Cuando Génesis descubrió que Adán estaba enamorado de alguien más, decidió escapar con sus hijos menores, Alister y Aristeo. Fue difícil conseguir empleo y vivienda, sin embargo, amigos de su juventud le ayudaron a instalarse en el centro de la zona metropolitana más grande del Bajío.
Alister y Aristeo ingresaron al colegio de la institución religiosa en la que su madre comenzó a trabajar como asistente administrativa.
Adán se encargó de criar a sus hijos mayores, Jorge Alejandro y Regina, tuvo contacto con los amigos de Génesis, hizo lo posible por encontrarla, pero tardó algunos meses en tener éxito. Desde entonces comenzó el camino de aceptación y sanación de sí mismo.
Los primeros meses que vivieron alejados de su padre, Alister y Aristeo se mostraron preocupados por los ratos difíciles que su madre estaba atravesando, sin embargo pudieron acostumbrarse al tipo de vida que ella fue capaz de proveerles.
El Instituto Alcance era grande, los horarios de clase eran reducidos debido a las actividades dinámicas grupales que formaban un sólido equipo para las empresas caritativas que cada fin de semana la Asociación Trigo & Miel realizaba en las afueras de la ciudad y en las zonas más pobres.
Como premisa religiosa, el amor entre compañeros fue el valor más inculcado por parte de la institución. Alister y Aristeo reconocieron el mismo en aquellos duros años de vida que vivieron en familia, entre ellos dos y con su madre, así mismo, los compañeros de clases y del trabajo simbolizaron la familia de la que formaron parte.
Ahora bien, de la misma manera en que una religión proporciona las enseñanzas que pretenden llevar al ser humano a un punto de comunión espiritual fundamentada en la personificación de valores y virtudes adecuados para la convivencia en sociedad, también le es reconocida la contradicción de ciertos principios que terminan por desvirtuarla.
Para Alister, la vida en aquel lugar no era tan mala. Para Aristeo fue más complicado, le lastimaba saber que su padre había sido la causa por la que tuvieron que mudarse. Varios eventos debieron ocurrir para que se diera cuenta que, sin notarlo, se estaba adaptando a una nueva vida.
