No soy tuya - Armas

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-Hola... —Escuché a Pedro susurrar en mi oído—.

-¡Pedro! —Rechisté al ver que había movido el taco por su culpa—.

-¿Qué? —Preguntó extrañado—.

-He movido el taco por tu culpa, joder.

-Perdona chica.

Me giré para mirarle y me quedé helada.

-¡Pedro! ¡Mi nombre! —Le grité confundida—.

-Te llamas Carla, canija. —Me dijo apartándome un mechón de pelo de la cara—.

-¡Tú tienes mi nombre!

-No. Yo sigo llamándome Pedro y tu sigues llamándote Carla.

-¡No! ¡Tú tienes mi nombre en el brazo!

-¡Ah, eso! Si mira, ¿Te gusta? —Comentó mientras me enseña su brazo—.

-¡¿Estás loco?!

-No, me tatué tu nombre hace un tiempo, nada más.

-¿Te lo tengo que volver a repetir o qué?

-¿El qué? —Me preguntó haciéndose el que no entendía nada—.

-¡Qué estás loco Pedro!

-Lo que tu digas, pero no me arrepiento de hacérmelo.

Me giré de nuevo y seguir jugando pero no pude, sus manos me agarraron de la cintura girándome y pegarme contra él al máximo.

-¿Qué haces? —Le pregunté apoyando mis manos en el borde de la mesa mientras le miraba a los ojos asustada—.

-No quiero que me vuelvas a estar evitando dos días otra vez Carla.

-Pedro, es que haces cosas que no.

Y sin poder decirle nada más, pasó sus manos por debajo de la camiseta apretando mi cintura mientras me besaba el cuello succionándolo, mordiéndolo, lamiéndolo y besándolo haciendo que soltara algún jadeo. Hasta que el timbre de la casa sonó haciendo que él se separara de mi para mirarme a los ojos con intensidad.

-Estás muy mona cuando te enfadas, y no te olvides que estás jugando con fuego canija.

Se fue de la habitación mientras que miraba el teléfono dejándome allí sin saber que hacer o decir. Estaba un poco enfadada con él por haberse hecho aquel tatuaje, pero por otra parte tenía una pequeña ilusión en el cuerpo por habérselo hecho. Decidí ir a la sala que Pedro me enseñó hace un par de semanas, no había vuelto a entrar desde que me la enseñó.

Así que cogí las protecciones necesarias, cogí la pistola que me dijo que menos pesaba y me preparé para ello. Apunté al centro y le di justo, seguí durante un rato más hasta que se me terminó el cartucho y abrí el cajón el cuál abrió la otra vez Pedro y recargué el arma para volver a disparar de nuevo, después de un par de minutos disparé el gatillo y cuando escuché la puerta abrirse perdí la concentración y le di al plástico haciendo que la bala rebotara y me rozara la mejilla para sentir como caía sangre por esta.

-¡Carla!

Solamente escuché la voz de Pedro para después sentir mis ojos cerrarse.

Cuando abrí los ojos me encontré la habitación como la había visto por última vez y a Pedro delante mía.

-¿Estás bien? ¿Cómo te encuentras? ¿Cómo se te ocurre meterte ahí sola? Ya te dije que no te quería ahí sola Carla.

Pasé mi mano derecha a mi cabeza la cuál me estaba dando vueltas como loca.

No soy tuya // Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora