CINCO

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Sara

Entro en la sala de juntas del edificio de Exportaciones "La Dorada", la empresa familiar de los Hernández, me vine hasta aquí con Melissa cuando ella vino a trabajar. Me siento en la silla que está a la cabeza de la mesa, abro el portátil de Gabriel y lo enciendo. Luego saco de la carpeta que Melissa me ha entregado todos los contratos y documentos de la venta de caballos. Los leo repetidas veces para no cometer ningún fallo, Gabriel ha depositado en mí su confianza para esto y no quiero fallarle. Melissa entra en la sala.

—He pensado que sería bueno que te acompañara, aunque no entienda mucho de esto, Gabriel es quien se encarga de los animales.

Se sienta en la silla de mi lado. La asistente de Melissa nos informa de que los socios ganaderos de Gabriel han llegado.

—Hazlos pasar— le digo.

—Enseguida señorita.

Varios hombres con sombrero de vaquero entran en la sala, algunos los reconozco por ser socios de mi padre. Uno de ellos, Graham Phillips, me mira confundido. Se sienta en una silla cercana a mí.

—Si ya estamos todos comencemos con la reunión— trato de que mi voz salga lo más firme posible, es la primera vez que hago esto.

—¿Dónde está Gabriel?— me pregunta un señor mayor.

—Lo estaré sustituyendo en esta reunión, tenía otros asuntos que atender.

—¿Y por qué lo sustituye la hija de Bernard Stwart en vez de uno de sus hermanos?— pregunta Graham.

—Eso es un asunto que le concierne, señor Phillips— contesto.

—Otra gringa en el negocio— murmura el mismo señor mayor.

—¿Algún problema con eso?— le pregunto molesta.

—Sí, las mujeres no entendéis de estas cosas, deberíais estar criando niños o cuidando de la casa.

Me pongo de pie lentamente apoyando mis manos en la mesa.

—¿Qué acabas de decir?— gruño.

—Lo que has oído, pendeja.

—Fuera de aquí— ordena Melissa— Y considere todo contrato entre usted y mi hijo rescindido.

—No tienes poder en eso, Gabriel es quien manda, él es El Patrón.

Agarro mi móvil de la mesa, marco el número de Gabriel, odio tener que molestarlo y más con algo así, pero estos hombres necesitan saber quién está a cargo de esto. Gabriel contesta la llamada.

—Mi amor, ¿qué ocurre?

—Algunos de tus socios creen que no tengo derecho a estar al mando por ser mujer y gringa, y en palabras del señor Benavente, una pendeja.

—Pon el altavoz.

Pulso el botón, dejo el móvil sobre la mesa para que todos escuchen bien a Gabriel.

La señorita Stwart me está sustituyendo hoy, cuando yo no esté presente ella es quien manda, en realidad, no es mi sustituta, es mi igual. Cualquiera que no siga sus órdenes o las de mi madre está fuera de toda negociación. ¿Lo habéis entendido todos?

Suena un colectivo, algunos a regañadientes.

—Y Benavente...

—¿Patrón?

—Has tenido una larga vida, le daré el pésame a tu esposa y tus hijos.

Gabriel cuelga la llamada. El sudor cae por la frente del hombre que acaba de recibir su sentencia de muerte. Se levanta de la silla tambaleándose y sale de la sala de juntas sin pronunciar ni una sola palabra. Me siento en la silla arrastrando mi móvil conmigo.

EL PATRÓN #2 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora