El reloj marcaba las tres de la tarde. Sentado en su escritorio, un impaciente Wooyoung se apresuraba a abandonar su lugar de trabajo mientras, San esperaba pacientemente apoyado en su Ducati roja. Ambos se encontraban sumamente ansiosos, anhelando el tan esperado encuentro. Al salir por la puerta principal, Wooyoung se encontró con una figura que llamó su atención. San permanecía sentado en su moto despreocupado. Su traje, antes impecable, ahora lucía desordenado, no había rastro de la chaqueta, la corbata estaba aflojada y las mangas de su camisa blanca remangadas. Su cabello estaba alborotado y llevaba unas oscuras gafas de sol.
Wooyoung no pudo reprimir una tímida sonrisa al verle, ruborizándose y excitándose en exceso, pues el chico se encontraba increíblemente apuesto. Aunque San no lograba sentir lo mismo, este se tensó al ver al joven salir por aquel portón de cristal, percatándose de la belleza de sus rasgos. Su piel morena se veía radiante al sol, al igual que su cabello. Sus ojos brillaban tras aquellas lentes, su nariz y pómulos pronunciados se perfilaban, y sus labios carnosos se encontraban enmarcados. Todo su rostro estaba en perfecta sintonía. Definitivamente Wooyoung le atraía, y mucho. Y era en momentos como aquellos en los que se daba cuenta. Cuando conseguía calmar la voracidad de su ser y acostumbrarse a aquel sentimiento, aplacado por las ganas inmensas de conocerle más allá de los mensajes de textos; más allá de la embriaguez del alcohol y de los encuentros casuales.
–¿Piensas llevarme en esa cosa? Estás loco, me niego a subir –espeta Wooyoung, acercándose a él, mirándole de arriba a abajo con una expresión de desaprobación en su rostro.
– No insultes de esta manera a mi moto. Venga, ven, sube. Iré con cuidado, te lo prometo –dice San sonriendo mientras agarra a Wooyoung por la cintura, acompañándolo a subir, alterando sus sentidos.
Aquel simple roce ingenuo descolocó la mente ya confusa del joven, quien con simplemente mirarlo ya había imaginado al chico en otro tipo de situación. No podía evitar sonrojarse y unas gotas de sudor recorrían su espalda, indicando su nerviosismo. Incluso, su aroma cambió, volviéndose más fuerte, alertando a San de lo que le había provocado con solo su acercamiento. Una vez Wooyoung subió al vehículo, fue este último quien le coloca el casco con suavidad, acortando nuevamente la distancia entre ambos rostros, chocando sus respiraciones y miradas.
– Agárrate fuerte y no me sueltes, ¿vale? –añadió San, una vez posicionado en el asiento, agarrando las manos del chico, entrelazándolas sobre su abdomen tras darle un pequeño apretón. A lo que Wooyoung afirmó con un leve sonido.
La cálida brisa golpeaba sus cuerpos, las manos sobre su cintura, el cántico de los pájaros y de las cigarras envolvían el ambiente; y a la velocidad de aquella moto, Wooyoung podía sentir cómo su corazón iba a salir de su pecho en cualquier instante. Se sentía libre y aún más vivo de lo que solía estar. A su vez, San no dejaba de percibir la respiración agitada del chico en su nuca y el roce de esas manos sobre su piel. Ese contacto que había anhelado hace días le producía tranquilidad, aunque su sed era más insaciable que nunca. Siempre que estaba en compañía de aquel joven entraba en una lucha consigo mismo.
– Hemos llegado, ¿ves que no había nada que temer? –Tras ambos desprenderse de los cascos, la voz de San sonaba agitada, aunque intentó disimularla con una expresión calmada–. Ya puedes soltarme, no vas a caer, a no ser que tengas el mismo equilibrio de la última vez –continuó sonriendo, mientras entrelaza nuevamente sus manos con las de Wooyoung, quien seguía manteniéndolas alrededor de su cintura, pues las había vuelto a colocar casi en un acto reflejo.
– Muy gracioso Choi. Deberías inscribirte a un show de cómicos la próxima vez –respondió Wooyoung con una expresión burlona mientras bajaba del vehículo, removiendo su cabello.
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Luna de Sangre // Woosan
أدب الهواةEn un pequeño pueblo, a las afueras de la provincia de Gyeongsangnam-do, una serie de asesinatos comienzan a perturbar su equilibrio. Pero lo que solo unos pocos saben es que entre sus habitantes, no todos son simples mortales. Magia, clanes rivales...