Capítulo 26

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Esa mañana, el sol brillaba en lo alto. Sus rayos se filtraban por los grandes ventanales, golpeando sutilmente el rostro de un concentrado Wooyoung, quien se encontraba en el intento de descifrar varios informes de contabilidad. Había vuelto a la oficina tras una reconfortante reunión con Jimin y Nayeon días atrás, y aunque se le hacía extraño estar en su presencia, no sentía rastro de incomodidad. Saber quiénes eran, su naturaleza, y lo estúpido que se sentía al no haberse percatado de algo tan evidente, le hacía bastante gracia. Con el ceño fruncido y sorbiendo rápidamente de su taza de café, no fue hasta unos minutos más tarde que se dio cuenta de que su turno había terminado hacía rato. A pesar del clima de tensión del pueblo, Wooyoung se sentía pleno por haber recuperado su rutina. Volver al trabajo, poder pasar tiempo de calidad con San y haberse despojado de todos los secretos que atesoraban y les consumían en lo más profundo; era, simplemente, liberador. Y, a pesar de los incontables reproches de su novio, se alegraba de haber accedido a una misión tan alocada, evento que le había llevado a formar vínculos con las personas, o mejor dicho criaturas, más improbables. Desde su incursión a la mansión Choi, el inverosímil quinteto se había mantenido al tanto gracias a un grupo de chat que él había creado, mandándose numerosos mensajes y actualizaciones.

Para su sorpresa, los vampiros eran mucho más humanos de lo que se esperaba y, aunque no los conocía desde hacía mucho, consiguió hacerse un cuadro general de sus personalidades. Seonghwa era el más inconformista, después de su novio; y a pesar de despreciar a los humanos, a él, parecía tolerarle. No hablaba mucho de sí y su relación sentimental seguía siendo un enigma para todos, a excepción de Wooyoung, quien lo veía mucho más sencillo. Era un amor leal y comprometido. Por otro lado, Mingi tenía una forma bastante peculiar de vivir su existencia, ocultando sus emociones bajo una máscara de eterno pasotismo y chulería que haría doblegarse a cualquiera ante sus pies. Mucho más inteligente y sensible de lo que se mostraba, su monotema parecía ser Yunho, cosa que le resultaba, cuanto menos, irónica; pues al contrario de su imagen promiscua, estaba completamente enamorado. Mientras que Jongho, el más "joven", si así se podía decir, seguía siendo un completo misterio. Variaba entre la extrema sociabilidad a la máxima apatía con el pasar de los minutos. Impredecible y calculador, así le definiría; además de tener una pasión por los chismes. Y, finalmente, estaba San. Su amor incondicional y perdición. Tras su reencuentro, las cosas no podían ir mejor entre ellos y, aunque en aquellos días no se veían a menudo debido a los preparativos de una celebración desconocida para Wooyoung, hablaban constantemente por mensajes o videollamada. Aunque, en el fondo, sabía que algo seguía inquietándole, algo que San parecía no estar dispuesto a compartir aún. Pese a su gran sonrisa y conversaciones triviales, Wooyoung le notaba más decaído que de costumbre. Su piel era más pálida y sus ojeras más pronunciadas, pero cada vez que le nombraba el tema, este lo evitaba, desviando la conversación.

Recogiendo sus pertenencias, Wooyoung miró el móvil despreocupado y de inmediato una sonrisa apareció en sus labios al leer un mensaje de su novio diciéndole que le extrañaba. Saludando a sus compañeros, se apresuró a la salida, centrándose en enviarle una respuesta rápida antes de comenzar el camino hacia casa. Hasta que, una vez pasadas las grandes puertas de la empresa, un olor desagradable y metalizado le obligó a levantar la vista de su teléfono, congelándose en su lugar. Sintió que le faltaba el aire mientras que su corazón latía a un ritmo desenfrenado. Sus piernas no querían moverse, alejarse en búsqueda de ayuda o simplemente huir de allí. Estaba aterrado. Al notar cómo una presión se instalaba en su pecho sabía que era una señal de un ataque de pánico que comenzaba a aflorar.

Iluminado por la luz del incandescente sol, el cadáver de una chica se postraba inerte ante la entrada, acomodada en un charco de sangre con la garganta desgarrada y una expresión aterrorizada en su rostro. No le hizo falta comprobar su pulso para saber que ya no había nada más que hacer. Sus oscuras pupilas sin rastro de vitalidad estaban clavadas en él, como si le estuviera rogando un auxilio que nunca llegaría. Pero, había algo innatural en su postura. No parecía haber muerto en aquel lugar. Más bien parecía tratarse de un macabro regalo empaquetado, cuyo único fin era mandar un mensaje directo hacia los dueños, hacia el clan. Miles de preguntas desordenadas comenzaron a desencadenarse en su mente. ¿Cuánto tiempo llevaba el cuerpo allí? ¿Por qué le pasaba otra vez a él? ¿Quién había podido matarla a plena luz del día? ¿Por qué frente a la empresa? ¿Quién era esa pobre chica?

Luna de Sangre // WoosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora