Nahum

112 0 0
                                    

En lo que respecta a la creación de mi personalidad y, un poco quizás, al deseo de pertenencia, hubo una época en que tuve la tendencia de imitar algunas características de personas que llamaban mi atención.

Nahum fue un compañero de clases de Jorge, Eric y Miguel Ángel, nunca fueron cercanos, incluso creo que les caía mal. Él también era tres años más grande que Aristeo y yo, de manera que me fue natural seguir algunos de sus pasos.

Una especie de atracción que no logro describir me hacía querer convivir con él, querer estar cerca de él, aunque no encontraba la manera de hacerlo, temía que Jorge o Eric estuvieran en contra.

Me conformaba con verlo a lo lejos, saludarlo de vez en cuando y admirar los atributos que de él me agradaban. Imité un poco de su forma de peinar o de portar el uniforme, algunos de sus ademanes, su forma de escribir e incluso el patrón con el que construyó su dirección de correo electrónico.

Comenzó a ser un comportamiento muy extraño para quienes me rodeaban, una especie de idolatría muy evidente. En algún momento Eric me dijo que parecía estar más que imitando, que parecía desear ser él.

Ese fue el ciclo escolar en que en el salón de Jorge y Eric, se les enseñó por primera vez sobre temáticas relacionadas a la sexualidad. Miguel Ángel compartió la información con nosotros, yo lo tomé con mucha seriedad e interés aunque Aristeo lo vió con mucho morbo.

No puedo asegurar que Nahum me gustara como hombre, a mí no me movía la idea de mantener relaciones sexuales ni con una mujer ni con un hombre. Sentía atracción curiosidad por la imagen de su cuerpo desnudo, sí, pero era porque deseaba saber cómo se vería mi cuerpo una vez que comenzara a desarrollarse y convertirse en el de un adolescente.

Hoy puedo reconocer que la admiración que sentí hacia Nahum me inclinó hacia una naciente homosexualidad. Conocía el cuerpo de muchos compañeros en la escuela, pero la admiración que en ese momento tuve por Nahum fue diferente. Vuelvo a remarcar que no tuve ningún pensamiento que nos involucrara sexualmente, no me imaginaba besándolo, ni siquiera abrazándolo, simplemente quería estar cerca de él, conocerlo, parecerme a él.

Nahum le contó a su mamá que algunos de los correos que llegué a enviarle tenían imágenes de corazones. La señora lo regañó y platicó con mi madre, quien me obligó a mantenerme alejado de él, a dejar de buscarlo y de imitarlo.

Fue una de las primeras veces en que sentí que lo que hacía no era bien visto, en que me sentí criticado por la gente, incomprendido. Deseaba que nadie emitiera opinión sobre las cosas que me gustaban y que respetaran lo que yo eligiera decir o hacer.
Alister

EsenciaWhere stories live. Discover now