DOCE

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Gabriel

Muevo mi mano más rápido, un gemido me abandona. El agua cae por mi cabeza hacia el suelo de la ducha. Mi espalda se tensa con mi inminente liberación.

—Ya viene, Sara— murmuro en voz alta.

En mi mente, ella está aquí conmigo, chupándome hasta que me quedo vacío. Gruño, gimo y me libero, abro los ojos viendo como mi semen se va por el desagüe.

La mampara de la ducha se desliza, miro por encima de mi hombro, Sara entra en la ducha, me abraza por detrás. Me besa la espalda mientras baja sus manos por mi torso, sus dedos juegan con el vello de mi pubis.

—¿Qué haces aquí?— le pregunto.

—Te he escuchado gemir.

Sara no me tocaba desde antes de la muerte de Patty. No la he forzado a hacer nada que no quisiera, necesitaba y sigue necesitando tiempo para sanar, le he dado todo el espacio que ella ha necesitado. Mi mano ha sido mi compañera estos meses. Sara me agarra la polla.

—Acabo de correrme, mi amor.

—Lo sé.

—Sara...

—Te necesito, honey.

Me giro abruptamente, la agarro por debajo del culo y golpeo su espalda contra la pared de la ducha, mi polla vuelve a estar en su punto álgido. Compruebo su humedad con las yemas de mis dedos.

—Estás mojada— gruño.

—De escucharte gemir.

Me posiciono en su entrada, aflojo mi agarre para que se deslice por la pared y poder penetrarla.

—Joder— gruño.

Honey, hazme el amor.

—Sujétate, Sara, no voy a ser delicado.

La rodeo con fuerza con mis brazos, uno por su espalda y el otro por sus caderas, sus piernas se afianzan en mi cintura. Empiezo a penetrarla fuerte, el agua cae por nuestros cuerpos.

—¡Joder!— gimo— Puto coño perfecto.

Sara gime fuerte, me lleva a la locura, me lleva a querer follarla sin sentido.

—Sara sigues tomando las píldoras, ¿verdad?

—Sí. No te detengas.

Ataco su boca con la mía, la beso duro, estoy siendo muy bruto, pero no puedo detenerme, la necesito tanto como ella a mí.

—Te voy a llenar el coño de semen, debe estar sediento.

—¡Sí!— chilla perdida en el placer— Me voy a correr, honey.

Su coño me aprieta, ese dulce y perfecto apretón que a mi polla le encanta. Suelta un fuerte gemido cuando se corre, estoy tan perdido, no tengo nada que hacer, mi semen sale disparado dentro de ella, como si no me acabara de correr hace dos putos minutos.

Sara comienza a llorar.

—Gabriel, perdóname.

—Shh, calma mi amor, estoy aquí. Nunca te dejaré caer.

La dejo en el suelo con mucho cuidado, sus ojos llenos de lágrimas me miran.

—Perdóname— repite.

—Sara, mi amor, no tengo nada que perdonarte, te amo por encima de cualquiera cosa, no eres sólo sexo para mí, aunque me encante follar tu precioso y perfecto coño.

Ella sonríe.

—Eres la mujer que amo, la mujer que va a ser mi esposa y la madre de mis hijos, eres mi compañera. Mi única prioridad eres tú y que estés bien, ¿entendido?

EL PATRÓN #2 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora