No Soy Tuya - Pedro, o Pedri

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CARLA

Llevaba ya un par de días en Ibiza con Manuel, mi novio, el cuál me regaló por mi cumpleaños de los dieciocho un viaje a la isla.

Ahora estábamos en la playa viendo uno de los muchos preciosos atardeceres de Ibiza, para luego irnos a un restaurante a cenar y después irnos un rato a pasear por las tiendas de collares, pendientes y esas cosas que me encantan.

Nos quedamos en la playa durante unos veinte minutos más y nos fuimos al restaurante ya que Manuel reservó la mesa a las nueve y cuarto, nos sentamos en ésta y se puso con el móvil, como siempre, estaba harta de que nunca lo dejara a un lado para pasar tiempo conmigo.

—Podrías dejar el teléfono un ratito amor. le dije tranquila, aunque por dentro quería estamparle el dispositivo contra el suelo.

—Estoy trabajando Carla, dame un par de minutitos y estoy contigo.

Trabajando.

Siempre estaba trabajando, estaba hasta el moño de que siempre usara la misma excusa, y no me pensaba callar y esperar hasta que terminara de hacer lo que estuviera haciendo.

—Estamos de vacaciones Manuel. ¿Puedes dejar el puto móvil? —pedí ahora más seria que antes.

—Mira Carla a mi no me vas a decir lo que tengo o no que hacer, ¿te queda claro? Pues te esperas.

Mi impaciencia me ganaba, así que me levanté de la silla haciendo bastante ruido y fui a un paso grande hacia la puerta mientras tenía la mirada de medio restaurante en mí, mis tacones eran lo único que se escuchaba en el lugar, deseaba volver a la habitación del hotel y ponerme mi pijama mientras leía un libro con total tranquilidad.

A pesar de que Manu y yo nos enfadáramos a menudo siempre lo arreglábamos lo antes que podíamos, o más bien lo arreglaba yo, porque su orgullo siempre era el primero para él.

Después de estar durante veinte minutos andando por caminos de piedra y de tierra con los tacones (los cuáles me estaban matando) llegué a la entrada de hotel, aunque primero tenía que pasar por un pasillo de suelo liso lo cuál agradecí. Me crucé con un chico de un poco más de mi edad, el cuál me sonrió en forma de saludo y yo a pesar de mi enfado y que me ardían los pies por todo lo que había andado y por la calor que hacía, hice un poco de esfuerzo y le sonreí de vuelta para segundos después sentir mis ojos cerrarse.

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M

e desperté en una habitación que estaba segurísima que no era la mía, me encontraba tumbada en una gran cama de matrimonio que tenía vistas al mar, era una habitación en tonos blancos, grises y negros.

Intentaba recordar si la había visto alguna vez, pero nada, no me sonaba de nada, miré a la puerta, pensaba salir corriendo, y fue lo que hice, pero la puerta estaba cerrada, estaba asustada, no conocía el lugar, no sabía dónde estaba y el miedo me inundó de un instante a otro.

—Veo que ya te has despertado. —escuché de repente en una parte de la habitación.

Giré mi vista y me encontré con el mismo chico de anoche, llevaba simplemente una toalla enrollada en las caderas y otra en la mano, con la cuál se estaba secando el pelo.

—¿Quién eres y qué hago aquí? —fue lo único que pude decir.

—Mira, —se acercó a una mesita de noche y cogió su IPhone para enseñarme un par de fotos— que sepas que tu novio Manuel te lleva engañando dos años. —me mostró en su móvil una foto de Manu con una morena mientras se acostaban en mi cama, sí, él y yo estábamos viviendo juntos— Así que, de nada.

No soy tuya // Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora