El niñero (Parte I)

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Volvemos con la temática del...
Sonic uke, Shadow seme
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Sonic es un simple joven que quería ganarse la vida con un trabajo bien pagado. Pero la suerte no estaba de su lado.

No era contratado, ya sea por que era bastante joven, no tenía ciertos requerimientos o simplemente porque no había cupos disponibles.

Al final justo cuando iba a darse por vencido...

—Buenas tardes, ¿usted es Sonic? —pregunto Espio.

—Mm... si... disculpe pero, ¿quién es usted? —pregunto el cobalto.

—Eso no es de su incumbencia. —serio. —Mi jefe necesita con urgencias a alguien que cuide de su hijo.

—Un momento. ¿Como sabe que estoy buscando trabajo? —el camaleón lo miro serio, dando a entender que ese tema no era de su interés.

—¿Lo hará o no? —pregunto el camaleón.

—Pero antes necesito saber unos detalles.

El camaleón saco de su maletín unos papeles, donde estaba un contrato. Se la entrego al cobalto.

—Todo lo que necesitas saber, esta en ese contrato. Léelo, tomate tu tiempo para ver si quieres el trabajo o no.

El cobalto empezó a leer el contrato, quería saber que necesitaba o si estaba capacitado. Aunque sería fácil cuidar a un niño, que un extraño se te aparezca para ofrecerte un trabajo era sospechoso.

En los detalles del pago, le iba a pagar bien, siempre y cuando cumpla su labor. Eso lo hizo pensar en querer aceptar. Pero guardo leyó los requerimientos se puso dudoso, ya que decía que lo único que debía hacer, era irse a vivir en esa casa.

Aunque lo pensó mucho, al final firmo el contrato.

—Acepto el trabajo. —dijo el cobalto, después de firmar.

—Muy bien. —el camaleón tomo el contrato y lo guardo en su maletín. —Debe tener sus cosas listas para dentro de unos cuatro días. Nos vemos en esta dirección.

El camaleón se fue dejando solo al cobalto.

Ya en su casa, no dejaba de pensar en el trabajo que le habían ofrecido, pero estaba feliz de al menos haber conseguido uno. Sabía que podría ser peligroso pero ya firmo los papeles así que no podía retroceder el tiempo.

Pasaron los cuatro días y el cobalto ya recogió sus pocas pertenencias, se dirigió al lugar donde había sido citado y espero.

Después de dos horas esperando llego una limusina a recogerlo. El chófer del vehículo bajo y ayudó al cobalto a guardar sus cosas en el maletero.

Una vez dentro del vehículo se encontró con el camaleón.

—Apenas lleguemos, mi jefe te dará unas pequeñas indicaciones.

—Entiendo.

—Y si tienes alguna duda, tu solo pregunta.

Durante el trayecto nadie dijo nada, no era incómodo, más bien era tranquilo.

Hasta que por fin llegaron.

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