Axel David Garza Cantú
Monterrey, México.
Me daba mucho gusto verme de nuevo con mi madre, en especial después de tanto problema que había tenido con mi padre. Ella siempre me hacía sentir mejor y me calmaba de todos los males que me aquejaban, nos dimos un abrazo y ella, como toda madre que tiene un radar, se dio cuenta de que conmigo pasaba algo y sabía que esa plática se iba a poner demasiado seria. Lamentablemente, no podía hacer nada para evitar que mi madre y yo tuviéramos que hablar de ciertos temas que no eran muy gratos para mí.
–Hijo, traes una cara fatal – dijo mamá – parece que la vida te ha estado tratando mal, no parece que vengas llegando del rancho. Que yo sepa, a ti te encanta estar allá.
–Sí, me sigue encantando mamá y a Caro también le ha gustado mucho el paseo – sonreí al pensar en ella – es solo que tuve problemas con papá.
No entendía el tema de mi padre con que me volviera a llevar bien con el inútil de Pepe Villareal. Eso estaba fuera de lugar desde donde lo quisiera mirar. Ese sujeto había dejado de ser mi amigo y que bueno que se haya metido con Paula, así me quitaba a dos escorias de encima.
–Ya veo, lo siento hijo. Sabes que con tu padre las cosas nunca son fáciles, me tomé la molestia de comprarte unas cosas y también preparé para que almorcemos aquí, quiero que me cuentes como te fue estos días, como vas con Caro y ¿qué pasó ahora con tu padre?
–Sí, mamá, yo te lo cuento todo, pero primero vamos a comer algo que me muero de hambre, siempre que cocinas tú yo me lo devoro todo.
Siempre me han gustado las comidas de mi mamá, le queda todo delicioso, no cabe duda que estando con ella me siento mucho mejor, no como cuando estoy con mi padre que quiere que todo se haga a su manera, y así no son las cosas. Yo tengo mi propia forma de pensar, soy un adulto y así quiero que me trate.
–Sí, hijo, vamos a comer.
Nos sentamos mamá y yo a disfrutar de las delicias que ella cocinó para mí, algo que le agradecí mucho ese día. Estaba contento de ver a mi madre después de tantos días y también me encontraba algo ansioso porque quería platicar con ella de lo que había pasado con mi padre, quería el consejo de la mejor consejera del mundo, ella.
–Mamá, con Caro voy de maravilla – dije emocionado – siento que me estoy enamorando poro a poco de ella, es una chica maravillosa. A ella le encantó ir al rancho tal y como a mí me encanta.
–Qué bueno hijo, que has encontrado a una chica que comparte tu gusto por el rancho y ella me agrada. Te lo dije que era mejor que tú dejaras a Paula, ella nunca fue para ti.
–Sí, mamá y hablando de Paula, ella sigue afectando mi vida, aunque ya no la vea. Me encontré allá a Pepe Villarreal y le faltó al respeto a Caro diciendo que ella era una scort.
–Pepe hijo es igual que Pepe padre, son gente con dinero que no tienen clase. Por eso con tu padre empezamos a pelear – confesó mi madre – él siempre, defendía mucho a ellos, a los Villarreal, aun sabiendo que son gente de lo peor.
Con razón a mi madre nunca le han caído bien esas personas, no se saben comportar debidamente, son gente ordinaria, groseros y piensan que por tener dinero todos vamos a aguantar sus estupideces.
–Lo son, mamá. Son groseros y nefastos hasta donde ya no es posible decir más. Papá por eso está enojado conmigo, él quiere que yo siga llevando mi amistad con Pepe, como si él no me hubiera hecho daño, metiéndose con Paula.
–Tu padre solo se deja llevar por el dinero de los Villarreal, no sé para qué quiere tanto dinero si a la mejor la vida no le alcanza para que lo disfrute.
Yo nunca me voy a dejar atrapar por el dinero, eso lo único que hace es perderte de los buenos momentos de la vida por querer tener siempre más y más dinero, me doy cuenta de que con Caro la cosa es diferente, no está al pendiente de lo que yo tengo, aunque yo le quiera dar todo.
–Sí, es cierto. Mamá, con Caro me siento libre y me siento feliz, por primera vez en mi vida siento que puedo estar en una relación real, fuera de las apariencias sociales, ella es perfecta, es única y es muy original y divertida.
–Me alegra eso, hijo, como ya te dije, ella me gusta mucho para ti y quiero que vayan este fin de semana a mi casa, ya que cierres la librería. Será pasar un fin acogedor, en un ambiente de calma, viendo películas y jugando juegos de mesa.
A mi chica le va a encantar, a ella le cae bien mi mamá y claro que me he dado cuenta de que el agrado es mutuo y eso no lo voy a desaprovechar, mi madre lo es todo para mí y Caro tiene todas las cosas que le gustan a mi madre, ellas serán muy apegadas, las quiero a las dos.
–Excelente mamá, yo le diré a Caro y ten por seguro que será un sí. Ella querrá ir contigo, es única mamá, ella no se la pasa viendo lo malo en las cosas como lo hacía Paula.
Algo que amaba de hablar con mi madre es que ella no dejaba de verme mientras lo hacía, ella me escuchaba con atención y además se mostraba interesada siempre en todo lo que yo le contaba, caso contrario a lo que pasaba con mi padre, a él podía contarle mi vida y a él no le importaba nada. Solo le importaba que no me metiera en problemas que involucraran su precioso dinero.
–Todo lo de Caro está muy bien. Solo qué te recuerdo que tu padre pronto querrá verte casado, a fines de la herencia, y no sé si Caro se quiera casar con el poco tiempo que llevan juntos.
Pues no creo que las cosas las vayamos a hacer a lo loco, apenas nos estamos conociendo y aunque yo sé que la quiero mucho, no hemos tomado el tema de casarnos, eso ya lo haremos después, aunque a mi papá le urge verme casado.
–No le he dicho nada mamá, no sé cómo es que lo vaya a tomar y siendo sincero me preocupa. Caro y yo, no hemos hablado por ahora nada de ese tema de casarnos, queremos ir lento porque así es mejor.
Otro es el tema de que mi papá no está muy convencido de que Caro sea la mujer para mí, pero eso me tiene sin cuidado, al que le debe importar es a mí y ella me encanta demasiado.
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Apuesta por amor
RomanceApuesta por amor A sus 22 años, Carolina Isabella, tiene grandes amigas y grandes sueños. Está en bancarrota, pero quiere ser parte de una sociedad con sus amigas al no tener el dinero para su parte de la cafetería, en un giro inesperado del destino...