VEINTICUATRO

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Sara

Se me escapa un gemido.

—Te van a escuchar— gruñe Gabriel.

En cuanto hemos subido al avión me ha llevado a la habitación de la parte trasera y me ha desnudado. Su boca estaba por todo mi cuerpo, no me dio tiempo ni a reaccionar cuando ya estaba tumbada de espaldas en el colchón y Gabriel me estaba penetrando. No deja de susurrar que me ama, que todo estará bien entre nosotros.

—Mierda— gruñe penetrándome más fuerte.

Me sujeta las caderas con fuerza mientras mira cómo me folla.

—Gabriel— gimo.

Frota mi clítoris con su pulgar, me tapo la boca con las dos manos cuando llego al orgasmo. Gabriel gruñe y se corre dentro de mí. Mi pecho sube y baja rápido, mis pulmones luchan por conseguir aire. Noto los dedos de Gabriel acariciar mi vientre con prudencia, como si quisiera y a la vez no.

—No tienes que aceptarlo— le digo.

—Podría ser mío.

—No recuerdo nada de esa noche, quizás no pasó nada.

Gabriel aparta la mano de mí. Se baja de la cama y comienza a vestirse.

—Duerme un poco, el vuelo es largo.

—¿A dónde me llevas?

—A Río con Bastian. Te quedarás en una casa que tiene en las favelas.

—Pero ese lugar es peligroso, ¿no?

—No para ti, Bastian controla el lugar, todos los que viven allí lo conocen y te protegerán, es el sitio más seguro para ti y el bebé en estos momentos.

Asiento. Confío en Gabriel.

Honey.

—Dime.

—Te amo, siento mucho estar haciéndote pasar por esto.

Gabriel se inclina hacia adelante, me da un beso en la frente.

—Puede que me cueste un poco, pero te prometo que voy a poner todo de mi parte si el bebé resulta no ser mío.

—No quiero obligarte a hacer algo así.

—No lo haces, quiero estar a tu lado siempre y eso supone aceptar a tu hijo.

—Mi madre me ha dicho que tengo el gen del gemelo.

Gabriel se congela.

—Dos— dice— ¿Dos?— su ceño se frunce— ¡¿Dos?!

Me muerdo el labio inferior.

—Hay una posibilidad— le digo.

Gabriel suspira.

—Bien, no importa, que vengan los que tengan que venir.

Me tumbo de lado en la cama, Gabriel me arropa con la manta.

—Duérmete, mi amor, te traeré algo de comer más tarde.

—Gracias por cuidarme siempre.

Gabriel me guiña un ojo antes de salir de la habitación del avión y cerrar la puerta, me acurruco en la cama abrazando la otra almohada, es la primera vez en siete meses que voy a dormir de verdad, sin preocuparme por nada que no sea descansar, sin tener que desvelarme por la ansiedad o por la incertidumbre de si Armando entrará en mi habitación. Gabriel está fuera de esta habitación, él está protegiéndome.

Siento cosquillas en mi costado, los dedos que me tocan bajan suavemente hacia la curvatura de mi cadera, pasean libremente por mi cuerpo, como si le perteneciera. Mi boca se abre de forma leve para dejar salir un suave jadeo, algo me está presionando en la vagina, es duro. La calidez de una boca se posa en mi hombro, viaja por mi cuello dejando un rastro de besos. Gimo, sin querer, gimo. No soy la única que lo hace.

EL PATRÓN #2 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora