VEINTIOCHO

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Sara

Me están volviendo loca, los trillizos me están volviendo totalmente loca. Pero son tan hermosos a sus diez meses, tan sanos y alegres. Y se parecen tanto a él, sobre todo mi pequeña Lucy, intenta mandar sobre sus hermanos como si fuera la jefa de su pequeño clan. Ella es una mezcla de Patty y su padre, tiene el pelo rubio pálido, en cambio, sus ojos son marrones. Leo y Liam son igual que los Hernández, no hay duda de que la sangre de ellos corre por sus venas. Tienen el pelo oscuro y los ojos marrones, los tres se parecen a su padre, a Gabriel.

Mi corazón se aprieta cada vez que pienso en él, desapareció de mi vida. No he vuelto a saber nada de él. Al principio preguntaba por Gabriel cada día, aunque no recibía ninguna respuesta de nadie, ninguno me contaba nada. No sé por qué, no puedo averiguar nada estando encerrada en las favelas. Sigo en peligro por culpa de Armando, me sigue buscando, a pesar de que ya ha pasado más de un año desde que desaparecí. Desde que me fui de su lado.

Mi madre entra a trompicones en la casa, viene jadeando.

—¿Has estado corriendo?— le pregunto.

—Sergei— jadea— Está aquí.

Me levanto del suelo de un salto. ¿Por qué está él aquí en Río?

—¿Dónde está, mamá?

Mi pecho sube y baja por los nervios. No sé cómo tomarme esta noticia.

—Estoy aquí.

Mis ojos se abren al verlo detrás de mi madre. Sergei tiene una sonrisa en su cara, me abalanzo hacia él para darle un abrazo. Lo he extrañado mucho, más de lo que creí que podría extrañar a alguien a quien supuestamente odiaba.

—¿Cómo has estado?— me pregunta.

Me separo de él, sus ojos van hacia mis tres pequeños, que juegan absortos en el suelo.

—Bastante ocupada, como puedes ver.

—Esa pequeña tiene el pelo casi tan claro como la nieve— dice mirando a Lucy.

—Sí, brilla como una luciérnaga en la oscuridad— le digo.

Sergei se agacha de rodillas junto a mi hija, acaricia su pelo con tanta ternura. Ella lo mira con sus grandes ojos redondos y marrones.

—Hola, pequeña luciérnaga— le dice— Creo que tu madre tiene suerte de tener a una hija con tu color de pelo, nunca vas a perderte.

Mi pecho vibra por la risa.

—Oye ruso, deja a mi hija en paz— le digo.

Sergei sonríe, se levanta del suelo y me mira, la sonrisa se desvanece de su cara.

—No estás aquí de visita, ¿verdad?— le pregunto.

Niega con la cabeza.

—He estado escondido todo este tiempo, no quería perjudicaros.

—¿Sabías dónde estábamos?— le pregunta mi madre.

—Me temo que no, malen'kaya. A mis oídos han llegado ciertas noticias sobre El Patrón.

Mi cuerpo se tensa al oír su nombre de boca de Sergei.

—¿Qué noticias?— le pregunto temblando.

—Deberías sentarte.

—Sergei, ¿qué noticias?

Su nuez de Adán se mueve cuando traga grueso.

—Hubo un accidente hace nueve meses, un grave accidente de coche. Gabriel casi muere en él.

Mi boca se abre en un jadeo, nadie me había contado nada. Me giro hacia mi madre.

EL PATRÓN #2 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora