No soy tuya - Más

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CARLA

Pedro me dijo que esta noche iríamos a cenar a un restaurante de Barcelona, así que tenía que buscar algún vestido para la noche, me fui a la ducha mientras que él decidió quedarse abajo jugando a la play, en cambio yo me quité la ropa y me metí bajo el agua tibia, cuando salí me puse la ropa interior y la toalla la llevaba en la mano para secarme el pelo fuera, y en cuanto salí me encontré al canario mirando el libro el cuál me estaba leyendo y justo al abrir la puerta el levantó la cabeza encontrándome con simplemente la ropa interior y la toalla en la mano.

-¡Joder Pedro! ¡¿Tú no estabas abajo?! —Pregunté mientras me tapaba con la toalla—.

-Si, pero ya me he cansado. —Habló mientras me miraba a los ojos— Tengo una duda. —Comentó refiriéndose al libro— ¿Para qué usas cada color?

Cuando me preguntó eso no pude no reírme y sentir mis mejillas calentarse, anduve en dirección hacia el armario mientras me enrollaba la toalla en el cuerpo, abrí el armario y empecé a mirar por las perchas algún vestido para ponerme, hasta que sentí cómo Pedro se acercaba a mi, me giré y lo tenía a menos de un metro de mi.

-¿Me puedes contestar canija?

-Em, pues mira, el azul para las escenas tristes, el naranja para las de enfados, el verde para los momentos felices, el amarillo para los besos o cosas bonitas y el rosa para las escenas eróticas.

-Entonces, te gusta leer libros con escenas eróticas pero luego con Manuel no quisiste hacer algo, ¿No?

-No es lo mismo Pedro, no lo entenderías.

-Vamos a hacer un trato Carla. Si consigo tu máxima confianza me dejas. ¿Trato?

-¿Estás loco? —Hablé riéndome por su trato— ¿Tú sabes cuánto me costo qué Manuel me viera solo en ropa interior? Un año Pedro, un año, ¿Y tú piensas que si consigues toda mi confianza posible podrás quitármela? Sigue soñando chaval.

-Vale, pero. ¿Y si lo consigo?

-Si lo consigues podrás hacerme lo que quieras, pero te puedo asegurar que tardarás, y mucho.

Nos quedamos en silencio durante unos segundos cuando de repente sentí una ola de frío por mi cuerpo y sin darme cuenta la toalla se me había caído al suelo, la mirada de Pedro recorrió mi cuerpo como si no me diera cuenta mientras sonreía, hasta que cogí la toalla rápidamente del suelo y volví a mirarle a los ojos.

-Pues vaya, he tardado muchísimo menos que él, y además ya dos veces. Y muy bonitas por cierto.

-¿Podrías dejar de mirarme siempre? No sé eh.

-Soy un tío, y nosotros no podemos no mirar, ¿Sabes?

-Pues si me miras mira sin ser tan descarado. Que yo también miro, pero al menos no soy tan descarada como tú.

-Yo te dejo mirar lo que quieras... Bueno, voy a cambiarme que sino se nos hará tarde.

Se fue a su armario y me dejó buscando algo para ponerme, al tener la puerta del armario abierta me quité la toalla. Después de buscar un rato encontré un vestido negro largo el cuál tenía en la pierna izquierda una apertura junto a unos tacones negros con pedrería del mismo tono, el problema fue a la hora de subirme la cremallera, no podía, entonces no tuve más remedio.

-Pedro, ¿Puedes venir?

Enseguida lo tenía detrás mía preguntándome que pasaba.

-¿Me subes la cremallera porfa? —Le dije mientras me apartaba el pelo de la espalda—.

No soy tuya // Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora