No soy tuya - Más lo quería

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PEDRO

Me desperté al sentir a la pelirroja esconderse en mi cuello, estaba helada, su brazo estaba abrazándome por la cintura mientras que su pierna estaba encima mía. Yo en cambio tenía uno de mis brazos por debajo suya abrazándola, sentí su aliento contra mi cuello, sus labios y la punta de su nariz rozaban mi cuello haciéndome sentir tranquilo, me giré un poco para mirarla y solamente llevaba mi camisa junto a su tanga el cual era negro de encaje, minutos después un suave y delicado beso apareció en mi cuello, el brazo de esta se movió hasta llegar a mi pelo el cual comenzó a acariciar.

-Buenos días reina. —Hablé separándome de ella para poder verla todavía con los ojos cerrados—.

Quitó su brazo de encima mía y poder meterlo debajo de la almohada, después de unos segundos hundió su cara en la almohada para restregarse y luego mirarme con los ojos abiertos.

-Hola Pedrito.

Cuando me saludó con esa voz de dormida, con esa sonrisa y esos ojos de cansancio no pude no sonreír como un idiota a sus encantos. No sabía que me había hecho esta chica, pero podría asegurarme que de nada bueno se podría tratar.

-¿Cómo has dormido? —Le pregunté mientras le apartaba un mechón que se acababa de colar en su cara—.

-Bien, contigo siempre duermo bien Pedrito.

-¿Te he dicho ya que te quiero? —Acababa de soltar una tontería que nunca le había dicho ha absolutamente nadie—.

-Que cariñoso estás de buena mañana Pedrito. Pero no, nunca me lo habías dicho.

Se subió encima mía para abrazarme y comenzar a darme picos seguidos sin previo aviso, mis brazos pasaron a su cintura automáticamente para abrazarla, después de aquello se escondió en mi cuello de nuevo para sentir su respiración lenta y tranquila. Era raro que estuviera así de buena mañana, siempre eran un par de abrazos y unos besos, pero esta vez era diferente, estaba mucho más cariñosa que los demás días.

-Que cariñosa estás hoy canija. —Murmuré para luego darle un beso en el cuello—.

-Que te follen González. —La escuché hablar en mi cuello, hasta era mona insultándome—.

Nos tiramos así durante media hora, sentí como se había vuelto a dormir ya que sentía su respiración, sus labios y su nariz, todas ellas en mi cuello, me estaba matando el tenerla así, era como una niña de siete años en una de dieciocho, era perfecta, me quería a pesar de todo lo que le había hecho pasar, y ahora estaba aquí conmigo, en la misma habitación, en la misma cama, encima mía, acurrucada en mi cuello, abrazándome y dormida como una niña pequeña.

☆☆☆☆☆☆

Sentí el cuerpo de Carla moviéndose encima del mío, estaba restregando su intimidad contra mi entrepierna, se había despertado, eso estaba claro.

-Carla, para. —Murmuré por su culpa—.

Salió de mi cuello, para mirarme con una sonrisa y con una de sus manos empezar a despeinarme por completo.

-¿Por qué tengo que parar? —Al verla sonreír no pude evitar sonreír yo también— No soy la única que quiere, y lo sabes.

-¿Ahora no estás cansada no? —Le pregunté todavía con esa sonrisa que solo ella me sacaba—.

-No, porque he dormido.

Sin darme previo aviso me besó con lentitud mientras seguía moviendo sus caderas contra las mías para que luego sus manos cogieran mi pelo con firmeza y autoridad, y que las mías bajaran a su culo para agarrarlo con poderío, sin previo aviso me mordió el labio mientras se separaba de mi y me sonreía, era una sonrisa cariñosa y monísima.

No soy tuya // Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora