2016, Junio.
― Oh mi amada mía ―recito tratando de no leer mi mano ― Tus ojos son como... qué carajo dice ahí.
― Tay, no maldigas ―la ignoro acercando mi mano para tratar de leer que escribí en mi palma pero la tinta se corrió y es imposible saber que frase le sigue.
«Improvisa.»
― ¡Oh amada mía! ―niega tratando de contener su risa ― Tu ojos son como dos lagunas donde me adentraría sin miedo y me perdería en el proceso, tus labios son dos pétalos de rosa que rosaría con los míos para sentir el cosquilleo en la parte baja de mi vientre.
― ¡Odette! ―grita sonrojada entiendo mi referencia.
― Dejame mujer ―levanto mi mano ― Que conquisto con mis poemas el corazón de mi mujer... ¡Eso rimo!
«Compórtate.»
― Dios porque me gustas tanto ―pestañeo viéndola con anhelo antes sus palabras, pero tengo que seguir.
― ¡Oh amada mía! Tus cabellos son como pelos de elote y los míos como hebras de oro ―me quedo estática porque me confundí ― Merde, eso era alrevez.
Soltamos a reír porque amo ese maldito sonido. Me empuja cayendo al suelo sobre la comodidad de las almohadas. Cuando el ataque de risa se detiene la veo sentada unos metros alejada de mí. Me siento abriendo mis brazos para que se acerque cosa que no duda. La abrazo con fuerza sintiendo cosas que nunca experimente, todo es tan diferente a como es mi vida en la ciudad.
Y aunque mi mente a veces me atormenta desde que ella apareció en mi vida, me pregunto qué tan diferente hubiera sido mi vida si hubiera aceptado vivir con mis abuelos. Algo que no iba a cambiar, era que ella y yo íbamos a coincidir en algun momento de nuestras vidas. La forma en me siento con ella, nunca la había experimentado, me siento segura.
Me recuesto con ella sobre mí viendo el atardecer, juego con su cabello sintiendo su respiración en mi cuello que envía escalofríos por todo mi cuerpo. Se levanta acostándose de lado y hago lo mismo. Nos tomamos de la mano ignorando lo que pasa afuera, arruga la nariz de una manera adorable, y enumeraría cada una de esas cosas. Cada pequeña cosa que hace la guardo en mi mente, deseo que cada recuerdo sea solo con ella.
― ¿Dónde leíste esos tus poemas?
― De un libro de mi abuelo ―confieso ― Pero eran tan feos, ni siquiera rimaban pero al parecer mi abuela dijo que es algo que les gusta a las chicas. Así que me toco que improvisar, ¿Te gusto?
― Tay me gusta que seas tú ―da un golpe en mi nariz ― Pero si mi madre te escucha recitando eso, ten por seguro que nunca nos dejara a solas de nuevo.
― La cautivare para que vea que soy lo mejor para su tesoro ―empuño mi mano levantándola al aire ganándome un golpe suave en el costado ― ¡Auch! Cuidado con el equipo, que te quedas sin esposa.
― ¡Dios mio Taylor! ―suelta un poco exaltada como un tomate ― No digas cosas así.
Se da la vuelta dándome la espalda así que la abrazo trayéndola a mi pecho tratando de regular mi respiración ante su cercanía. Veo que el sol está a punto de esconderse como ella dice. Aflojo mi agarre para permitirle darse la vuelta y verla, ni siquiera somos novias aún. Pero eso lo resolveré en unos días, pero joder con esta mujer me veo en el altar y formando una familia.
«Eres una niña»
Creo que la edad en este momento es un maldito impedimento para lo que deseo, para lo que mi corazón anhela. Por años estuvo durmiendo, y lo mantuve guardado para que evitaran dañarme. Pero ella fue como esa llave que abriría ese cofre y ni siquiera lo evite, fue como si estuviera esperando por su llegada.
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Dejame Amarte
Teen Fiction"Me hiciste amar lo que siempre había odiado... Ahora como odiare lo que amo." ------------------- Cinco letras, una palabra. Una palabra, un sentimiento. Contigo cada cosa tenía un significado diferente. Cuando deje este lugar, la mejor parte de...