She/Her

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Llegó el primer periodo  en que comencé a pasar mucho tiempo solo en casa, fue durante el primer internamiento de Alister, mi madre trabajaba durante el turno vespertino y salía con Javier.

Teniendo tiempo libre en demasía, un día empecé a husmear en las cosas de mi madre, me llamaba la atención su ropa, sus zapatos, sus alhajas, sus cremas y su maquillaje. Fue muy probablemente el ocio lo que me llevó a probarme las vestimentas que me resultaban más llamativas, inevitablemente se convirtió en un hábito.

Me ponía tacones y caminaba alrededor de la casa, me hacía sentir más alto. Vestía esas blusas de tirantes entalladas de cualquier color y una minifalda que nunca le vi a mi madre, utilizaba seguritos para ajustarla a mi cintura. Me ponía una especie de tiara con extensiones de cabello y maquillaba mi cara con sombras de párpados, delineador, rimel y lápiz labial. Por último, rellenaba mi blusa con pelotas de peluche, utilizaba de diferentes tamaños según mi deseo.

Yo sólo esperaba que ella se fuera a trabajar después de la hora de la comida para iniciar mi transformación.

Disfrutaba del ritual para escoger el maquillaje que se vería mejor con la ropa que había escogido. Escuchaba música pop con el volumen muy alto, cantaba a todo pulmón y bailaba sin ningún temor a ser juzgado. Modelaba frente al espejo, bailaba las coreografías de Britney Spears e imitaba los movimientos y frases de Mia Colucci.

Había una especie de alegría en mí al poder disfrutar libremente, viéndome, sintiéndome una mujer que para mi gustó era más que bonita. También sentía mucha excitación al mirar mis genitales sobresalir de la minifalda tan ajustada. Fue definitivamente la época en que yo comencé a masturbarme, aunque en ese momento aún no consumía ningún tipo de pornografía.

Después de todo el espectáculo yo terminaba por sentarme en la mesa del comedor, piernas cruzadas, justo frente al televisor y miraba MTV,  VH1 o quizás Rebelde. Todo ocurría antes de la llegada de mi madre, para la cual yo ya estaba desmaquillado y había acomodado las vestimentas que había utilizado.

Si es que me sentía bien vestido de mujer, yo todavía no alcanzaba a distinguir el lado homosexual en mí. No obstante, sí existía una especie de miedo a la reacción que mi madre hubiera llegado a tener en caso de descubrirme.

Alister

EsenciaWhere stories live. Discover now