Con una leve sonrisa, entrando a su habitación, despojándose de sus prendas y acostándose sobre su cama; con la mirada fija en el techo, los recuerdos de las horas pasadas junto a Wooyoung no dejaban de repetirse en su mente. El aroma sutil de aquel joven seguía impregnado en su camisa, en su cabello, sobre su piel. Aún podía sentir su embriagador sabor sobre sus labios, sus dedos añoraban la calidez de su cuerpo y el éxtasis de su cercanía. Distraídamente, San no pudo evitar llevar su pulgar hacia su labio inferior, aun sintiendo el ardor del aliento de este. Le había entregado una parte de su ser, una parte que ni siquiera había considerado importante hasta aquel entonces, hasta encontrarle. Su primer beso, sus primeras caricias, su primera excitación sexual; se las había entregado con certeza de que cuidaría de ellas. Sus sentimientos crecían con el pasar de las horas, de los minutos. Cada vez se sentía más unido a él en un lazo que, ni siquiera Madre Luna, podría romper, un lazo sellado por el destino.
Los rayos de la luna se reflejan débilmente sobre su torso blanquecino, el rojo de aquel medallón en forma de luna llena resplandecía entre sus dedos. Aquel gesto se repetía siempre que reflexionaba o estaba nervioso, pues el poder del colgante le inspiraba y calmaba sus inquietudes. Con ese amuleto acompañándolo diariamente, la esencia de Madre Luna le protegía y fortalecía. Un pensamiento fugaz se asomó repentinamente, quería compartir su felicidad e ilusión con su amigo sobre la relación con Wooyoung. Tras lo sucedido y las fuertes emociones sentidas, se encontraba preparado para compartirlas con alguien más, aunque al mismo tiempo sabía que no podía hacerlo ante algún familiar, pero con Yeosang era diferente. Podía contar con su apoyo sin ser juzgado por sus decisiones, aunque no estuviera de acuerdo con ellas, siempre le daría su consejo más sincero y sería el hombro sobre el que apoyarse si lo necesitaba. Aunque las cosas entre ellos no estaban como de costumbre, necesitaba a su amigo a su lado.
Decidido, abandona su cuarto en búsqueda de su amigo. El reloj de péndulo marcaba las dos de la mañana, por lo que suponía que Yeosang se encontraba en sus aposentos. Más allá del ruido de sus pasos crujiendo sobre la madera, no había rastro de ninguna presencia en la mansión. Una vez llegado al ala oeste, se percató de la ausencia de sus primos, recordando que tanto Hwasa como Mingi debían encontrarse fuera aquella noche. Sin embargo, pudo contemplar desde el pasillo cubierto de papiro, la falta de luz en la habitación de Seonghwa, lo cual le extrañó ya que este debía quedarse vigilando aquella parte de la casa. Acercando levemente su oído a la puerta se cercioró de que, definitivamente, no se encontraba en la estancia. Las escabullidas de su primo eran cada vez más frecuentes, aunque tras la discusión ocurrida días atrás pudo ver cómo la actitud de este era cada vez más distante al clan. Parecía un adolescente rebelde incomprendido que necesitaba ser arropado con cariño. A pesar de su relación distante, habiendo oído personalmente esas palabras que Hwasa le dirigió, sentía la necesidad de protegerlo o, cuanto menos, ser más cercano a él, pese a que Seonghwa no se lo ponía nada fácil. Continuó contemplando el lateral de la vivienda, en búsqueda de su amigo, quien parecía haber desaparecido de la faz de la tierra. Al igual que el resto de sus primos por parte de Tía, los cuales suponía que se encontraban de caza o terminando las tareas de la empresa. Dejando atrás el ala oeste, se dirige nuevamente a la parte central de la casa, sin localizar a Yeosang. Este no se hallaba ni en su cuarto ni en otro rincón del hogar. Últimamente no recibía muchas noticias del chico, desconocía el porqué de sus repetidas salidas y hacía semanas que no habían pasado tiempo juntos. Incluso había pedido explicaciones a Madre sobre la cantidad de encargos atribuidos al joven, confirmando que estos no debían ocupar tanto tiempo. A parte de sincerarse con Yeosang sobre Wooyoung, le hubiera gustado conocer los motivos de estas escapadas, y el porqué de su lejanía y desconfianza hacia él. Se sentía apartado de la vida de su amigo y eso le dolía.
Sin poder desahogarse, los incontables pensamientos le invadían, abrumándole. Frenando en seco, en frente de aquel amplio patio interior cubierto por el húmedo césped, iluminado por la luna; San contempla el esplendor de las estrellas parpadeantes mientras inspira el aire nocturno. El dulce perfume de los cerezos le envolvía y el canto de los grillos le brindaba una calma inexplicable. Amaba su hogar. Aquel hogar en el que su madre le había dado a luz, donde había crecido y sido criado en compañía de sus primos y entre el cariño de sus tíos. Donde había visto nacer a su hermana menor, su mayor debilidad. Entre aquellas paredes de ladrillos oscuros y papel papiro era donde conservaba sus recuerdos más preciados. Pensó nuevamente en Wooyoung y cuánto anhelaba enseñarle sus rincones favoritos y secretos, donde jugaba de niño. Quería que compartiera con él la fascinación por aquella casa y presentarle sin temor ante sus familiares. Deseaba ver a su omma charlar con él en el jardín o contemplar el río desde el balcón de su habitación, uno al lado del otro. Pero sabía que eso no era posible, no le correspondía desear algo tan humano. Ante estas sensaciones, rendido, solo le quedaba entender qué le ocurría cuando estaba en compañía de Wooyoung. Por qué este le hacía sentir de aquella forma, combinando la voracidad más primitiva con el deseo de quedarse a su lado por la eternidad. Quería entender cómo actuar ante estos impulsos y cómo reprimirlos por el bien de ambos. A partir de esa tarde había tomado la decisión de nunca alejarse de él, por lo que tenía que encontrar una manera de hacerlo posible. Sin rastro de Yeosang, ni sin poder hablar con nadie, finalmente, San decide resolver esta incertidumbre acudiendo al único lugar donde podía encontrar respuestas. La biblioteca.
ESTÁS LEYENDO
Luna de Sangre // Woosan
FanfictionEn un pequeño pueblo, a las afueras de la provincia de Gyeongsangnam-do, una serie de asesinatos comienzan a perturbar su equilibrio. Pero lo que solo unos pocos saben es que entre sus habitantes, no todos son simples mortales. Magia, clanes rivales...