Capítulo XXI

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"There's nights we had that just walk away. And there's tears we'll cry but those tears will fade. It's the price we pay when it comes to love. And we'll take what comes, take what comes." – Walking the wire. Imagine Dragons.









Después de responder cada pregunta que me hizo Max, sobre cómo Caitlin me dio esos papeles de la adopción, él se puso de pie y comenzó a caminar de ida y vuelta por toda la sala. Aun lo está haciendo y eso, fue hace unos veinte minutos. No ha pronunciado alguna palabra más. Me está poniendo nerviosa.

– ¿Podrías quedarte quieto, por favor? Me estás poniendo nerviosa.

Él se detiene y me mira, pero luego, reanuda el paso. Ruedo los ojos.

– Es que, joder, es difícil de asimilar.

– Lo sé, pero debes tomar una decisión.

– ¿Qué? No, ya tomé mi decisión. Desde el momento en que vi mi nombre en esos papeles, supe que adoptaría a Alice – me emociono por su respuesta, pero al ver su expresión, sé que hay algo más que lo tiene pensativo.

– Entonces, ¿qué es lo que te preocupa? – se detiene nuevamente y eleva los brazos.

– Que no sé, cómo ser padre.

– Max...

– No, en serio. Ese era el papel de Cameron, él sí sabía qué hacer con Alice. Yo, escasamente, puedo hacerla reír y ahora seré su padre – me pongo de pie y camino hacia él. Alcanzo su rostro y hago que me mire a los ojos.

– Ninguno nacemos sabiendo ser padres. A mí también me preocupa el no saber llevar esta situación, pero sé que podemos lograrlo. O al menos, podemos intentar ser lo que Alice necesita.

– ¿De verdad estás de acuerdo con ser su madre adoptiva?

– Claro que sí, si no fuera así, no estaría mi firma en esos papeles.

– ¿Con veintiún años? – me encojo de hombros, porque sé a lo que quiere llegar.

– Ya casi me gradúo y, últimamente solo me la paso en prácticas en el hospital, así que, sí, con veintiún años. Tengo mis ahorros, sé que tú también y Caitlin no dejará desamparada a su hija.

– ¿Y si algo sale mal?

– Lo solucionaremos.

– ¿Y si se enferma? Dios, no puedo siquiera imaginarme pasar por una cirugía de nuevo, siendo su padre – cierra los ojos, como si con solo imaginarlo, le doliera.

– Conozco a su médico pediatra, trabajo con él. Sé que hará cualquier cosa por mantenerla sana y yo, no dejaré que se enferme. La tendré en una burbujita si puedo.

– Ven a vivir conmigo – me coge las manos de su rostro y entrelaza nuestros dedos. Abro los ojos desmesuradamente ante su propuesta.

– Oh, wow.

– Ana, múdate conmigo. Este apartamento es lo suficientemente grande para los tres – lo que dice es cierto. – Ahm

– ¿Por qué te sorprendes? No me digas que no pensaste en cómo nos haríamos cargo de ella sin vivir juntos – cuando no le respondo nada, él niega divertido. – ¿Estabas esperando que, simplemente, dejara a mis chicas vivir en otro lado, cuando puedo tenerlas viviendo conmigo?

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