apuntar y cuales errores no debo de cometer.