Capítulo 4

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Tres días después de aquel horrible acontecimiento, la situación de incertidumbre en el pueblo se magnificaba. El toque de queda se había prolongado durante aquellas tres noches. Tres noches en las que la tormenta no había dejado descansar a los habitantes; tormenta que se mezclaba con el aura desolada, prendando las calles de dudas.

Los rumores sobre lo ocurrido corrían de boca en boca. Nadie sabía muy bien, a qué se debía el estado de alerta, y el misterio que este suscitaba hacía relucir la aparición de varias historias de lo más dispares. Algunos decían que se trataba de otra desaparición, otros comentaban la posibilidad de una próxima pandemia; había quienes pensaban en que algún asesino en serie rondaba por los bosques, se barajaba la opción de ensayos militares, e incluso, se comentaba la existencia de invasores extraterrestres. Lo único cierto era que ninguna de las autoridades competentes se había pronunciado al respecto y la población estaba claramente asustada. Todo era muy incierto.

Esa tarde, como las anteriores, el cielo nublado auguraba una lluvia casi inminente y el frío viento golpeaba contra los cristales bruscamente. En el interior de la casa, ambos hermanos acomodados entre el suelo y el sofá charlaban animadamente barajando las posibles opciones sobre el eventual empleo de Wooyoung. Si bien había llegado al pueblo hace relativamente poco, sentía la necesidad de "centrarse". Debía encontrar un trabajo y ayudar económicamente a su hermana con los gastos del hogar. Sentía que se aprovechaba de su hospitalidad y no le gustaba deberle nada a nadie, ni siquiera a ella. Por cuanto su relación fuera excepcional y vivieran el uno para el otro, el joven no podía evitar sentirse incómodo al ponerse en este tipo de situaciones, además de que quería distraerse de alguna manera del clima que se respiraba en el vecindario.

– Siempre podría probar en el Seven Eleven... a lo mejor allí me cogen. –Jihyo no puede evitar soltar una carcajada ante la ocurrencia de su hermano.

– No sería una mala idea, uno de los dependientes de allí está buenísimo y si hasta yo lo pienso, tienes que creerme. Ya os veo teniendo vuestro romance en el almacén –dijo con voz melosa.

–¡Ay Jihyo, no seas mal pensada! ¿Qué estás en abstinencia o qué? –responde Wooyoung entre risas mientras la golpea con uno de los cojines–. Tú te aburres demasiado, necesitas echar un polvo ya.

– Si tú supieras hermanito... –respondió entre dientes–. Ahora dejemos de hablar de mi vida sexual y centrémonos en buscarte un trabajo decente, así dejarás de quejarte de una vez.

– Eres tú quien quiere emparejarme con la mitad de la población masculina de este pueblo, de los cuales, por cierto, o son bastante feos o ve tú a saber cuántos de ellos comparten mis gustos.

– Más de los que crees seguro... si más que un pueblo esto parece un bar de ambiente al aire libre –exclama ella.

– Bueno, en cuanto a mí trabajo ¿habías pensado en algo? –preguntó Wooyoung desviando la conversación de nuevo.

–Ahora que lo pienso, tengo una amiga que podría ayudarte. Su familia es dueña de una de las empresas madereras más grandes de la provincia. Podría preguntarle si necesitan un secretario o un asesor financiero, así podrás lucirte con lo que aprendiste en el ciclo del Instituto Técnico. Podría ser una buena idea.

–¿Empezar una nueva vida siendo enchufado por mi hermana? Suena increíble. Increíblemente mal. Siguiente opción.

Antes de comenzar la Universidad, el joven había pasado dos años realizando un curso superior como técnico de administración y contabilidad, por lo que tenía formación en lo que su hermana le proponía, sin embargo, la opción no le parecía factible. No buscaba aprovecharse de la ayuda de Jihyo para conseguirlo, pues sentía que debía demostrar su valía por sí mismo, con su esfuerzo y no por sus contactos. Además, se había prometido encontrar un trabajo cuanto antes, ya que había parado sus estudios superiores. En sus veintitrés años de vida, parecía que nunca podía terminar nada de lo que empezaba. Ya había pasado por ello en la secundaria y ahora se volvía a repetir al huir dejando todo atrás. En parte, sentirse incapaz de completar sus objetivos propuestos, era algo que le frustraba.

Luna de Sangre // WoosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora