Capítulo 14

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Axel David Garza Cantú

Monterrey, México

Lamenté la situación de Isabella y en medio de todo aquel caos, me acordé apenas ella, se fue de la librería que, en cuestión de nada, mi padre iba a llegar a la librería para que fuéramos a la cena en la que quería conocer a mi novia, ese era otro problema, no llamé a la agencia y no hice nada. Entonces, me vino a la mente una idea brillante y apenas pasó un poco que se había ido Isabella cuando salí corriendo en su búsqueda y afortunadamente la encontré, no había ido muy lejos, estaba a dos cuadras de la librería.

–Isabella, lo siento y sé que te parecerá extraño todo esto ahora – empecé a justificarme – necesito que me hagas un favor, por favor.

– ¿Yo? No, lo siento y no lo haré. Acabas de dejar muy en claro que no quieres una relación con nadie y mucho menos conmigo.

Se notaba lo enojada que estaba y no es para menos, pero ella es la única persona que me puede ayudar ahora. Le pagaré lo que me pida, mi padre está por llegar y se me había ido el día y no hice lo que tenía que hacer, buscar una novia falsa, aunque fuera por hoy.

–No quiero, es cierto y la verdad es que sí la necesito. No tengo mucho tiempo para explicarte, necesito que te hagas pasar por mi novia porque no debe tardar en llegar mi padre, yo te pagaré lo que tú quieras.

–Estás fatal, ¿qué te hace pensar que te ayudaré? No fuiste muy amable que digamos y me echaste de la librería, casi me querías llevar al aeropuerto y subirme al avión de vuelta a Mexicali y, por cierto, vine en autobús.

Demonios, yo la había regado en grande y no tenía idea que ella vino hasta acá a buscarme en un autobús desde Mexicali. De cualquier forma, se me acababa el tiempo y si no quedaba rápido en algo con ella, mi padre no tardaría en aparecerse en la librería y ya no tenía tiempo de llamar a la agencia para contratar a alguien, si ella no me ayudaba yo estaba perdido.

–Por favor, tú me ayudas con esto y además de pagarte, yo te ayudo después con algo – me ofrecí – con lo que tú quieras, por favor.

–Está bien, fingiré ser tu novia con tu padre y mientras dure eso iré pensando lo que quiero que me des después, ¿trato? – Extendió su mano – hecho y nunca deshecho.

Es muy graciosa su forma de hablar, pero ahora no me iba a meter con esa parte, no tenemos mucho tiempo como para estar inventándonos otras cosas, me acoplaría a ella, sé que mi padre tiene que quedarse convencido de que ella es mi novia, por la que había terminado a Paula según ella.

–Trato, otra cosa no te puedo llamar Isabella. Mi papá aborrece ese nombre, así que tenemos como menos de 5 minutos para buscarte otro.

Le dije eso cuando caminábamos de regreso a la librería, ahí es donde nos iba a ir a recoger mi padre. Ya no tenía tiempo de explicarle a ella el asunto, ese que tiene mi padre contra el nombre de Isabella, pensaba en otros nombres para poder cambiar ese, y ella en menos de dos segundos ya estaba sugiriendo uno.

–Carolina, es mi primer nombre. Así no sé, me podrías decir Caro de cariño si se supone que soy tu novia.

–De acuerdo, Caro. Me gusta, permíteme cargar tu mochila.

Así no íbamos a cometer ninguna equivocación, siendo este su primer nombre, teníamos como comprobarlo, mi padre no tenía por qué saber que ella contaba con otro nombre, que por ningún motivo teníamos que mencionar. Mi padre se vuelve loco al escuchar ese nombre.

–Gracias, claro.

Apenas tomé su mochila en mi mano y mi padre se orilló a un costado nuestro cuando estábamos a una cuadra cerca de la librería, él bajó el vidrio de la limusina y luego su chofer se bajó para abrirle y que mi padre pudiera bajar. Él se nos quedaba viendo a ambos y no sé lo que pasó por su mente cuando nos vio y por eso yo tuve que romper ese silencio incómodo.

–Hola, papá. Ella es Carolina, mi novia – la presenté – salimos a caminar un poco, ya teníamos rato esperándote.

Me lo inventé al instante, que otra cosa le podía decir, la verdad era que había llegado antes de lo planeado y ni Carolina ni yo teníamos otro pretexto para estar afuera de la tienda, mi padre siempre con su puntualidad que en vez de verse bien, presionaba mucho a la gente y caía mal por eso.

–Hola, hijo, mucho gusto, Carolina, soy Lorenzo Garza, el padre de Axel David – la saludó él – tenía mucha curiosidad de conocerte.

Las cosas van bien por el momento, mi padre no le ha hecho el feo, ni ha dicho nada indebido, ya que se caracteriza por decir las cosas sin filtro. Espero que no salga con cuestiones que me hagan sentir mal a mí o a Carolina.

–Buenas noches, señor. Encantada, el gusto es mío.

–Bien, si ya están listos nos podemos ir a cenar – dijo mi padre – ¿y esa horrible mochila de quién es?

Espero que Carolina no se vaya a ofender, con lo que ha dicho mi padre, y yo ahora me tengo que inventar algo creíble.

–Nos la encontramos en la calle – dije sin pensar – ahorita que salimos a caminar y pensábamos llevarla a la librería para ver si tenía una identificación o datos del dueño para entregarla.

–Tonterías, tírenla a la basura – ordenó – no deben de andar recogiendo cosas en la calle. Ahora vámonos que tengo mucha hambre.

Mi padre le hizo una señal al chofer de que tirara la mochila y este me la quitó. No quise ni voltear a ver a Isabella, ella estaba enojada cuando papá dijo lo de tirar la mochila, sé que en ella venían sus cosas y no podíamos hacer nada. No podíamos decir que ella venía llegando o algo que hubiera despertado sospechas, ya más tarde yo vería la manera de reparar el daño y le repondría a Isabella todo lo que trajera en la mochila.

Nos subimos a la limusina de papá y para disimular, yo tomé la mano de Isabella entre la mía y ella luchaba por retirarla hasta que cayó en cuenta que teníamos que fingir desde ese momento ser novios. Pensé que me iba a hacer algo por lo de su mochila, pero yo le voy a reponer con creces todo lo que venía en ella.

–Los noto, un poco tensos – nos dijo papá – por sus caras pareciera que les ha pasado algo.

–No, para nada – respondí – no te imagines cosas papá.

–Ya veo hijo, bien para mí es un gusto conocer a la mujer por la que has terminado con Paula De la Riva, estás muy bonita, Carolina.

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