Aguilera

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Estaba por terminar el segundo de secundaria, esperaba con ansías el periodo vacacional. Pasaba muchas horas de mi tiempo libre en casa después de clases, chateando o jugando cualquiera de los juegos de Facebook. Mi madre trabajaba y Aristeo estaba empezando a perderse un poco otra vez.

Empecé a tener conversaciones con un chico que vivía en San Francisco del Rincón, Mauricio. Estoy seguro que nos agregamos en Facebook por tener algún amigo en común. Al mirar sus fotografías, veía a un chico que físicamente me gustaba mucho, era muy atractivo y con buen cuerpo. Tenía fotos con muchos amigos en muchas fiestas, otras  sin playera haciendo ejercicio en su casa, todas las fotos tenían muchos likes. Me dijo tener 21 años.

El interés que generó en mí fue instantáneo, chateamos en Facebook, luego en Messenger, después de unos días me pidió mi número de teléfono y entonces también tuvimos un par de llamadas. Me contó que venía de Sinaloa, era bastante notorio en su acento al hablar. Tras un par de semanas, comenzó a decirme que yo le gustaba, decía que me quería y que le gustaría que algún día fuera su novio. Tuvimos videollamadas algo cortas en las cuales no pude visualizarlo bien, dijo que su cámara parecía tener un problema, se veía muy borroso, se veía sólo su silueta. Él continuó hablándome cada vez más lindo, era divertido en todo lo que me decía; puedo decir que comencé a ilusionarme.

Me propuse conocerlo en persona. Mi madre viajó a CDMX, por lo que Aristeo y yo nos quedamos solos un par de días. Mauricio no podía moverse a León por cuestiones de su trabajo, así que le propuse ser yo quien fuera a visitarlo. Él trabajaba en un local de ropa en el mercado del centro de San Pancho, me dijo que iba a estar ahí en el local trabajando, que si quería fuera a saludarlo.

De mis amigos, nadie nunca supo nada sobre él. Fue Aristeo quien me acompañó. Tomamos el camión en la central y luego caminamos al mercado, había muchos locales en el área donde me dijo que trabajaba, caminé alrededor mirando a todas partes para encontrarlo. No había mucha gente, pero no lo vi, tampoco vi que hubiera alguien buscándome con la mirada. Aristeo me acompañó alrededor del mercado, pensé que por fuera podría encontrarlo, luego entré una vez más y no vi nada. Sentí que la gente me veía raro pues sólo estaba dando vueltas y buscando, así que nos fuimos.

Sé que mi cara mostraba mi malestar, Aristeo parecía preocupado. Yo sólo quería saber qué estaba pasando con Mauricio. Intenté ponerme en contacto con él a través de llamadas y mensajes de texto pero él no contestaba. No quise quedarme más tiempo parado ahí o buscando a alguien que parecía querer desaparecer. Aristeo me convenció de regresar inmediatamente a casa.

Una hora o menos después, me conecté a Facebook, intenté comunicarme con Mauricio pero él ya me había bloqueado, los mensajes ya no eran enviados. Estaba muy sacado de pedo, sentía culero que él simplemente quisiera desaparecer sin decirme nada ni darme alguna explicación. Consideré que él en efecto pudo haber estado ahí viéndome y que por alguna razón no fui de su agrado por lo que él decidió desaparecer. Me sentí utilizado, traicionado por todas esas ilusiones que tuve de conocerlo y de andar con él, todas destruidas en un solo instante. Mauricio me gustaba mucho, me encantaba la forma en la que me trataba y me hacía sentir, hubiera sido una magnífica experiencia poder besarlo, que fuera mi novio. Lloré un rato largo por el dolor del desamor y la desilusión.

Finalmente, se lo conté a Paulina, ella intentó consolarme diciéndome que no valía la pena un hombre cobarde que ni siquiera había dado la cara, le envió un par de mensajes reclamando pero también la bloqueó. Después de algunos días, ella me sugirió investigar haciendo uso del perfil de Facebook falso que había creado junto con Dulce y Alejandra. Tras recrear todo lo sucedido desde que conocí a Mauricio, llegué a la conclusión de que él era catfish, su perfil era fake. En sus fotografías no había nadie etiquetado, ninguna de las personas que comentaban sus fotos eran amigos que aparecieran en ellas. Sólo había comentarios de güeyes y de viejas a los que les gustaba.

Sentí un poco de alivio por darme cuenta que no era por mí que él había desaparecido, muy seguramente yo sí le gustaba pero él no quiso mostrarse tal cuál es, él fingía ser otro cabrón, ocultándose y no aceptándose como él era. Sólo un par de noches después tomé la decisión de desnudarme frente a la cámara de hombres que sí estaban interesados, en los foros de conversación en internet siempre hay gente que sí muestra la cara. Mauricio, si así se llamaba, me había utilizado, haberme enamorado de él me hizo sentir ingenuo, como un iluso crédulo niño que se deja llevar por apariencias y que se ilusiona sólo porque un wey le habla bonito. No había avanzado en el trabajo de sanación y superación del dolor que conllevaba mi desamor con Reynaldo. Sabía que tenía que ser más precavido.

EsenciaWhere stories live. Discover now