Capítulo 16

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Axel David Garza Cantú

Monterrey, México

Tuve que improvisar con mi padre diciendo dónde conocí a Isabella, ella no sé si antes haya estado aquí en Monterrey, pero a juzgar por cómo se quedaba viendo la impresionante vista del cerro de la silla, me atreví a decir que no y entonces yo tenía que evitar de todas las formas posibles que mi padre se diera cuenta de que esto era una farsa, lo de ella y yo.

–Qué bien que ya nos han traído la cena – dije con un poco de hambre – a estas horas, muchas veces, yo ya he comido algo.

Más bien, para que ya no tuviéramos que estar hablando del noviazgo, cenaremos y no tenemos que darle más explicaciones a mi padre, porque sé que va a querer los detalles de cómo nos enamoramos. 

–Muy bien, vamos a cenar. Veo que a Carolina le ha gustado la champaña – notó mi padre – vamos a pedir otra botella, que no vaya a decir tu chica que su suegro es un miserable.

No creo que ella deba beber un trago más, la notaba un poco achispada, por eso estaba hablando de esa forma, no quería que fuera a cometer una imprudencia, las cosas nos tenían que salir bien, por lo menos por el día de hoy hasta ver que podíamos resolver.

–Para nada, Don Lorenzo – dijo Carolina – si todo lo que puedo decir de usted, es que ha sido un señor muy amable y agradable.

–Buen provecho, vamos a cenar.

Nos pusimos a cenar todos y me di cuenta de que a Isabella ya se le había subido la champaña hasta arriba, esperaba que ahorita que ella ingiriera algo, eso se le bajara porque no quería problemas con mi padre o que a ella se le saliera decir que ella no era mi novia y que todo esto era solo un favor que ella me hacía. Isabella cerró los ojos un poco y yo, por miedo a que se cayera, acerqué mi silla a la suya.

–Mi amor, ¿estás bien? – Le pregunté – es que de pronto veo que cerraste los ojos, te estás durmiendo.

–Sí, mi amor – dijo muy eufórica – claro que estoy bien, es que nunca había tomado esto y está muy fuerte.

No estaba bien, estaba demasiado eufórica para haber tomado solo eso, y pues al ser su primera vez tomando champaña, le estaba subiendo muy rápido a la cabeza, en verdad espero que esto no se fuera a salir de nuestras manos, mi padre tiene que creerse este noviazgo. De esto depende que él me entregue la herencia, tengo que independizarme. 

–La primera vez con la champaña siempre pega fuerte – dijo papá – pero me extraña que, si vas con frecuencia al casino, no la consumas. Ahí la ofrecen a todas las personas miembros de ese selecto círculo que van a jugar.

–Sí, Don Lorenzo, eso lo sé. Lo que ocurre es que siempre voy allá con mis padres y ellos no son mucho de dejarme que tome, no les gusta y yo por eso siempre quise probarla – Isa, sin duda se supo recuperar – además cerré los ojos para disfrutar la cena, todo está delicioso.

Isa se había recuperado y salvado la situación, ese era un buen argumento para lo que le estaba pasando, no hubo necesidad de inventar otra cosa, y si es su primera vez con esta bebida es entendible lo que acaba de explicar, por lo que le está pasando.  

–Espera a probar los postres, son fantásticos – dije quitándole peso a la situación – hoy, por ser una noche especial, pediré un postre especial.

–Claro mi amor, tú siempre eres adorable.

Ella me dio un beso en la mejilla y yo lo tomé como lo más normal del mundo, siendo que ante mi padre éramos una enamorada pareja. Terminamos de cenar y pedimos un delicioso pastel de postre. Isabella sacó muchas fotos mías con ella y hasta con mi padre, era como si ella fuera como Paula y fuera a colocar esas fotos en un lugar, pero ya hablaría con ella de eso después. Salimos todos juntos del restaurante, Isabella se aferró a mi abrazo y mi padre se nos adelantó para pedir al valet parking que llevara la limusina.

–Axel David, estoy demasiado mareada – me confesó – no sé, eso de la champaña se me ha subido horrores.

–Tranquila – la abracé por la espalda – dime ¿qué sientes?

Ahora que salíamos le estaba pegando el aire de frente y supe que esto se le había subido demasiado a la cabeza, fue mala idea que siguiera tomando champaña como si fuera agua, debí suponer que esto nos iba a pasar, solo debemos llegar a la librería para que ella se recomponga. 

–Mareo y quiero devolver el estómago – ella hizo una arcada – me siento muy mal, me da vueltas todo y…

–No, por favor – la sostuve en mis brazos – tienes que relajarte, yo no quiero que pase nada en la limusina o mi padre va a sospechar, ¿puedes aguantar a que nos deje en la librería?

Rezaba para que ella no fuera a tener un accidente dentro de la limusina, eso sería muy malo para los dos, nunca hubiera dejado que tomara ni siquiera un sorbo de champaña, pero esperaba que ella pudiera aguantar hasta llegar a la librería. 

–Sí, claro que puedo hacerlo.

–Gracias.

La limusina llegó y nosotros caminamos hasta alcanzar a mi padre y nos subimos en ella, él ya sabía que nos dejaría de nuevo en la librería y, ya que él se fuera, yo llevaría a Isabella a dónde ella me dijera o la hospedaría en un hotel, con todo esto yo no sabía si ella tenía con quién llegar aquí en Monterrey o si estaba a la deriva. Mi padre, no era de quedarse callado y apenas llegamos a la librería, él bajó de la limusina con nosotros para despedirse de mi novia.

–Ha sido un placer conocerte, Carolina – dijo mi padre – aprovecho para invitarte a ti y claro a tus padres a un almuerzo que daré mañana en la residencia de los Garza.

–Muchas gracias, papá – respondí por ella – no podrá ser posible, Caro y yo tenemos planes y queremos pasar el día a solas. Ella me ayudará un rato en la librería y después pasaremos el resto del día, juntos.

Mi padre me ponía en una encrucijada, ni idea de donde se estaba quedando Isa, y mucho menos sabía dónde estaban sus padres, esto definitivamente estaba dirigiéndose a terreno que no debería conducirse. 

–No me puedes hacer esto, hijo. Quiero conocer a Carolina a fondo y eso incluye a su familia, no quiero pensar que ella pudiera ser una cazafortunas.

Isa no pudo decir nada, ella se alejó de nosotros y llegando a un contenedor de basura, ella devolvió el estómago, lo que yo no quería que pasara y que afortunadamente no pasó estando en la limusina. Mi padre negaba con la cabeza y yo no podía hacer o decir nada.

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