El padre de mi bebe (Parte II)

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Así fue pasando al menos unas semanas, el cobalto cada vez se acercaba al fin de la gestación, y eso lo ponía nervioso. Solo faltaban dos meses para que nazca su bebé.

Mientras tanto ahorro lo suficiente para al menos pagar los gastos médicos.

Y ahora cada noche tenía un visitante recurrente. Que no sólo cuidaba de él, sino también de su bebé.

Habían veces en las que cuando llegaba ya estaba el sujeto cocinando algo para él.

Después de ello solía irse para después volver a la siguiente noche como si nada.

Pero todo cambio cuando el cobalto tenía que dejar el motel, puesto a que no era un lugar para vivir.

Así que estaba empacando las pocas cosas que tenia, e ir a buscar otro lugar, además era de noche, así que no tenía problema. No era la primera vez que hacía eso.

Justo cuando abrió la puerta, miró a su visitante.

—¿A donde vas? —pregunto.

—A otro lugar.

—¿Así nada más?

—Bueno por si no te has dado cuenta, este es un motel. No es un lugar para vivir, así que iré a buscar otro lugar para quedarme.

El cobalto camino hasta apartarse de ese sujeto.

Hasta que lo tomo del brazo.

—Entonces ven conmigo.

Se quedó callado, no podía confiar tan fácil en ese sujeto, pues no sabía su nombre, no sabía cuál era su rostro, además trato de asesinarlo la primera vez que lo vio.

—Lo siento, agradezco mucho lo que hizo por mi, pero...

—No confías en mi. ¿Cierto? —mencionó un tanto triste.

—Es que, ¿como quiere que confíe en usted? Trato de asesinarme, además ni siquiera lo conozco.

El azabache soltó al cobalto dejándolo dar unos pasos, para después abrazarlo por detrás.

—¿Qué hace? —dejó sorprendido y sacó de onda al cobalto.

—Por favor, ven conmigo, te cuidare a ti y al bebé.

—Disculpe pero-...

—Me llamo Shadow. —interrumpió. —Shadow Doom.

—Shadow... lo siento, pero no se si confiar en usted y ni siquiera se cuales son sus intenciones conmigo.

El azabache no dejaba de abrazar al cobalto puesto aún era cierto, no tendría fácil su confianza.

—Por favor. —rogó por última vez. —Ven conmigo, solo te pido eso, se que no tienes un lugar en donde quedarte, pero al menos déjame darte un techo.

—¿Como te lo pagaré después?

—Eso no importa, solo quiero cuidarte.

No pudo evitar sonrojarse ante lo que dijo, pero era cierto, no tenía a donde ir, estaba solo.

—Esta bien, iré con usted.

El azabache soltó al cobalto y empezaron a caminar hasta donde vivía el azabache.

No era un mal lugar de hecho, era bastante cómodo.

Se adentraron y el cobalto pudo notar un lugar sombrío por el espacio. Talvez porque el azabache era el único viviendo allí.

En ningún momento se saco la máscara, así que el rostro del azabache era un misterio.

—Te quedaras en una de las habitaciones, te llevo.

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