TREINTA Y CINCO

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Sara

Lucy se ríe como loca con su padre, adoro verlos juntos. En esta última semana desde que Armando apareció de nuevo y me llevó con él, Gabriel no se ha separado de los niños, incluido Martincito. Se siente culpable porque su sobrino no tenga a su padre cerca, por más que le he dicho que él no tiene la culpa de las acciones de su hermano parece no entenderlo, también se culpa de que su padre esté triste, algo de lo que tampoco es culpable.

Amara llama mi atención para que elija unas flores, estamos organizando mi boda con Gabriel para este fin de semana, la noticia de que Armando había muerto saltó a la prensa internacional, los periodistas estuvieron buscando a su viuda por cielo, mar y tierra, claro que no me encontraron, seguimos en el refugio a quince kilómetros de Reynosa, celebraremos la boda aquí, mañana llegan las familias de Mario y Bastian, por fin voy a conocer a todos los Reyes y a los padres de Bastian y Camelia, en todo el tiempo que estuve en Río no los conocí. También voy a conocer a la familia de Niccòlo.

—Me gustan las calas— le digo a Amara.

Ella asiente y las apunta en su tablet. Le agradezco tanto que Melissa, ella y mi madre me estén ayudando con esto. En mi boda con Armando no organicé nada, fue mi madre quien se encargó de todo. Melissa se está encargando del catering y las carpas para la celebración, mi madre del vestido, hay tantos que no sé cuál elegir, quiero algo elegante y sexy, quiero que cuando Gabriel me vea con él quiera desnudarme allí mismo. Uno de los vestidos que mi madre está viendo llama mi atención, le quito la tablet de las manos.

—¿Ese es el que te gusta?— me pregunta mi madre.

El vestido es un sueño hecho realidad. Tiene una falda de gasa vaporosa, de estilo princesa, la parte superior es un corsé ajustado desde el escote del pecho hasta la cintura, es semitransparente desde debajo del pecho hasta su terminación en la cintura. Hay flores de tela por la falda y parte del corsé y los finos tirantes que van entre el hombro y el codo.

—Este, sí, este es mi vestido.

—Llamaré a la modista de inmediato para que venga esta tarde y te tome las medidas— dice mi madre.

Melissa y ella se marchan dentro de la casa para hacer llamadas, Amara es la próxima en levantarse y marcharse. Liam se acerca a mí gateando por el césped, tomo a mi niño en mis brazos. Se acurruca en mi pecho, me saco el que está más cerca de él para que se amamante, no sé qué voy a hacer cuando ya no quiera tomar más pecho, creo que sentiré un enorme vacío. Le peino con mis dedos el pelo mientras nos miramos a los ojos, tiene el pelo tan largo como su hermano y su padre. Gabriel se sienta a mi lado, apoya su barbilla en mi hombro para mirar a nuestro hijo, Liam le sonríe.

—Mi pequeño ángel— le dice Gabriel— ¿Qué vas a hacer cuando a tu madre le empiece a crecer la barriga con tu hermano? No podrá cogerte en brazos.

Miro a Gabriel.

—Aún no sabes si estoy embarazada, honey.

—Lo estás, le he puesto mucho empeño.

Niego con la cabeza mientras me rio. Tiene razón, le ha puesto muchas ganas a dejarme embarazada, me ha tenido a su disposición cada noche, después de que los niños se quedaran dormidos, y cada mañana, antes de que los niños se despertaran.

—¿Tienes la ropa de la boda para los niños?— me pregunta.

Asiento.

—Tres smokings pequeñitos para Leo, Liam y Martín y un vestido de princesa para Lucy.

—¿Rosa? Odia el rosa.

Nos hemos dado cuenta de eso, a Lucy parece gustarle más el celeste, cuando alguien le da algo rosa lo lanza lejos de ella, ayer vino Sergei con varias muñecas para ella, dejo las que iban vestidas de rosa a un lado y jugó con las que llevaban ropa de otros colores.

EL PATRÓN #2 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora