VEINTE

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Sara

El ruso me mira mientras me atiborro con las sobras del restaurante chino de anoche. Se debe estar preguntando por qué estoy comiendo otra vez, pero como no le debo ninguna explicación, me limito a seguir comiendo. Irá con el cuento a Armando, eso seguro, ya me inventaré una excusa para él.

Mi madre también me mira, debe tener tantas preguntas para mí. En cuanto acabe de comer, voy a llevarla a mi habitación y podremos hablar más tranquilas, ya que, el ruso tiene prohibido subir a las habitaciones. Además, debo guardar el arma que Gabriel me ha dado y tengo escondida en mi bolso, del que no me he separado en ningún momento.

Dejo en el fregadero los recipientes vacíos.

—Mamá, ¿me acompañas a mi habitación a guardar la ropa que hemos comprado?

Ella asiente. Me echo mi bolso al hombro y agarro las bolsas del suelo, dejo algunas para más tardes, realmente, he comprado demasiado.

—¡No toques nada!— le grito al ruso mientras subo las escaleras— ¡Y menos mi ropa interior pervertido!

—Sara, por Dios— murmura mi madre.

Puedo notar cómo intenta reprimir una risa. Dejo a mi madre pasar por delante de mí, entro en la habitación y cierro con seguro la puerta. Lanzo las bolsas al suelo, dejo el bolso sobre la cama y saco el arma, mi madre jadea.

—¿Te la ha dado...?

—Sí— la interrumpo antes de que pronuncie su nombre.

—Guárdala bien, hija. Ese brasileño... Mar... Marcelo, sí, fue muy amable conmigo. Me contó todo lo que tienen planeado, no sabes la tranquilidad que me da saber que van a rescatarte.

—Nos, mamá, nos van a rescatar, vendrás a donde quiera que yo vaya. Jamás te dejaré.

—Sara, basta, tienes que preocuparte por ti, hija. Ya has hecho suficientes sacrificios por todo el mundo, estoy cansada de que hagas eso.

Mi madre parece realmente enfadada.

—Desde hoy vas a dejar de pensar tanto en los demás y más en ti misma, la culpa es mía y de tu puto padre, por supuesto.

Mis ojos se abren con sorpresa, mi madre jamás ha dicho ni una sola palabra malsonante.

—Te dedicaste a cuidar de Patty y ahora crees que debes hacerlo con todo el mundo, pues no, Sara, debes cuidar de ti. ¿Me has entendido? Se acabó la tontería de sacrificarse por los demás.

—Está bien, mamá— digo confusa por su reacción.

Ella asiente satisfecha, sonrío por dentro, me gusta verla así.

—Ahora cuéntame cómo te ha ido con mi yerno.

—¡Mamá!— me rio.

—No podemos decir su nombre aquí, así que será yerno desde hoy, quizás el ruso piense que hablamos de Armando.

—Esa es una muy buena idea.

Comienzo a contarle a mi madre todo lo que he hablado con Gabriel, es genial tenerla así, como una amiga y confidente, si antes dudaba si la amaba o no, ahora estoy totalmente segura de que la amo. Su cambio... Bueno, no es realmente un cambio, ella siempre fue así, pero tuvo que actuar de otra forma para protegernos a Patty y a mí. El caso es, que su yo real me gusta mucho más que la otra madre fría y superficial que conocí desde que era pequeña. Mi madre ahora es tan cariñosa y protectora conmigo, me da un beso de buenas noches, a veces, cuando me cuesta dormir, me canta canciones de cuna. Una de las veces lloró a mares porque decía que no pudo hacerlo cuando yo era un bebé por culpa de mi padre. Así que, cada vez que ella lo necesita, dejo que me cante esas canciones, la verdad es que me relajan. Mi madre tiene una preciosa voz.

EL PATRÓN #2 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora