Capítulo XIX

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"La posibilidad de realizar un sueño, es lo que hace que la vida sea interesante." – Paulo Coelho




Un mes después






Estaba esperando que ya supieras qué hacer cuando llegaras allá – dice mi mamá, al otro lado de la línea. Tengo el celular en altavoz, sobre el asiento de copiloto, mientras conduzco, sorteando entre carros por la carretera de vuelta a Dallas.

– No, mamá. Aún no sé qué haré cuando las vea – ruedo los ojos. Es lo mismo que le he dicho desde hace un mes, cuando llegue a su casa. Sí, señores, decidí mudarme de nuevo un tiempo con mamá, al menos mientras me recuperaba un poco de todo lo que había sucedido.

Hace un mes que estoy viviendo con ella, porque me sentía tan sola, que necesitaba del amor de madre para que me ayudara a sanar las heridas. Durante el tiempo que estuve con ella, no respondí ni una llamada de Max, o de Caitlin, quien también fue insistente haciendo sonar mi celular. Pero, sí tomé las llamadas de mis amigas, no queriendo dejar de lado muestra amistad. A pesar de que ambas me escondieron lo de la llave, no podía culparlas, por querer mantener una promesa. Sin embargo, hice que mamá no dejara pasar a ninguno de ellos, incluyendo: a Max, (cuando iba hasta la casa para hablar conmigo, me hacía negar, pero él era tan astuto, que sabiendo que yo me negaría, comenzaba a gritar todo lo que quería decirme), a Kay y Lee, y a Caitlin. No quería que nadie me viera en el estado en el que me encontraba, necesitaba tiempo para pensar acerca de lo que Cameron me pidió. Tenía que pensar sobre qué iba a hacer respecto a Max y yo, porque después de todo, yo me enamoré de él. Ahora lo sé a ciencia cierta.

La única persona que logró una respuesta de mi parte, fue Adrian. Al principio estaba reacia a responderle, pero luego recordé que él no tiene nada que ver en todo esto. Estuvo fuera tanto tiempo, durante el cual pasó lo de Cameron, que no es su culpa lo que en estos momentos yo estaba sintiendo. Así que, todos los días, después de responder la primera, recibía una llamada de su parte y, además, venía a visitarme, me gusta hablar con él. Le había contado todo acerca de Cameron siendo el padre de Alice, la pequeña que había cuidado en el hospital. Él se había limitado a escucharme, mientras yo maldecía y lloraba a moco tendido. En cuanto al trabajo, hablé con Ellie y ella entendió mi situación, claro que no le conté todo con detalle, sino solo lo que ella debía saber para que me cubriera en el hospital.

Me negaba a volver al apartamento, porque lo que yo quería, era huir de toda esta mierda. Hasta que un día, Caitlin me envió una​ foto a nuestro chat en WhatsApp. Estuve tentada a borrar lo que sea que me hubiera enviado, pero la curiosidad me pudo más y abrí la conversación, viendo la foto, que me dejó asombrada. En esta, la pequeña Alice estaba sentada sobre las piernas de su mamá, exhibiendo una bella y grande sonrisa hacia la cámara, en la que se podía apreciar que le faltaban los dos dientes de adelante (parece que ella está comenzando a mudar de dientes); mientras tanto, Caitlin está intentando hacerle un peinado. Sin embargo, eso no es lo que me deja sorprendida, ya que al echarle una primera ojeada a la foto, solo me fijo en Alice. Al echarle la segunda ojeada, me fijo en las manos huesudas de Caitlin y, en su rostro demacrado y pálido. A pesar de que está sonriendo, uno pensaría que más que una sonrisa es una especie de mueca. Sus ojos ya no tienen esa alegría tan característica de ella, sino que ahora parecen muertos. El cabello tan hermoso que tenía, se ve sin vida. La blusa que tiene puesta no alcanza a cubrirle los hombros, dejando ver una sobresaliente clavícula, lo que me indica que ella ha bajado mucho de peso. Mi corazón se deshizo cuando caí en la cuenta de que Caitlin estaba bastante enferma. Ella estaba muriendo.

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