El rompecorazones se enamoró.

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Seguramente conociste o estuviste con un rompecorazones.

Una persona que enamora a cualquiera con facilidad, para después dejarlas con el corazón rojo. Una persona que no se fijaría en alguien que no sea nada más que para un rato. Alguien que no sentiría amor por alguien. ¿O sí?

El cobalto estaba dirigiéndose al ascensor de su piso, mientras miraba la hora en su reloj, sintió unas manos en su cintura, que lo obligaban a detenerse.

–¿Te asuste? –dijo el azabache en un susurro.

–Buenas noches Shadow. –seco.

–¿Sabes? Es peligroso que vayas a tu casa a estas horas. ¿Qué tal si vienes a la mía y me haces compañía? –susurro en la oreja del cobalto, con un tono seductor.

–Lo siento, pero no seré otro más en tu lista. –dijo mientras apartaba la manos de azabache de su cintura.

Siguió su camino hacia el elevador hasta que en un abrir y cerrar de ojos, sintió un agarre en su mejilla, para después sentir que unos labios se pegaron en los suyos.

Se apartó rápidamente de aquel beso inesperado. Pero la suerte no estaba de su lado, pues el azabache lo agarro de la cintura para atraer lo hacía él y no sea fácil soltarlo.

–No lo entiendes mi amor. –dijo con un tono seductor. –¿Que no ves que estoy loco por ti?

–Eso debiste decírselo a todos los idiotas que cayeron rendidos en tus pies. Pero yo no caeré fácil. –seguro de sus palabras.

–¿Qué no lo ves? Tu tienes la suavidad que me falta y yo tengo la protección que te falta. Somo compatibles.

No lo podía creer, el cobalto traía obsesionado a un rompecorazones, pero no iba a caer fácil.

–Soy un tesoro que no cualquier idiota puede conseguir. Y tu... eres uno de ellos.

–Pues no me cansaré hasta tener ese tesoro en mis manos. –decía seguro de sus palabras.

–Enserió, ¿no te cuesta darte cuenta que lo nuestro nunca funcionará? Además yo no soy otro de esos idiotas que matarían por tenerte a su lado.

El cobalto corto distancia cuando apretó sus labios con los del azabache, liberándose de agarre y empujándolo.

–Buenas noches Shadow, ojalá que encuentres a alguien que quiera compartir esa fría cama contigo.

Dijo para después subir al elevador e irse. Aunque no lo quería aceptar, debió admitir para si mismo que aquella tensión era magnífica. Tenía a un rompecorazones a sus pies, pero él cobalto no se permitirá ser otro idiota que cae en las redes de alguien así.

Debía ser fuerte y seguir con su vida.

Cuando salio del edificio pidió un taxi mediante una aplicación esperando la llegada. Debía admitir que si se sentía asustado.

Fue cuando mientras esperaba al taxi, escucho una voz.

–Ya no me esperes, aquí estoy yo.

–Si claro. No creas en tus fantasías.

El cobalto siguió sin apartar su mirada de la calle, esperando al taxi que había pedido. Sin embargo sintió que le arrebataban el celular de su mano.

–¡Oye! –expectó. –¡Devuélveme mi celular!

–Así que pediste un taxi.

El azabache cancelo la orden del cobalto. Tomo su muñeca y lo jalaba con dirección a su vehículo.

–¡Oye! ¡Sueltame! –decía mientras trataba de safarse del agarre.

–Lo siento querido, pero no. Te llevare a mi departamento.

ONE SHOTS •SONADOW•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora