Capítulo I

104 6 1
                                    

"Después de todo la muerte es sólo un síntoma de que hubo vida." - Mario Benedetti





Hace un año y seis meses









Me miro al espejo y lo único que veo es un cuerpo vacío. Ya no sé si en realidad estoy viva o estoy muerta. Tal vez ambas. No lo sé. Me recojo el cabello, y aliso las arrugas invisibles de la blusa negra que llevo puesta. Odio esta ropa. Odio el negro. Odio lo que representa.

- ¿Estás lista, Ana? - dice mamá, entrando a mi habitación. Llegó hace unos días para acompañarme en esto. Se lo agradezco, porque no estoy segura de poder llegar yo sola allí. Me limpio rápidamente una lágrima que cae por mi mejilla. Le brindo una sonrisa a través del espejo, mientras me encojo de hombros.

- Creo que sí - digo. Aun no sé qué voy a hacer cuando hayamos llegado. Supongo que lloraré, aunque a veces pienso que ya no me quedan más lágrimas. He llorado tanto últimamente, que creo que ya estoy seca por dentro. Tal vez ya me deshidraté. Contengo una carcajada sin alguna gracia, que quiere salir ante mi mal chiste secreto.

Me giro para quedar mirando a mi mamá. Ella se acerca a mí y me acaricia el brazo derecho.

-Sé lo duro que es esto mi amor, pero debes ser fuerte. Por él - dice. Sé que tiene toda la razón, pero aun así es duro. Nunca creí que esto me pasaría a mí. Ni en un millón de años lo imaginé.

Salimos del apartamento. El apartamento en el que vivía con él. Nuestro apartamento. Respiro hondo, tratando de controlar las lágrimas que quieren desbordarse de mis ojos. Me subo al auto de mamá. Dejé de conducir en el mío, desde el día que...ocurrió todo.

Miro por la ventana en todo el camino, ni un solo minuto quito mi vista de lo que ocurre afuera, en las calles de Dallas mientras pasamos. Debería hablarle a mamá, pero sé que si lo hago romperé a llorar. No quiero llegar con el maquillaje todo corrido. No quiero que su familia piense que soy un mapache recién salido de su madriguera. Contengo de nuevo otra carcajada. Mierda, estoy desesperada. Quiero llegar ya, y acabar con esto de una vez. Bueno tal vez no, pero sé que es lo mejor.

Minutos después, siento como el auto se detiene. Parpadeo para salir de la maraña de pensamientos en la que me encontraba. Mamá se baja del auto, pero antes me da una mirada. Está preocupada, lo sé. Cuando cierra la puerta de su lado, cierro los ojos. Es hora. Miro hacia el frente, y veo el lugar que me ha perseguido estos últimos días en pesadillas. El cementerio Western Heights.

Mierda, no puedo respirar.

Respira, Ana. Dentro. Fuera. Dentro. Fuera. Eso es. Tengo que ser fuerte. Él lo hubiera querido. Pero él no está aquí. Sacudo la cabeza. No, no voy a pensar en eso. Voy a ir allí, y saldré de esto.

Bajo del auto, y camino hacia donde se encuentra mamá. Ella me da una sonrisa que pretende ser aliviadora, pero tiene el efecto contrario. Estoy malditamente nerviosa.

- Vamos - dice mamá. Comienza a caminar. Yo sin embargo, me quedo donde estoy. Siento que voy a desmayarme. Ella se gira para ver si estoy detrás de ella y frunce el ceño cuando ve que sigo en el mismo sitio. - ¿Ana? - Me llama. La miro a los ojos, y veo compasión en sus ojos. No quiero su compasión. Cuadro mis hombros, respiro hondo y camino hacia mi mamá, pasándola para dirigirme a nuestro destino final.

Llevo parada en el mismo lugar durante mucho tiempo: desde que el padre terminó el sermón, el cajón fue enterrado, y todas las personas que vinieron comenzaron a irse

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Llevo parada en el mismo lugar durante mucho tiempo: desde que el padre terminó el sermón, el cajón fue enterrado, y todas las personas que vinieron comenzaron a irse. Mamá se fue cuando todo término, ella sabe que necesito estos minutos a solas para despedirme. No he apartado mi mirado del suelo. Más específicamente de la lápida frente a mí.

Cameron James Quinn

1994 - 2015

Amado y recordado por todos nosotros

Descansa en paz.

Las lágrimas salen y salen de mis ojos. No sé qué hora es, y la verdad no me importa. Sólo quiero arrastrarme a través de la tierra, llegar a Cameron y poner mi cabeza en su pecho, para escuchar el ritmo de su corazón. Arrullarme con ese sonido y dormir, para luego despertar de esta horrible pesadilla. Pero sé que nada de eso ocurrirá, porque Cam murió hace unos días mientras estaba en el hospital recibiendo una quimio. La última de su vida.

Cam luchó hasta el final. Aceptó cada una de las sesiones que se programaron y tomó toda la medicina que el doctor le recetó durante seis meses, y sin embargo nada de eso funcionó. Su vida terminó en seis meses. Tiempo en el cual intentó disfrutar al máximo lo que le quedaba de vida. Él sabía que moriría pronto, pero nunca se acobardó ni dejó de ser fuerte. Fue valiente por mí, y nunca me lo reprochó. Incluso en sus últimos momentos él sólo pensó en mí: "Te amo, Ana, nunca lo olvides. Pero por favor, tampoco olvides que tú vivirás, y esa será mi mayor felicidad".

Entierro las uñas en las palmas de ambas manos, para recordarme que estoy aquí. Viva. Que no morí junto a Cameron. Aunque esto que siento es muy parecido a haber muerto. Miro al cielo, y noto que el sol está justo encima de mí. De nosotros.

Cam, ¿no se suponía que nos graduaríamos juntos? ¿Que nos casaríamos y tendríamos muchos bebés? Lo teníamos todo planeado. Yo lo tenía planeado. Sin ti aquí, no sé qué hacer de ahora en adelante. No sé qué hacer con mi vida.

Me pongo de rodillas, hasta sentarme en el suelo y miro de nuevo la lápida. A pesar de todo este dolor, sé que Cam está mucho mejor ahora. Todo el sufrimiento que tuvo a causa de las quimio se acabó. Todos los efectos secundarios como las náuseas, el vómito y las alteraciones en la percepción de los alimentos, ya no serán más parte de su vida. Está descansando, y creo que es lo único que me mantiene cuerda. Bueno, más o menos.

Pienso en todos las personas de la universidad que vinieron. Todos se acercaban a mí y me daban esa mirada de lástima. No entiendo por qué sentirían lástima por mí, estoy bien. Al menos eso es lo que quiero aparentar. Creo que no soy tan buena poniendo máscaras en mi cara. Suelto una pequeña risa. Cameron estaría burlándose de mí, guiñándome el ojo por siquiera intentarlo.

Saco el celular del bolsillo de la chaqueta que llevo puesta y miro la hora: 6:00. Mierda, he estado aquí tres horas. El tiempo se pasó demasiado rápido. No me quiero ir, pero sé que pronto cerrarán el cementerio.

- Cam, yo... - Trato de decir, pero las palabras se quedan atascadas en mi garganta. Cierro los ojos, me inclino hacia delante y estiro mi mano hasta sentir la fría piedra de la lápida. Cuando la siento, los abro. E intento hablar de nuevo - Cam, quiero que sepas que te extraño tanto. Dios, esto de despedirme no es lo mío. Lo sabes, ¿verdad? - digo lo último riéndome de mí misma. - Y es lo que tengo que hacer. Te amo tanto, que el corazón me duele por no tenerte aquí a mi lado. Pero el dolor disminuye, sólo un poco, para que sepas. Porque sé que ahora estás en paz.

Miro hacia la izquierda a las demás lápidas junto a la de Cam, y veo como un hombre viene caminando en mi dirección, supongo que es el guardia del cementerio.

- Creo que ya tengo que irme, Cam - digo mirando de nuevo hacia la lápida. Acerco la mano a mi pecho, y cierro la mano como si hubiera tomado mi corazón; para luego ponerla sobre el nombre de Cam - Te amo, Cameron Quinn. Hoy y para siempre.

Me pongo de pie, y me doy la vuelta, justocuando el guardia llegaba a la tumba. Le regalo media sonrisa y camino junto aél, para ir hacia la salida del Western Heights.






TREASUREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora